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La consagración de Europa

jueves, 18 de octubre de 2012
La Unión Europea (UE), premio Nobel de la Paz de 2012: es la consagración de Europa.

Era de cajón y tan evidente que nadie había caído en la cuenta, la alianza europea constituía un ejemplo de buena vecindad y entendimiento dentro de la diversidad de ideologías, identidades, idiomas y costumbres. Cada una de estas culturas, minoritarias incluidas, tiene derecho a desarrollarse plenamente y a formar parte de la tela de retazos del conjunto, como pasa a menor escala en España.

Después de dos guerras mundiales, tras la condenable desviación perversa del nazismo, el desmoronamiento del comunismo, la democratización de los países del Este, la desaparición del Muro de Berlín en 1989 y los terribles conflictos nacionalistas de los Balcanes, con su cohorte de horrores, Europa vive desde hace 67 años en una larga era de paz, democracia y respeto a los Derechos Humanos, el sistema laico de valores que nos queda a todos. A pesar de sus insuficiencias e imperfecciones, la UE se ha convertido así en una institución ejemplar, sí, ejemplar, perdonen que no
participe de la hipocondría ambiental con que los españoles juzgamos todo lo que consideramos nuestro.

Bueno, sigamos: los europeos se han vuelto razonables estos años, los nacidos después del 45 no conocen la guerra más que por las películas.
Tenía que quedar como clave de bóveda de Europa tal acontecimiento de tanta importancia y esto es lo que han hecho con acierto los académicos de Oslo, capital de un país, Noruega, que incongruentemente no forma parte de la Unión Europea ya que la ha rechazado en sendos eferendos -1972 y 1994- y, al parecer, sigue en sus trece según los sondeos. La Academia Nobel parece decirle a los Veintisiete, pronto Veintiocho con Croacia: premiamos vuestro proyecto, cubrimos de elogios a la reconciliación histórica del Viejo Continente, pero seguimos en nuestra torre de marfil, hacemos rancho aparte. Una actitud sin duda alguna un si es no es contradictoria.

Sea como sea, la distinción del Comité Nobel de Oslo se produce en un momento crítico para Europa, de grandes dificultades económicas, de rescate de varios países miembros como Irlanda, Portugal, Grecia y
España, de zozobra e icertidumbre de otros como Italia y Francia, y sirve de estímulo moral para el futuro que no se presenta fácil. Hay que avanzar
hacia una mayor integración, una unión fiscal, bancaria y profundizar en la unión económica, el movimiento servirá, entre otras cosas, para mantener
mejor el equilibrio sin riesgo de caída.

Y es que un fracaso de la construcción europea tras más de doce lustros de avances harto laboriosos sería fatal y tendría consecuencias impredecibles no sólo en la propia Europa sino además en todo Occidente.

Vengamos a la actualidad, Valga un ejemplo para mostrar la ingente tarea que falta por hacer si se quieren nivelar las diferencias entre los europeos.
Quedó patente días atrás con la ocasión de la visita relámpago de la canciller Angela merkel a Atenas. Alemania y Grecia representan el haz y el envés de la Unión Europea.

La historia económica inmediata de Alemania merece la nota de excelencia. Reunificada en 1990, con 357 mil kilómetros cuadrados y 82,4 millones de
habitantesen el presente, la RFA representa el relato de un éxito: se ha convertido en el mayor país exportador de Europa y en la cuarta economía
mundial, su robusto PIB (Producto Interior Bruto), índice de riqueza, asciende ya a más de 40.415 dólares por habitante y su nivel de vida es muy alto. Es primus inter pares en el Viejo Continente, el anverso de la medalla de Grecia.

Como es sabido, lleva ahora las riendas de este país central e influyente la canciller alemana, la demócrata cristiana Amgela Merkel, actual dama de hierro económica de la Eurozona, Pero su liderazgo ha sido puesto en tela de juicio últimamente como quedó patente en sureciente viaje a Atenas, donde las autoridades tuvieron que protegerla de la multitud enfurecida, que la consideraba causante de sus problemas crecientes de carestía y escasez. El drástico plan de ajuste de 31 mil millones de euros que permitirá a Grecia mantenerse en el euro ha provocado la cólera de los griegos, cansados de soportar tantos recortes,de apencar con tantas
privaciones que necesitarían la paciencia bíblica del Santo Job, que se evoca en el Antiguo Testamento.

Erre que erre, Angela Merkel, invitada por el primer ministro conservador Antonis Samarás para agradecerle su ayuda puntual de 30 millones de euros, destinada a mejorar la sanidad, y su apoyo general en este mal trance, aguantó el chaparrón de disturbios y protestas callejeras a las que no se tuvo que enfrentar directamente protegida por más de 6.000 policías,
una férrea guardia pretoriana. Fue una visita estrechamente vigilada por las fuerzas de seguridad, una alegoría del choque entre ricos y pobres que
prueba la tensión que causa la crisis en la población europea.

Aún queda mucho por hacer", advirtió la destacada estadista, declaración que debió soliviantar todavía más a los desalentados y enervados griegos.
Fue una entrevista entre la primera gobernante y el último de la fila de los dirigentes europeos, ambos son emblema de las dos Europas, la acaudalada y la necesitada.

Europa no es pues una balsa de aceite, su democracia que dura como ya dijimos más de seis décadas supone un desafío permanente, hay que confirmarla y desarrollarla porfiadamente.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


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