La vergüenza de las preferentes

Mientras veo pasar a los manifestantes afectados por el “timo de las preferentes” que se concentraron este sábado en Lugo, multitudinaria concentración de personas de todas las edades y condiciones que como usted, querido lector, o como yo llevan una vida anodina de trabajo y de sacrificios para poder reunir unos ahorrillos con los que poder afrontar cualquier imprevisto, se me entremezclan sentimientos contradictorios, inicialmente de rabia y de cólera pero que, finalmente, se concretan en simple vergüenza.

Vergüenza como ciudadano y como sociedad, al comprobar como aquellos compatriotas que han tenido la suerte de no haber sido víctimas del timo perpetrado por estos bancos, dirigidos por semejante cuadrilla de ladrones impunes, en lugar de acudir inmediatamente a retirar todos los ahorros que mantienen en esas entidades, lo que sin duda les obligaría a desaparecer, siguen confiando en quienes no merecen la mínima confianza ni credibilidad.

Vergüenza como país, ¡y que viva el Estado de Derecho!, de ver como las distintas administraciones, económicas y políticas, gracias a su colaboración, unas veces pasiva y otras no tanto, no sólo han permitido el latrocinio cometido sino que, en lugar de cerrar esas Cajas y encarcelar a los “presuntos” ladrones que perpetraron esta infamia, permiten por el contrario que esas entidades sigan abiertas y operando de cara al público, gracias al dinero que les regalan a través del FROB, dinero procedente de los impuestos de todos los españoles, entre ellos también de los estafados.

Finalmente, siento casi más decepción que vergüenza, porque mucho me temo que de nada va a servir la movilización de los miles de estafados por las preferentes y porque tengo la profunda convicción de que, pese a todo lo ocurrido, pasarán los años y no habremos aprendido nada de todo esto, de tal forma que seguiremos confiando en los mismos usureros que custodian nuestros ahorros con el fin último de apropiarse de ellos en cuanto puedan, sabedores de que eso no tendrá ninguna consecuencia y seguiremos votando a los mismos incompetentes que, uña y carne con el poder financiero en la misión común del expolio del patrimonio de los ciudadanos, seguirán permitiendo estos abusos y respaldando a los delincuentes.