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Las malas compañías

miércoles, 03 de abril de 2013
La publicación en el diario El País de unas fotografías del Presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijoo, en compañía de Marcial Dorado, un convicto por delitos de narcotráfico, ha dado lugar a una gran polémica durante los últimos días, al tiempo que ha provocado la inevitable comparación con aquellas otras instantáneas protagonizadas por el entonces vicepresidente de la Xunta, Anxo Quintana, en compañía del empresario Jacinto Rey, publicadas en plena campaña electoral y que tan caro le costaron, tanto el propio Quintana como a su partido, el Bloque Nacionalista Galego.

Pese a la similitud, tanto de las fotografías como de la intencionalidad con las que, el diario ABC en su día y hoy el País, han publicado dichas fotos parece, sin embargo, que existen también profundas diferencias entre ambas. La primera es que en el caso del señor Quintana, la amistad que se profesaba con Jacinto Rey y que tan nítidamente quedó reflejada en aquellas instantáneas, se ha visto correspondida a su vez con la concesión por parte de la Xunta de Galicia, cuyo vicepresidente era el propio Quintana, de importantes contratos al empresario para la explotación de la energía eólica galaica, mientras que, al menos hasta el momento, no parece que haya existido ningún trato de privilegio hacia el señor Dorado por parte del Presidente de la Xunta.

Por otra parte, en un país como el nuestro, en el que los escándalos y las corruptelas de hoy, siempre superan con creces a las precedentes, sin que por ello tengan la menor repercusión, ni judicial ni política, para aquellos que las protagonizan, pretender que los pecados de juventud carezcan de remisión y exijan penitencias “in diferido”, no deja de ser una exageración más, a las que tan propensos somos los españoles y a la que, a la desesperada, se agarra una oposición, desorganizada y desnortada que, incapaz de derrotar al señor Feijoo en las urnas, pretende liquidarlo en la prensa. Dicho lo cual no deja de ser un motivo de alarma social ver a un político, que ya por aquel entonces ostentaba un alto cargo en la Consellería de Sanidad, acompañado y en íntima confraternidad con un conocido y consumado contrabandista y, a la postre, convicto narcotraficante.

Damos por seguro, no obstante, que como buen político hispano que es, el señor Feijoo eludirá asumir cualquier responsabilidad política, pero, las fotografías mismas, ya sea por acción o por omisión, retratan perfectamente las relaciones que se gasta el Presidente de la Xunta. Y, como decían nuestras abuelas, “hay que guardarse mucho de las malas compañías”.
Duro, Xan
Duro, Xan


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