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No será por …

viernes, 27 de julio de 2012
ATALAYA.

No será porque no lo hubiéramos avisado desde estas, déjeme usted amigo lector llamarlas columnas, siguiendo la habitual denominación que reciben las opiniones cuando se publican en un medio escrito. Lo habíamos hecho, mejor dicho, lo hemos venido haciendo desde el primer incumplimiento del programa electoral del Partido Popular, con las inmediatas medidas anunciadas por el Gobierno de la ¿nación? Entonces, ya nos pronunciamos con toda firmeza contrarios a la subida de impuestos, y nos reiteramos en ello; nos pronunciamos también en contra de la naturaleza y forma de las reformas y recortes; en unos casos por considerarlos claramente insuficientes –es el caso de las subvenciones y la supresión de organismos inútiles (por emplear un término diplomático), y en otros por ser claramente injustos y contraproducentes –como es el caso de las dotaciones para investigación, innovación y desarrollo tecnológico, así como escasamente elaborados como todo lo que se ido instrumentando en torno a la educación, en lo que no se ha buscado la eliminación de las ineficiencias, que las hay enormes, y sólo se ha metido la tijera en términos de porcentaje sobre el presupuesto, y nada más, o muy poco más.

Es evidente, no puedo ocultarlo, mi desacuerdo con una parte muy importante de las decisiones tomadas por el gobierno; eso, en sí mismo, carece de importancia; estos dos inseparables, contradictorios y a veces conflictivos opinantes no representan más que una cuadragésimosextamillonésima parte de los ciudadanos españoles. Pero, ojo, ya comienzan a hacer patente ese mismo desacuerdo alguna otra millonésima parte más. Y no son millonésimos asociados a los habituales grupos que siempre se manifiestan en contra de lo que llaman la “derecha”; no, son espontáneos que tratan de expresar su enfado; pero no sólo contra el gobierno y sus medidas, eh. También contra una oposición que es culpable del estado de cosas. Una oposición, hoy representada mayoritariamente por la sempiterna coalición social-comunista, socialista-común (discúlpeme lector el juego de palabras que usted sabe que tanto me gusta), que disfrazada como es habitual con su etiqueta socialdemócrata, son los auténticos y únicos responsables de la situación que hoy estamos padeciendo.

Déjeme decirle que tal vez los únicos no; usted y yo tenemos la alícuota que nos corresponde. E insisto, aquí nadie es inocente, ya sea por complicidad, por comodidad o por ignorancia. Dicho queda.

Tampoco son espontáneos los autores de la iniciativa Por una Reconversión del Estado, a la que me he referido en una de mis anteriores atalayas, compartiendo con usted la decisión de adherirme a ella. Las razones de esta adhesión no son otras que la coincidencia con mis propios planteamientos sobre este transcendental asunto, y la confianza que me inspiran sus promotores, completamente alejados de cualquier atisbo de espontaneidad, y sí inspirados en el mejor espíritu de ayudar a recuperar la fortaleza que nos corresponde como gran país que somos. Ya sé que usted no tiene ninguna duda de que este amigo suyo no es contrario a la organización de un estado descentralizado, ya sea bajo la denominación del actual, o acudiendo al más universal conocido como federal. No, no discuto eso, más bien todo lo contrario. Defiendo la fortaleza de un estado en el que su administración esté cerca de los ciudadanos, y resuelva sus problemas en lugar de acrecentarlos.

Justo en el momento en el que estoy escribiendo estas líneas para usted, y para mí, me llega una comunicación de la referida iniciativa, que me tomo la libertad de reproducir a continuación (espero que sus titulares no me planteen una querella por esto), con el fin de hacerle partícipe también de sus principios y de mantener vivos los míos. Si usted desea conocer más a fondo lo que la iniciativa significa, visite el sitio www.reconversion.es.

Salve, mi querido amigo.



COMUNICACIÓN QUE SE CITA:

Transcurridos treinta días desde el lanzamiento de nuestra iniciativa Reconversión mediante la carta abierta al Presidente del Gobierno a la que usted se ha adherido, la tesis central de nuestro planteamiento se ha visto plenamente confirmada por la evolución de los acontecimientos. Pese a las sucesivas medidas tomadas por el Gobierno, la confianza de los inversores en España no sólo no vuelve, sino que se deteriora aceleradamente.

El motivo de este comportamiento de los mercados radica en que el Gobierno pone el énfasis en la reducción del déficit incrementando los impuestos directos e indirectos a la vez que recorta de forma horizontal y lineal partidas (retribución de los empleados públicos, I+D+i, infraestructuras, subsidio de desempleo…) que en su mayoría no son estructurales. Esta política ha de cambiar y el Gobierno ha de proceder a eliminar gasto estructural en las tres fuentes principales de nuestro desequilibrio presupuestario: las Autonomías, el sistema de beneficios sociales y el volumen excesivo de empleo público no funcionarial. Un Gobierno con mayoría absoluta en las dos Cámaras nacionales debe obligar de inmediato a las Comunidades Autónomas bajo amenaza de cortarles su apoyo financiero a: 1) cerrar o privatizar sus medios de comunicación 2) suprimir todas sus representaciones en el exterior y 3) eliminar entre el 80 y el 90% de sus entidades públicas (empresas, agencias, observatorios, fundaciones, consorcios…) por la sencilla razón de que son superfluas.

En una perspectiva de medio y largo plazo, el Gobierno ha de convocar ya al otro gran partido nacional para preparar conjuntamente una ambiciosa agenda de transformación del Estado que reduzca su tamaño, acabe con su complejidad y lo haga sostenible. Este programa de reformas profundas de nuestro sistema institucional y político ha de estar listo a la vuelta del verano para ponerse en marcha en otoño con un horizonte temporal de dos legislaturas. Quedan pocas semanas para que el Gobierno reaccione y demuestre a nuestros socios europeos y a los mercados que ha entendido la verdadera naturaleza del problema de España y que actúa en consecuencia. La alternativa es la intervención, tras la cual se hará lo que ahora el Gobierno no hace, pero impuesto desde fuera con la consiguiente humillación, retroceso de décadas en nuestro nivel de vida y pérdida de soberanía.

El objetivo de reconversión es la articulación de una potente corriente de opinión, visible e identificable, que obligue al Gobierno a cumplir con su deber que, en esta hora difícil de nuestra historia, no es otro que atender al clamor de la calle a favor de que siga sin demora nuestras recomendaciones.

Es de la máxima importancia que usted, como persona que se ha sumado a la iniciativa reconversión, se convierta en un activista y consiga en su círculo de relación social, familiar y profesional todas las adhesiones posibles expresadas a través de nuestra página web para que nuestra voz adquiera tal volumen e intensidad que al Gobierno le resulte imposible desoírla. Somos a día de hoy más de 30000 y hemos de multiplicar esta cifra.

España tiene un denso pasado en el que los españoles hemos demostrado que en los desafíos supremos sabemos estar a la altura de lo que la Nación nos exige por encima y más allá de la debilidad de nuestros gobernantes. Esta es una de estas ocasiones decisivas y no podemos ni debemos escurrir el bulto. Ánimo y adelante.
Balseiro, Manuel
Balseiro, Manuel


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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