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San Juan de la Cruz

jueves, 05 de julio de 2012
Sextinas


SAN JUAN DE LA CRUZ

Aquel fraile entró en la fría celda,
lóbrega y pestilente, aire poco,
el hueco era opresivo, luz de ojal.
Por su cauce corría el río Tajo,
y el fraile oía las voces de la calle,
y escribía las Coplas y la Llama.
Noche oscura, las Coplas y la Llama,
escribió el pobre fraile en esa celda.
Lo animaban las voces de la calle,
pero en la celda se veía poco,
y escuchaba marchar el río Tajo,
nueve meses mirando aquel ojal.
Era una saeterilla, aquel ojal,
por ella se colaba una llama.
Al otro lado se iba el río Tajo,
que mojaba la casa de la celda,
y pasaba la luz, poquito a poco,
al ojal con las voces de la calle.
Cantos de pastorcitos en la calle,
todos entraban por aquel ojal,
y Juan los aprendía, poco a poco,
esperando la luz, aquella llama,
para poder cantarlas en su celda,
con la música suave del río Tajo.
En verano las aguas del río Tajo,
refrescaban las voces de la calle,
que llegaban rimadas a su celda.
Lo henchía de ilusión aquel ojal,
que alumbraba la celda con la llama,
aquella luz del día, poco a poco.
Nada en verano, en invierno poco,
preguntadle a las aguas del río Tajo,
que veían entrar aquella llama,
entrar como las voces de la calle,
por aquel pequeño ojo, aquel ojal,
que miraba allende de la celda.
Sobre el Tajo se ve desde la calle,
encendida una llama en una celda,
que hace un poco más grande el ojal.

SAN JUAN DE LA CRUZ, MI AYO.

Te quiero mi poeta, santo y ayo,
te pusieron la cruz igual que a Cristo.
Oh San Juan de la Cruz, sin ti no vivo,
y yo vivir sin ti y sin Dios no puedo
y no puedo dormir sin ver de noche,
sin la luz de ese amor de viva llama.
Tu voz desde tu celda a mí me llama,
en ella está encerrado mi buen ayo
que vive sin vivir, sólo en su noche,
escribiendo al Señor Amado Cristo.
Quiero ser como tú, pero no puedo,
porque yo no soy tú, no soy tan vivo.
¿Adónde te escondiste? ¿Sigues vivo?,
hiriendo tiernamente con tu llama.
Yo quiero arder contigo, mas no puedo
en la llama que arde mi buen ayo,
en la que arde el Esposo Amado Cristo,
que alumbra la ceguera de la noche.
Con la mística luz para esta noche,
saldré a buscarte y andaré muy vivo,
hasta encontrarte a ti y al amado Cristo,
entre el claror de la piadosa llama.
Y me arde el corazón, amado ayo,
porque a veces llegar a ti no puedo.
Si mi alma lo pretende, sí que puedo,
andar entre las sombras de la noche,
seguro de encontrar a mi buen ayo
y lo haré mientras me mantenga vivo,
mientras me alumbre el fuego de tu llama,
mientras tu amor me guíe y el de Cristo.
Como tú yo también le escribo a Cristo,
un cántico de amor escribir puedo,
a la luz de tu lámpara, tú llama
que alumbra las cavernas de la noche.
Tú cántico me inspira, está vivo,
tus canciones del alma, oh, mi ayo.
Y he de buscar a Cristo con mi ayo,
caminaré si puedo día y noche,
me alumbrará la llama y andaré vivo.
Piñeiro González, Vicente
Piñeiro González, Vicente


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