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Los papas peregrinos

martes, 29 de enero de 2013
FINISTERRAE 8 // Los papas peregrinos

Desde el punto de vista del catolicismo el peregrino jacobeo más ilustre sería el papa. En la historia del viaje a Compostela no consta ningún sumo pontífice peregrino por el Camino de Santiago. No sucede lo mismo si nos fijamos en la peregrinación por los medios de transporte contemporáneos convencionales. Y es que los primeros papas peregrinos son del siglo XX.
Santiago recibió en dicha centuria a Juan XXIII, que vino pocos años antes de alcanzar el papado, y a Juan Pablo II. El siguiente, Benedicto XVI, llegó el 6 de noviembre del año jubilar de 2010.

Pero realmente, ¿no vino antes del siglo XX ningún papa por el Camino? No hay pruebas fehacientes, pero, según cierta tradición, Guido de Borgoña, el futuro Calixto II, estuvo en Compostela. El que pasa por ser el pontífice romano que más habría beneficiado a Santiago en la historia, pudo llegar a esta ciudad por la ruta jacobea algunos años antes de su pontificado (1119-1124). Hay motivos: su hermano Raimundo de Borgoña, de origen francés, era conde de Galicia, con una estrecha relación con Compostela. Se da como fecha posible de la estancia la de la muerte de Raimundo, en 1107.

Dejándose engatusar por la leyenda, incluso se ha dicho que parte del Codex Calixtinus (s. XII), el texto esencial jacobeo, habría recalado en la catedral de Santiago traído por Guido. Se aducen para ello ciertos fragmentos del Calixtinus a él atribuidos y que no tendrían otro fin que prestigiar el propio conjunto de códice, una estrategia de marketing casi inocente vista desde el contexto medieval. Por eso se le dio su nombre.

Calixto II a parte, no hay noticias de papas que viajasen a Santiago en algún momento de su vida hasta que en el año santo de 1954 lo hace Angelo G. Roncalli, en aquel momento cardenal-patriarca de Venecia. La estancia del futuro papa Juan XXIII (1958-1963) pasó bastante desapercibida. Pero no lo hizo mal. Dejó para la historia una frase rotunda: “La catedral de Santiago es la catedral del mundo”. Suena muy bien. Y fue visionaria en cierto sentido: actualmente la basílica compostelana recibe peregrinos de todo el mundo y cada vez más de todas las creencias y formas de pensar.

Resultados óptimos tuvieron las visitas del primer papa que peregrinó a Santiago como tal: Juan Pablo II. Sus dos estancias, en el año santo de 1982 y en 1989, para presidir la Jornada Mundial de la Juventud en el monte do Gozo, fueron decisivas para la actual consolidación internacional del mundo jacobeo. En la primera, entró caminando en la catedral con esclavina y bordón, a la usanza de los peregrinos históricos, e hizo una recordada llamada a Europa y al mundo para que volviese sus ojos hacia Santiago. Ambos momentos tuvieron repercusión mundial y contribuyeron de forma determinante a situar de nuevo a Compostela en el mapa mundial de las grandes peregrinaciones.

En noviembre de 2010 la visita de Benedicto XVI lo convirtió en el segundo papa peregrino de la historia y el primero del siglo XXI. Fue más fría que las dos del pontífice polaco, pero no menos significativa. Para una ciudad que se considera uno de los tres grandes centros históricos del cristianismo, con Jerusalén y Roma, las periódicas visitas papales resultan decisivas. El papa alemán puso de nuevo a Santiago en grandes titulares en medio mundo al final del año jubilar compostelano. Habrá que esperar a 2021 para el siguiente jubileo. En este sentido, la visita está ayudando a sostener, más allá del 2010, el eco mediático compostelano, sobre todo en el orbe católico.

Y un papa que nunca estuvo en Santiago, pero casi pudiera citarse también como simbólico peregrino jacobeo. Me refiero a León XIII (1878-1903). Un decisivo peregrino en la distancia. En 1884, en la bula Deus Omnipotens, reconoció al más alto nivel las reliquias del apóstol Santiago, tras ser reencontradas en 1879 en el subsuelo de la catedral después de darse por perdidas durante unos tres siglos. E hizo algo más: invitó a los cristianos del mundo a regresar en peregrinación a la alicaída Compostela.

¿Se hubiese situado la peregrinación jacobea en donde hoy está sin este visto bueno, que no fue fácil obtener, por cierto? La reflexión deja poco lugar a la duda. ¿Se imaginan la actual catedral sin la urna con las reliquias apostólicas expuesta al culto en la cripta del altar mayor?
Rodríguez, Manuel F.
Rodríguez, Manuel F.


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