Fiesta de puertas cerradas

Llevo más de 20 años viviendo en Lugo y desde la primera vez que asistí al San Froilán me he sentido impresionado por la masiva concurrencia y por el carácter popular de la fiesta y, dentro de la misma, siempre llamó mi atención la liturgia de apertura “simbólica” de las distintas puertas de la muralla según transcurrían los días de celebración, como una ceremonia para manifestar la hospitalidad de los lucenses hacia los numerosísimos visitantes procedentes de los cuatro puntos cardinales, en señal de amistosa acogida y de recibimiento cordial. Dicho acto, al menos en las ocasiones en las que tuve ocasión de asistir al mismo, solía estar protagonizado por personalidades relevantes de la política o de la vida cultural y artística de la ciudad y provincia.

En el programa de festejos para esta edición del 2012 se ha suprimido, sin que conste motivo alguno, dicha ceremonia de apertura de las puertas y ha sido sustituido por un espectáculo neutro de “coros y danzas”, (algo muy propio del anterior régimen), lo que nos hace pensar que esas mismas autoridades políticas, otrora tan deseosas de experimentar el calor que proporciona el contacto con el pueblo y de palpar el sentir de la calle, no parecen, en estos tiempos de indignación ciudadana provocada por motivos de sobra conocidos, tan proclives a mezclarse con la plebe; lo que es todavía más llamativo en período electoral; sino más bien a retirarse a sus cuarteles de invierno, rodeados de sus incondicionales y generalmente irracionales simpatizantes y militantes. Y es que, como diría un castizo, después de los sucesivos casos “muralla”, “carioca”, “campeón” y “pokemon” y lo que te rondaré morena, el horno no está para bollos.

Nunca hemos pretendido de los políticos, salvando las consabidas y raras excepciones predecibles, gestos de valentía y menos de heroicidad, cualidades que no concurren en su naturaleza, dado que siempre han mostrado sus mayores habilidades para ejercer la falsedad, la traición, el despilfarro y la corrupción, todas ellas facetas en las que han sido capaces de desarrollar lo mejor de si mismos, pero hay ocasiones en las que la ciudadanía espera al menos un mínimo de gallardía y de saber dar la cara también en las situaciones en las que el viento no viene de popa y es que, aunque sólo sea por pura vergüenza torera, en la actividad pública hay que saber estar tanto a las duras como a las maduras, que es la obligación que conlleva el cargo.

No obstante, con puertas abiertas o sin abrir, ¡Feliz San Froilán! tanto a los lugareños como a los visitantes.