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Ayer y hoy (la subjetividad condicionada)

jueves, 26 de julio de 2012
Aclaración

Amigo lector usted recibe de unos meses a esta parte desde Galicia en idioma gallego y de Buenos Aires en castellano, comentarios sobre la situación del CGdeBA. Pero en esta oportunidad haremos un breve paréntesis.

Sucede que quienes participamos de estas columnas somos ciudadanos del Estado español, y en nuestro ánimo no está optar por el silencio y esquivar la mirada de las gentes que deben soportar una situación como la que hoy conmueve a la península.

Aprovechamos además vuestra tolerancia para referirnos a ciclos de una historia que aunque parezca extraño, tienen una indisoluble relación con nuestro presente. Pero la interrupción de nuestra temática habitual es sólo momentánea y para gusto o disgusto de muchos volveremos a ella a la brevedad.

Comentario

Al hombre que día tras día consume las noticias que le suministra el periódico que busca afanosamente cada mañana, ó a la señora que durante el almuerzo o la cena aguarda frente a su televisor las novedades del día, les cuesta entender que el periodismo en general no está integrado por seres probos.

Los razonamientos más simples nos aproximarían a la conclusión de que no se hacen inversiones millonarias en los campos de la información, para colocarlos al servicio de los sectores más desprotegidos de la sociedad.
Cierto es que en un momento dado, cuando el humor popular se descontrola estos planes suelen alterarse. Y para no aislarse de la gente lanzan críticas demoledoras contra “la corrupción e insolvencia de la clase política” –que por supuesto en buena proporción son merecidas- aunque difícilmente apunten sus baterías hacia las grandes empresas multinacionales, o a los grupos financieros que en definitiva, son hoy los dueños del poder.

Puede que estas y otras opiniones ingresen al nivel de las controversias, pero hay una premisa que siempre convendría recordar. Lo que realmente procuran los grandes núcleos económicos vinculados a la información, no es que sus opiniones transmitan con fidelidad la realidad del mundo que nos rodea, sino las formas con que el gran público perciba esa realidad.

España 2012

En los últimos años la Europa Comunitaria ha decidido desmontar el Modelo Social Europeo surgido luego de la Segunda Guerra Mundial.

Paulatinamente van transformándose en letra muerta los derechos laborales basados en la seguridad, el empleo, la protección de los asalariados, pensiones, seguros de desempleo, educación y sanidad universales, junto a grandes empresas de servicios e incluso industriales.

Lamentablemente todo va sucumbiendo bajo el lema mas libertad y menos Estado, haciendo realidad un giro ideológico con el que las fuerzas de la derecha más conservadora se proponen implantar un tipo de sociedad diferente.

Quizás sea aventurado definir si quienes padecen la intensidad de esta crisis llegan a calibrar su gravedad. Esta no es una de las tantas tempestades socio-económicas y a su vez políticas, que pudieron padecer en épocas pasadas. Es la más severa que deben afrontar los españoles en tiempos de paz.

Y si algo identifica las consecuencias de estos fenómenos, es que sus costos siempre son afrontados por los estratos sociales de menores recursos.

A las gentes en general les cuesta discernir a que grupos sociales representan con mayor fidelidad sus gobernantes. Sobre todo porque en el camino que los lleva a conducir los destinos de una Nación, coinciden en sostener que harán todo lo que está a su alcance para lograr el bienestar y la convivencia armoniosa de sus habitantes, sin reparar en el estamento social al cual pertenezcan.

Pero la vida demuestra a cada paso que en tanto subsistan las condiciones de un ciclo en que el capital financiero procura consolidad su preminencia, esas posibilidades son cada día más remotas.

Los cambios que podrían modificar esta realidad, si excluimos las incógnitas que abre la situación postelectoral en Francia, no están en los cálculos de las principales potencias europeas.

Luego de escuchar la intervención de Rajoy en el Congreso el pasado 11 de julio, infinidad de hombres y mujeres que pueblan el Estado español habrán de meditar seriamente sobre las perspectivas de su existencia en los próximos años.

