Contradicción bancaria

Acabamos de conocer por la prensa que el juez de la Audiencia Nacional, don Fernando Andreu, ha decidido archivar la denuncia contra el presidente del Banco de Santander, don Emilio Botín, junto con su hermano Jaime y sus hijos respectivos, por un delito contra la Hacienda Pública y falsedad documental, que se estaba siguiendo contra ellos como consecuencia del hallazgo de un patrimonio de unos “2.000 millones de euros” que la familia Botín mantenía oculto en un banco suizo.

Mi enhorabuena a los Botín por tan grata noticia, pero no deja de ser paradójico que el presidente de un gran banco como el Santander, el más importante de España, al menos en lo que se refiere a su tamaño y uno de los más importantes del mundo, del que ha alardeado tanto y tan reiteradamente acerca de su solvencia y de su rentabilidad, no muestre en cambio el menor recato en mantener semejante fortuna personal en una entidad de la competencia que, para más regodeo, tiene su sede en Suiza, conocido paraíso bancario para todo tipo de fortunas, especialmente las de dudosa procedencia. ¿Qué se supone que deberían pensar los millones de ahorradores, tanto españoles como de otras nacionalidades, que mantienen sus fondos en el banco de Santander, al contemplar como su presidente, el señor Botín, en lugar de depositar sus “ahorrillos” en su propio banco, bajo su supervisión personal, no duda en cobijarlos en un banco extranjero?

Por otra parte, ¿que deberíamos pensar el resto de los españoles sobre las perspectivas de la economía española y sobre las personas más relevantes encargadas de mantenerla a flote, cuando comprobamos que dichas personas, al tiempo que animan a los demás ciudadanos a confiar en nuestro sistema financiero, tratan de proteger su patrimonio personal, alejándolo de nuestro país para depositarlo en paraísos fiscales en los que, sin duda, tienen mayor confianza?

No es que me haya ofrecido nunca demasiada credibilidad ni el señor Botin ni la entidad que preside desde hace tantos años, pero la denuncia archivada es más aclaratoria para la opinión pública que los múltiples y brillantes discursos con los que pueda sorprendernos el citado banquero y es que algunas veces, y sólo algunas veces, una imagen vale más que mil palabras.