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Assange, fugitivo sarcástico

martes, 28 de agosto de 2012
Vamos a abordar hoy, si les parece, el caso de tres personajes de carácter fuerte cuyo ego es más grande, digamos, que el Hyde Park de Londres que pongo como ejemplo porque es muy conocido y porque viene a cuento según podrán constatar en seguida. Se trata del informático Julian assange, del ex juez Baltasar Garzón y del presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien acaba de conceder el estatuto de asilado a Assange en un curioso e inesperado arranque de solidaridad trasatlántica de continente a continente.

Crucen esta información con las publicadas sobre el tema en Gran Bretaña, Estados Unidos y Suecia y tendrán -como en todo- una confrontación de dos puntos de vista antagónicos, el de los países del norte y el de los del sur, el anglosajón y el latino, vamos, como el dios Jano, que es representado en la mitología por dos caras que miran cada una para su lado y cuya imagen tengo casualmente en ni tableta electrónica.

¿Puede un diestro técnico en ordenadores, en loor de la transparencia. hacer tambalear a la todopoderosa Norteamérica al sacar a la luz pública todos sus cables y mensajes diplomáticos y militares que permanecían en secreto? Sí, de hecho, así lo hizo como recordarán Julian Assange, fundador de Wikileaks en 2006, que vuelve a estar de actualidad de pronto por haberse refugiado de forma inesperada, fugitivo de la justicia, en la embajada de Ecuador en la capital británica, lo que constituye una nueva trapisonda del impredecible activista. Este “hacker” o pirata informático australiano de 41 años desafía así otra vez a las autoridades estadounidenses y anglosajonas estos días, no se sabe si se trata de otra de sus provocaciones o de que no confía en la policía y en la justicia.

Último golpe de efecto, Assange apareció en público en un estrecho balcón de la citada embajada, ostensiblemente vigilada por agentes de Scotland Yard, situada en la calle de Hans Crescent del barrio residencial de Knighsbridge, a dos pasos de los archiconocidos almacenes Harrod’s, cuidándose muy mucho de no pisar suelo británico para no dar lugar a ser detenido. Dirigió al nutrido grupo de periodistas que estaba en la calle unas cortas y sopesadas declaraciones.

El lance parece haber salido de una novela por entregas de Ponson du Terrail que creó al conocido personaje de ficción Rocambole; el adjetivo “rocambolesco” se ha hecho famoso desde entonces ( siglo XIX) y se emplea aún para describir esta clase de situaciones.

“Pido al presidente Obama que haga lo correcto y que ponga fin a la caza de brujas contra Wikileaks” proclamó algo teatralmente Assange ante los medios de comunicación de medio mundo, una declaración para la galería, a sabiendas de que su petición no iba a ser oída. Visiblemente satisfecho por volver a concitar la atención a ambos lados del Atlántico, añadió que mientras Wikileaks esté bajo amenaza también lo estará la libertad de expresión y la salud de todas nuestras democracias, afirmación un si es no es presuntuosa y mitómana, la verdad. Su estrategia es hacer gran ruido a la espera de una solución negociada.

Digo que sus palabras estaban sopesadas y medidas, había sido asesorado por el ex juez Baltasar Garzón que se encarga de su caso y con el que pudo verse en una ventana de la embajada de Ecuador, ambos sentados con una intérprete en medio, en mangas de camisa pero con corbata para mostrar que no son dos desaforados, una imagen que dio la vuelta al mundo, tal es el interés mediático por el asunto.

Ni el mismo John Le Carré, autor famoso desde que publicó “El espía que llegó del frío” y otras novelas de suspense, pudo haber imaginado un relato semejante. Con la particularidad de que éste es real.

Baltasar Garzón fue un juez estrella que se mantuvo durante mucho tiempo en las primeras páginas de los periódicos por atreverse con grandes procesos contra el narcotráfico, ETA, la policía paralela de los GAL el presidente chileno Augusto Pinochet o la dictadura argentina; después fue objeto de controversia y cayó en desgracia, para vergüenza de la justicia española, al querer juzgar sin conseguirlo los crímenes del franquismo. A pesar de estar ahora inhabilitado temporalmente por este proceso, tal pasado y experiencia judicial le acreditan para el caso de defensa de Julian Assange. En el último episodio por ahora, Garzón viajó a Australia para pedir protección diplomática para Assange, pero las autoridades del país de la Commonwealth se la negaron. Por ello, planea recurrir a la Corte Internacional de Justicia de La Haya para lograr que el fundador de Wikileaks sea trasladado desde Londres a Ecuador. Una derivada más del asunto: el Foreign Office, ministerio de Exteriores británico, tuvo que dar marcha atrás en su intención de retirar la inviolabilidad diplomática a la embajada ecuatoriana para poder capturar a Assange, lo que hubiera sido un escándalo internacional mayúsculo, aparte de tratar a Ecuador como a un país de segunda, de instituciones no fiables.

Tercero “en concordia” en nuestra tríada de personajes: el presidente Rafael Correa, doctor en economía, con licenciaturas universitarias en Ecuador, Bélgica y EEUU, elegido a la máxima magistratura del Estado en 2006, que necesita para su reelección un empujón populista y quiere por ello sacar réditos de su enfrentamiento actual contra Gran Bretaña y Norteamérica. En su defensa han tocado a rebato en América Latina, los ministros de Asuntos Exteriores de la región han recalcado en una declaración conjunta en Guayaquil la inviolabilidad de las embajadas mostrando su solidaridad con Ecuador y han refrendado esta postura el 24 de agosto, aunque de forma más matizada, en la reunión anual en Washington de cancilleres de la OEA (Organización d Estados Americanos).

“Last but not least” (por último pero no menos importante), dejo para el final la acusación a Julian Assange de cuatro delitos de abusos sexuales, el peor de ellos calificado por el código penal de Suecia de violación “en grado menor”, concepto que no aparece en otros códigos. De todas formas, han de probarse estos cargos ante los tribunales, lo que añade suspense al suspense.

La intriga, los sobresaltos y sorpresas de la situación creada serían dignos de “Cortina rasgada” o de cualquier película de espías de Alfred Hitchcock, la realidad supera ahora a la ficción. No se sabe en qué va a desembocar todo esto.

A ver si va a suceder como en el famoso soneto de Cervantes que aprendimos de memoria en el bachillerato y que termina: “... Y luego, incontinente, caló el chapeo, requirió la espada, mirome de soslayo, fuese y no hubo nada”.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


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