Y si los condicionamientos que aceptara el PSOE lo llevaron durante su gestión a tirar por la borda los residuos del progresismo que en algún momento acompañaran su labor de gobierno, los dirigentes del PP se han encargado de elevar la muralla que los separa –no sólo de sus promesas electorales- sino también de la mayor parte de la sociedad española.

Cuesta entender que para remediar las deficiencias estructurales de su economía se incluya entre los pilotos de tormenta a Luis de Guindos. El mencionado personaje tiene entre sus experiencias el haber sido Consejero Asesor de Lehman Brothers a nivel europeo y director en España y Portugal hasta su quiebra en el año 2008. Lo que no le impide ocupar el cargo de Ministro de Economía y Competitividad de su Gobierno.

Y si esta no fuera una razón para reflexionar sobre la idoneidad de los expertos a los que se confía la posibilidad de reflotar la economía, asoma en nuestro horizonte otro paladín de la decadencia. Sin el menor pudor, el funcionario argentino que dejó en su momento una cuenta pendiente para que afrontara el Estado de su país de 11.770.307.500 millones de dólares, llamado Domingo Cavallo, presume públicamente de su condición de hombre de consulta para el elenco que hoy gestiona la economía española.

(Recordemos que nos referimos a la deuda con las víctimas del llamado corralito que se está pagando mediante el Boden 2012 desde agosto de 2005 en dólares estadounidenses)

Como puede constatarse si no damos la espalda a la realidad, una vez más Europa está supeditada a las apetencias del capital alemán. Un impresionante grupo de poder que crece y se desarrolla en base a la colocación intensiva de sus productos en diferentes mercados, acondicionando a sus necesidades el funcionamiento de la Unión Europea. Aunque la trágica paradoja de esta situación es que quienes integran su periferia aceptan con llamativa mansedumbre su condición de postergados.

España 1936

Esta nota toma formas definitivas el 18 de julio de este año. En la misma fecha pero en 1936, Madrid despertaba con una huelga de camareros
Seguramente, si excluimos a los ideólogos de la conspiración antirrepublicana, el resto de la población –en su enorme mayoría- nunca imaginó que en nueve días, con la participación de un crecido número de siniestros personajes, alguno de ellos –hasta el presente- poco conocidos, serían testigos o partícipes de una guerra, en la que los españoles terminarían matándose los unos a los otros.

Todo fue muy rápido. Desde la noche del día anterior hay rumores de movimientos anormales en ciertas guarniciones militares. Horas más tarde un locutor radial da a conocer el parte meteorológico en el que anuncia “En toda España cielo despejado”. Era la señal que aguardaban los cabecillas del alzamiento.

El general Mola inicia la sublevación en Pamplona. Al grito de “Viva la República” Queipo de Llano subleva Sevilla. El avión inglés “Dragón Rapide” recoge a Franco en Las Palmas y lo traslada a Tetuán donde se pone al frente del Ejército de África.

Antonio Bolín Bidwell, Jefe de Prensa de los sublevados y el marqués Luca de Tena reclaman a Mussolini el cumplimiento de los apoyos militares ofrecidos en 1934. Y al mismo tiempo el Capitán Francisco Arranz Monasterio y los Jefes del Partido Nazi en Tetuán, Adolf Longehemm y Iohannes Beinhardt entrevistan a Hitler y Georeing en Bayreuth, para reclamar una inmediata ayuda militar.

Entre el l9 y 22 de Julio por presión de Gran Bretaña con apoyo alemán, la flota republicana debe abandonar el Estrecho de Gibraltar, con lo que queda libre el paso del Ejército de África a la península. Lo hará con el apoyo aéreo italo-germano.

El campo de batalla ya estaba preparado, da comienzo entonces a una confrontación feroz cuyo resultado todos conocemos.

