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De la guerra y de la ciencia

viernes, 27 de julio de 2012
De la guerra y de la ciencia De la guerra y de la ciencia La actualidad nos aporta dos ejemplos en este mismo mes de julio que dan que pensar. La guerra y el fanatismo, representados por la belicosa Siria. Y la pacífica ciencia, que da un paso de gigante con el descubrimiento del bosón de Higgs, la partícula elemental móvil que forma la materia, el más importante hallazgo en 40 años. Cuanto más se aleje el mundo del primero, la barbarie, y más se acerque al segundo, el conocimiento, mejor será para todos. Lo decimos convencidos de la idea de que no podemos hacer nada ni en uno ni en otro caso, sino comentarlos.

Siria se ha convertido en la nueva manzana de la discordia entre Oriente y Occidente. De un lado, Rusia y China; de otro, EEUU y Europa, en medio Siria, país vecino de Turquía, Líbano, Irak, Jordania, Israel y el mar Mediterráneo, situado en un cruce de caninos e intereses de las potencias, posible nuevo polvorín del Próximo Oriente si Alá no lo remedia. Y ahora más.

Tal es el temor de los últimos días tras el atentado contra la sede de la Seguridad Nacional en el centro de la capital, Damasco, perpetrado por un suicida provisto de un cinturón de explosivos que hizo estallar. Mató al ministro de Defensa, Daud Rajha, a su segundo, al cuñado del presidente e hirió gravemente al ministro del Interior y a otros miembros de alto rango. Alcanzó de lleno a la cúpula militar. Supone un punto negro de inflexión no sólo para Siria sino para toda la zona, ya inestable de por sí.

Fue reivindicado a la vez por el llamado Ejército Libre Sirio, muy aireado en las agencias norteamericanas de noticias, y por Liwa al Islam, un grupo extremista musulmán. La inmolación del terrorista en el golpe de mano plantea la sospecha de que fue obra de Al Qaeda, la inasible y poderosa sociedad anónima del terror islamista. Sea como sea, la guerrilla urbana que se desarrolla en Siria, llega así al mismo centro neurálgico de Damasco.

El conflicto, que se encona día a día, dura ya 17 meses desde que comenzaron las revueltas en esta nueva manifestación de la de la Primavera Árabe. Los disturbios se han cobrado 16.000 vidas, a las que hay que añadir estos días doscientas más al desencadenarse una feroz represión del Ejército sirio que bombardea sistemáticamente los barrios de Damasco donde se han hecho fuertes los rebeldes, según las agencias de información. Todo parece indicar que el enfrentamiento, que arreció estas semanas, va para largo.

Como se preveía, los primeros intentos de detenerlo en el Consejo de Seguridad de la ONU han fracasado, chocaron con el veto de China y de Rusia, que tiene una base naval en el puerto sirio de Tartus. El ex secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, encargado del difícil caso, ha tenido que abandonar tras haber perdido la cara tres veces. Siria está entrando en la categoría de las cuestiones internacionales irresueltas.

“La situación en Siria está quedando rápidamente fuera de control”, advirtió Leon Panetta, secretario norteamericano de Defensa como un aviso a navegantes, queriendo decir que si nadie se ocupa de este problema, nos ocuparemos nosotros.

Estados Unidos, asegura, no ha armado a los rebeldes pero les ha concedido ayuda económica y ha mostrado su simpatía por ellos, ya sabemos a quien defiende la primera potencia y gendarme del mundo en este diferendo.

La prensa norteamericana da cuenta de que la Administración estadounidense está preparada para cualquier eventualidad, incluyendo la caída del régimen de Bachar el Assad. ¿ Qué pasará con su arsenal de armas químicas, uno de los mayores del Próximo Oriente?, es la pregunta que más parece inquietar al Gobierno del presidente Barack Obama , los sucesivos gobiernos sirios no han firmado la convención de 1993 que prohíbe su desarrollo y uso, según las crónicas y, sobre todo al israelí, que sopesa la posibilidad de destruir tales armas en un “blitz” aéreo.

A los demás lo que nos preocupa es que las armas químicas sean una excusa del Pentágono y de Israel para sentarle la mano a Siria aunque ello ponga en peligro la paz mundial.

Cuidado, la intervención en el país árabe puede convertirse en un cenagal de difícil salida. Siria está armada hasta los dientes. En una somera enumeración, recordemos que su Ejército dispone de 5.000 tanques, 4.000 blindados, 2.600 misiles antitanque según el último informe Military Balance publicado en Londres, amén de más de 40 barcos de guerra de diverso tamaño, 550 aviones de combate, más de 150 cazas Mig-23, la mayoría, armamento ruso, Damasco es uno de los mejores clientes de Moscú en material bélico.

Por eso, Sergei Lavrov, ministro de Exteriores de Rusia , ha saltado inmediatamente al quite calificando de “callejón sin salida” a una política de apoyo a la oposición siria. Defiende al Gobierno de Bachar el Asad a fondo, resueltamente, no cede ni un palmo. El pulso continúa.

Al lado de este sórdido relato en el que se habla de lo peor del comportamiento humano, brilla aún más el bosón de Higgs, reflejado en bellos esquemas publicados en la prensa. Es representado por un enmarañado lazo amarillo de mil puntas sobre fondo azul. El átomo es algo demasiado grande y grosero ya hace tiempo, ahora se ha descubierto que la materia esta formada por partículas elementales en movimiento.

En resumen, en el acelerador del CERN (Laboratorio Europeo de Física de Partículas), situado cerca de Ginebra , Peter Higss, de 83 años, toda su vida dedicado a la ciencia, ha encontrado, Eureka, una nueva partícula subatómica que todos llaman partícula Higgs pero que él, modesto como corresponde a todo científico que se precie, quiere que se llame simplemente la partícula H. Ayuda a explicar por qué existe la masa en las partículas elementales. Dicen los divulgadores que si el electrón no tuviera masa, no se formarían los átomos y sin átomos no habría estrellas ni planetas ni personas.

Antes de separarnos, permítanme que resalte que, como se subrayó al hablar del bosón de Higgs, el vacío no es la nada, el vacío es lo contrario a lo que estuvo lleno, la nada nunca fue nada.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


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