Desde la hamaca

¡No hay dinero!, lamenta el ministro Montoro, ¡no hay dinero para pagar los servicios públicos!, recalca resignado su señoría, tratando de justificar así las impopulares medidas económicas, traducidas en recortes y más impuestos, adoptadas por el Ejecutivo para aumentar la recaudación.

Mientras los políticos se esfuerzan en exprimir un poco más, si cabe, el bolsillo de los españoles, éstos, por su parte, tratan de aliviar los calores veraniegos y las estrecheces económicas en la playa y, desde la hamaca contemplan, impávidos y temerosos, como la España del Titanic zapateril ha enfilado la proa y se dirige a velocidad de crucero al encuentro de su iceberg particular: la quiebra económica y lo hace, como no podía ser de otra manera en un país como el nuestro, entre procesiones y verbenas populares, con exaltación del maltrato animal incluido, pinchos y tinto de verano, terraza y tumbona,… fustigada por la incompetencia profesional y la indigencia ética de los trileros políticos que gobiernan el timón nacional.

España hace aguas en su economía y, en su hundimiento, amenaza con arrastrar a toda la ciudadanía, encabezada por los nueve millones de pensionistas, los mismos que, con su abnegado sacrificio y esfuerzo laboral, propiciaron el nivel de riqueza que pudimos disfrutar durante los pasados años y que tan diligentemente han dilapidado los inútiles elegidos para gestionarla, los mismos que se han blindado a si mismos con obscenos privilegios y prebendas costeados con el sacrificio de sus conciudadanos.

Y es que en España escasea el dinero para la Educación o la Sanidad, para los dependientes, para los medicamentos, para pensiones o para el subsidio de desempleo pero, sin embargo, ese mismo dinero abunda sobremanera cuando se trata de sanear a la gran banca o de mantener a tanta institución obsoleta, con sus correspondientes colocados del partido, tanta televisión partidista, tanto asesor inútil y todo aquello que, cueste lo que cueste, contribuya al mejor disfrute de los padres de la patria, padres que habitualmente disfrutan de familias ampliamente numerosas.

Entretanto, desde la hamaca, y a la espera de acontecimientos, otra cervecita bien fría, por favor.