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Mi querido verano

jueves, 02 de agosto de 2012
Tenemos siempre recuerdos de algo, unos buenos otros malos.
En este verano, sin serlo, por el tiempo, pienso todos los días, en uno no muy lejano, que me he sentido la mujer más feliz del mundo, mismo con dolor del alma, por la muerte de alguien muy cercano.

La ilusión era enorme, renací, ¡me sentí tan feliz y segura!
Todo era distinto, alegre, el tiempo, me acompañaba, sol, calor, sueños de otras épocas.

Me he dejado quedar medio año, no quería volver, vivía en un paraíso, donde el amargor no tenia sitio.

A mi manera, con ignorancia escribí, relatando, mis días y mi sentir.

Nunca mas lo pude repetir, no volví a poder disfrutar otro verano igual.

El tiempo, como cómplice de la parte peor de mi vida, vino y no marcha.

Deseaba que este año, de otra manera, pudiera disfrutar de nuevo mi playa, hundirme en las aguas tranquilas por la mañana sin nadie en la playa, mirar los barquitos volviendo al puerto con su pez.

Nada, solo deseo, me siento encarcelada, no se puede ir parte ninguna, no hay nada, junto con el viento fuerte, que no marcha y el cielo cargado de nubes, se siente el sabor de la tristeza, que aplasta la gente, la alegría que siempre esta presente en el verano, no existe.

Al tiempo el hombre no puede dar directrices, ni reglas, pero a la gente la ha sacrificado, obligado a cambiar su vida y las dos cosas juntas es tremendo.

Andando como si en Tailandia estuviera, cruzo las calles, en medio de la confusión del tráfago, oh en India, donde no existe pasos de peatones y hay que tener coraje, mucha, para aventurarme a hacerlo. En el momento presente, mi vida es casi asi, escapando, en medio de la confusión, en que me encuentro.

Perder las fuerzas, nunca, he llegado hasta aquí, continuar es mi lema, pero quería mi verano que tanto me ha dado, hace poco tiempo.

Si ya es difícil vivir por veces, luchando, con enfermedades, con disgustos de varias formas, ahora, casi no vivimos, parece que solo esperamos, ni sabemos el qué, por mi parte, solo cuando llega la hora de acostarme, sereno mi ansia de pasar un día mas, sin vivir como debía.

¿Hasta cuando? Por favor cielo, quédate azul, deja que el sol caliente mi alma y mirar el horizonte con las gaviotas, traspasando, el aroma del verano. Seguro que lo voy a tener, no pierdo la esperanza y mucho menos ahora, que tengo ayuda, para enfrentar la confusión, sea aquí o en el fin del mundo.
Sol que bronceas los cuerpos, ven, te espero ya mañana.
Nieves, Carminha
Nieves, Carminha


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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