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¡Que se jodan!

jueves, 19 de julio de 2012
Así se expresaba el pasado miércoles en el Congreso de los Diputados la nunca suficientemente comprendida Andrea Fabra, digna vástago de su padre, el expresidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra, dos personajes que representan mejor que nadie a la derecha más rancia y casposa de esta España sin rumbo que, al igual que la saga de los Baltar en Orense, entienden la Democracia como un sistema hereditario en el que el poder se transmite de padres a hijos por la gracia divina.

¡Qué se jodan los parados!, interpretaron maliciosamente y sin justificación alguna los perversos socialistas. Y vuelvo a apelar a la incomprensión de la que es víctima esta sacrificada representante popular ya que, en el fondo, todas estas medidas tomadas por el Gobierno de Rajoy no son más que un meditado intento de acabar de una vez por todas con las últimas reminiscencias de la dictadura franquista contra la que, sin duda, lucharon encarnizadamente las huestes peperas que ahora rigen, con tanta abnegación y sacrificio, los destinos de España.

¡Qué se jodan los fachas!, es lo que quería decir la irrepetible “fabrita” cuando su presidente anunciaba la supresión de la paga extra de Navidad a los funcionarios, esa tradición fascista iniciada en el año 1944 por José Antonio Girón de Velasco, representante político del ala más dura del franquismo. Espero igualmente que, en esta especie de “auto de fe” para limpiarnos de todo vestigio franquista, al presidente Rajoy, paladín de la democracia en estado puro, no le tiemble la mano para suprimir también la extra de Verano, otro repugnante vestigio franquista instaurado para conmemorar el día del Alzamiento Nacional. Los españoles sabremos reconocerle y premiarle adecuadamente los descomunales esfuerzos que el Presidente realiza para purificarnos de tanta reminiscencia facciosa.

Los españoles agradecemos igualmente y presumo que de forma especial los parados, que el Presidente haya preservado todo el sistema de privilegios en el que se ha instaurado la clase política “and friends”, ya que no soportaríamos el sufrimiento que les causaría el cierre de “embajadillas autonómicas”, diputaciones provinciales, ayuntamientos ficticios, empresas públicas para colocación de amigos, etc o el prescindir del innumerable parque de coches oficiales pero, por encima de todo, estamos preocupados por el mantenimiento de las televisiones públicas. Me aterra la sola idea de lo que sería una noche de viernes sin el placer de poder ver Luar.

Llegará, por tanto, un día en que al grito del ¡qué se jodan!, recordaremos entrañable y agradecidamente a la diputada Fabra, cual Agustina de Aragón, como una heroína defensora de las más puras esencias democráticas que, por defendernos y protegernos de indeseables reminiscencias facciosas, tuvo el valor de enfrentarse a pecho descubierto con toda la bancada sociata, aún a riesgo de perder su cargo, y su sueldo, el bien más preciado para cualquier político patrio.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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