¡Farsantes!

El pasado fin de semana, el diario La Voz de Galicia publicaba, bajo la firma de Domingos Sampedro, una serie de artículos acerca del modelo retributivo de los diputados gallegos, en los que sorprenden varios datos, entre ellos que sus señorías cobran actualmente un 7´7% más que antes del estallido de la crisis y que, sorprendentemente, sólo tributan ante Hacienda por un 40% del total de su salario. Una paradójica manera la que sus señorías tienen de apretarse el cinturón.

Para más ensañamiento, sus señorías; modelo de ejemplo solidario donde los haya; pese a haber sufrido, de cara a la galería, dos congelaciones del salario en los años 2009 y 2010 y una reducción del 10% del mismo en junio del 2010, han camuflado el incremento global de sus remuneraciones en el apartado correspondiente a la llamada “axuda de custo”, que no tributa a Hacienda debido a que supuestamente va destinada a alojamiento y manutención y que actualmente está en los 2.587,38 euros mensuales.

En un país como el nuestro, en el que el salario mínimo interprofesional está actualmente en los 641,40 euros mensuales, salario que supuestamente , al menos en opinión de los legisladores, debe ser suficiente para que pueda vivir una familia normal, llama sobremanera la atención que un diputado, al que se le presupone una función ejemplarizante para el resto de la sociedad, necesite un complemento de más de 2.500 euros al mes sólo para alojamiento y manutención y que además reciba este dinero en “B”, libre de tributación y lo haga incluso durante los meses en los que no hay actividad parlamentaria. ¿Cuántos gallegos cobran 2.500 euros netos al mes? Pienso que sobra cualquier comentario al respecto, pero me asaltan algunas dudas sobre la cualificación ética de tales personajes.

Dando por hecho la necesidad y la conveniencia de que nuestros representantes deben estar bien alimentados, aún así cabe preguntarse, ¿son estos individuos que necesitan semejante cantidad de dinero para manutención los que van a resolver los problemas de las familias que viven con el salario mínimo interprofesional o con ingresos todavía inferiores a éste? ¿Podrán, tan siquiera, entender cuales son los verdaderos problemas que acucian al ciudadano de a pie?

¿Puede una autoridad pública que recibe más de 6.000 euros mensuales, más de la mitad de los cuales están libres de tributación, exigir esfuerzos y sacrificios a una ciudadanía a la que supuestamente representa, que en su mayoría viven con ingresos que no alcanzan el millar de euros?

Después de haber cargado todo el peso de la crisis sobre los más débiles de la sociedad, de haber aprobado el recorte de los salarios de sus representados, de haberles subido el IRPF, el IVA, la tributación del ahorro, el repago de los medicamentos, la luz, el agua, el IBI, y un largo etcétera, mientras ellos se reforzaban en sus propios privilegios, ¿son estos los políticos que van a concurrir en las próximas elecciones autonómicas para sacar a Galicia de la crisis económica?

La respuesta, querido lector, es un rotundo NO, no puede estar suficientemente capacitado para representarnos quien, con su comportamiento, manifiesta tanto desprecio por la ciudadanía. No son verdaderos políticos, consagrados a mejorar la vida de sus conciudadanos; sino, simplemente, unos actores mediocres representando una farsa; el esperpento hispánico; que esconde, bajo el disfraz de una supuesta “historia grande” de servicio público, sacrificio y entrega a sus conciudadanos, la ruin “historia pequeña” de sus ambiciones y sus miserias personales.