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Las señas de identidad de Escocia

viernes, 02 de noviembre de 2012
Puertas afuera

LAS SEÑAS DE IDENTIDAD DE ESCOCIA

A su vez Escocia - 5 millones 117.000 habitantes, 78.780 kilómetros cuadrados de superficie-, muestra tirones independentistas. Posee señas de identidad propias, idioma, cultura, costumbres, territorio diferenciado, pero le falta para responder a la famosa definición de nación del historiador francés Ernest Renan (1823-1892) que sus habitantes expresen la voluntad de vivir juntos ahora y en el futuro y este deseo podría confirmarse en breve en el crucial referéndum que se anunció la semana pasada para 2014.

La identidad y el pragmatismo son las diferentes opciones a que se enfrentan los escoceses, sobre todo, tras dos acontecimientos recientes trascendentales: la aprobación por parte del Partido Nacionalista Escocés (SNP, siglas en inglés) de una moción sin precedentes a favor de la salida de la OTAN si permanece en el poder, y mucho más importante, la convocatoria de un referéndum en 2014 sobre la independencia de la región histórica.

El primer ministro británico, David Cameron, ha decidido poner a los escoceses dentro de dos años en la disyuntiva de si quieren seguir estando unidos a Gran Bretaña o no. "Ou rompe ou racha", como se dice en gallego. Lo más positivo es que elección tan controvertida y visceral en otros lares parece que se va a tomar aquí sin tensión mayor, de manera serena.

También hay nacionalismos razonables. Otro ejemplo, el gallego, que me describió agudamente en una entrevista el catedrático de Historia de la Universidad de Santiago de Compostela, Justo. G. Beramendi, especialista en el tema, como un nacionalismo" de baja intesidad pero resistente a través del tiempo".

"Atención, Nacionalismo, manejen con cuidado". Esta máxima se podría aplicar ahora a Escocia. En efecto, el término nacionalismo, sentimiento natural de apego a las raíces que recupera y afianza las tradiciones, resulta difícil de usar, a poco que se desvíe o exagere, se convierte en patrioterismo y surje el conflicto. Debe
ser compensado con una razonable dosis de cosmopolitismo. "Le nationalisme c'est la guerre", decía el presidente socialista francés François Mitterrand en la época de las guerras yugoslavas, con esta fórmula à l'importe pièce", es decir, mordaz.

Dicho esto, el nacionalismo escocés parece estar en una fase constructiva y pacífica, según todas las crónicas.

Con bandera y escudo propios como signos diferenciales, Escocia fue independiente hasta el Acta de Unión de 1707 con la que se integró voluntariamente junto con Inglaterra y Gales en el Reino Unido de Gran Bretaña. Otro dato ineludible para entender lo que está pasando: en las elecciones de 2011 el Partido Nacionalista Escocés, que aboga por la independecia en sus estatutos, obtuvo mayoría absoluta en el Parlamento de Edimburgo cuyas resoluciones decisiones son ley.

Es hora de hacer referencia en nuestro relato a declaraciones y acontecimientos inmediatos que dan cuenta de que el problema ha llegado a su sazón. El ministro principal de Escocia, Alex Salmond, líder del varias veces nombrado partido independentista SNP, ha instado a sus miembros reunidos en Perth a ganar el referéndum de independencia cono máxima prioridad. No las tiene todas consigo: de momento, según las encuestas, la separación del Reino Unido es sólo respaldada por un 30% de losescoceses, un 58% se opone. Faltan, empero, dos años para el plebiscito.

Además, el nacionalismo escocés sería como un león dormido que se despierta en omentosdecisivos, como cuando llegó al Gobierno y después cuando alcanzó la mayoría absoluta contra todo pronóstico.

Hay asuntos que ni se plantean: Escocia seguiría en el Reino Unido, con la misma reina o el mismo rey, no saldría en principio de la libra esterlina, trataría de mantenerse como país desnuclearizado dentro de la OTAN, aunque hata que trasladar el sistema de disuasión nuclear Trydent al otro lado de la frontera del Muro de Adriano, mandado contstruir por este emperador romano de origen español en el año 122 y que dividía a la Britania en dos, la parte septentrional habitada por las belicosas tribus de los pictos.

Evidentemente y es una ironía, Escocia no renunciaría a ver la prestigiosa televisión BBC (British Broadcasting Corporation), aunque tenga que pagar un canon...

En cambio, la nueva Escocia se vería en la necesidad de establecer otras normas para compartir la deuda británica y los pingües ingresos por el gas y el petróleo, un desafío económico más, difícil de calcular. Los otros retos ya eran de emnvergadura: ¿seguirá perteneciendo a la Unión Europea? ¿tendrá que pedir la adhesión al euro? Los tratados comunitarios no contemplan la hipótesis de que un estado miembro se divida ni indican normas para salir de la Unión Europea. Por el momento nos movemos en el terreno de la especulación y la teoría con opiniones encontradas de europeístas e internacionalistas sobre tal eventualidad. El "premier" británico Cameron ha cogido con el pie cambiado a la Unión Europea y a Escocia con su
órdago de lo toma o lo deja.

¿Puede servir el caso de Escocia de antecedente para Cataluña, cuyo President, Artur Más, proyecta convocar un referéndum de independencia si reanuda su mandato en las próxinas elecciones? El ministro principal Salmond, no quiere ni oir hablar de esta comparación quizá por miedo a que España eche mano de su derecho de veto respecto a la integración de Escocia en la Unión Europea a fin de evitar un precedente enojoso.

Quedan veinticuatro meses para negociar todos estos extremos pero hoy por hoy la incertidumbre se cierne sobre el tema. Con una evidencia incuestionable: si salen de la Unión Europea, Escocia y Cataluña tendrían que ponerse a la cola para volver a entrar.

Antes de tomar cualquier decisión, deberían sopesar el sabio proverbio escocés: "Nunca permitas que tus pies vayan por delante de tus zapatos".
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


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