¿Qué papel jugaron entonces los medios de difusión? Si exceptuamos todo
lo que en una guerra se considera información reservada, en lo esencial la prensa de las dos zonas obedecía a los cánones que imponía el conflicto. Citaremos un ejemplo. El periódico “ABC” que era monárquico, en la zona gubernamental adhería a la República, y el que se publicaba en la zona rebelde apoyaba la sublevación.

Las más graves inconsistencias y omisiones en el mundo del conocimiento tienen lugar al terminar la guerra. Esencialmente cuando los EEUU y Gran Bretaña, durante y después de la Segunda Guerra Mundial deciden apoyar a Franco por las necesidades derivadas del naciente mundo bipolar recordado como guerra fría. En ese espacio, más que la información las omisiones jugarán un papel relevante a la hora de preparar la aceptación del franquismo en el bloque occidental.

Desterremos en principio, para entender mejor lo que fue la España de posguerra, el latiguillo que limitaba lo sucedido en el campo de batalla a una victoria de los “nacionales” sobre los “rojos”.

Recordemos como apoyo a la realidad que el final de la contienda no fue un simple cambio de Gobierno, efectuado por métodos violentos. Se cambió la estructura constitucional y con ella se produjo una brusca alteración de los contenidos del Estado.

La guerra fue ganada por los sectores que a partir del 1° de abril de 1939 asumieron –sin oposición- el control absoluto de la economía. Y como lo saludable es llamar a las cosas por su nombre nos referimos a dos grupos oligárquicos. Con una composición que interpreta con fidelidad lo que la Real Academia adjudica a la palabra “oligarquía”.

Uno de estos grupos tomó bajo su control las finanzas del nuevo Estado-Partido. Y el otro, en sociedad con los grupos de la aristocracia que sobrevivieron a la República, pasó a concentrar la posesión de la mayor parte de la tierra española apta para la agricultura y la ganadería.
(Un “botón de muestra” de esta vertiente socio-económica, tal vez podamos hallarlo en la metodología empleada por los aviones Junker(alemanes) y Savoia(italianos) que al servicio de los sublevados atacaban Madrid. Nunca bombardeaban el barrio Salamanca. ¿Las razones? Era el reducto de los sectores aristocráticos, o si se lo prefiere “exclusivos”, de la sociedad madrileña. Actitud que hace pensar si la guerra, más que un enfrentamiento entre “nacionales” y “rojos”, como sostenían los rebeldes, no lo fue –esencialmente- entre ricos y pobres”

Con las facilidades que daba la victoria, dio comienzo el intento de instaurar un régimen fascista a imagen y semejanza de los que existían en Italia y Alemania. Pero con el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial y los reveses militares de las potencias del Eje, se fueron limitando sus rasgos más nítidamente fascistas.

El nuevo Estado concebido en la guerra civil se consolidaría posteriormente con el apoyo de dos poderes esenciales. El Ejército, que fue en todos los sentidos “el primero y más directo guardián del régimen”, y la Iglesia, “que había intervenido como beligerante en el conflicto de 1936”, dando contenido religioso a la contienda.

Frente a este cuadro de situación, dividida por años la oposición a la dictadura, e incapaz de ofrecer al conjunto del Estado una alternativa que superara la etapa dictatorial, llega la muerte del dictador.

Se inicia a partir de ese momento la etapa en la que los medios de información tienen un papel preponderante, a la que varios historiadores han de caracterizar como “la transición de la amnesia pactada”. En ella han de ocultarse responsabilidades, predisponiendo a la opinión pública nacional e internacional para que se acepte sin objeciones una ingeniería política, que instalando libertades públicas hasta entonces cercenadas resguarde “el orden social heredado”.

En aquel comienzo de la restauración monárquica tienen su origen gran parte de los trastornos económicos y sociales con los que hoy deben convivir los habitantes de nuestra tierra. Pero esa historia –de enorme riqueza- merece un tratamiento mucho más pormenorizado que el que hoy podemos asumir.
Montes, Xoaquín
Montes, Xoaquín


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