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Por insistir …

viernes, 25 de mayo de 2012
ATALAYA.

Venimos escuchando y leyendo las reiteradas afirmaciones de todo el arco político socialdemócrata, y de ahí hacia la izquierda, como por otra parte no podía ser de otra forma, en contra de las políticas de austeridad, incluidas por supuesto, las de algunas personas galardonadas con Premios Nobel, completadas con extraordinarias alabanzas de las políticas de gasto, según todos ellos generadoras de crecimiento.

Es también extraordinario leer cómo uno de esos premiados afirma su intolerancia hacia quienes dicen estupideces, además de presumir de haber acertado en según qué predicciones había hecho en el año 2010 sobre lo que está ocurriendo ahora (2012), y afirma que va a ocurrir en los años siguientes, amenazándonos con todos los males habidos y por haber.

Pues, amigo lector, el Premio Nobel Balseiro (hombre, si algunos de estos gurús han obtenido tal galardón ¿qué tiene de extraño que este servidor de usted, que escribe estupideces parecidas, se adscriba a tal premio? Claro que los apologetas de los tales nobeles ya se apresuran a decir que, claro, que al menos a uno de ellos, el Premio Nobel se lo concedieron por sus trabajos de investigación en otros campos diferentes a aquellos sobre los que, con igual derecho, usted y yo nos pronunciamos.

Permítame compartir con usted algunas estupideces, con las que me diferencio de los otros.

En primer lugar, para este servidor de usted, expresar opiniones en y con libertad no es materia de intolerancia, si acaso, y no en todos los casos, lo sería de perplejidad. Para un cristiano liberal, la intolerancia se despierta sólo contra los intolerantes; y para eso, exclusivamente desde una perspectiva dialéctica. Bien, despachar un asunto como éste en dos o tres puntos y seguido conduce inexorablemente al error, que espero que usted sepa disculpármelo, en aras de una arriesgada simplicidad, porque no hay que agotar los temas de una sola vez ¿no le parece?

En segundo lugar, si hubiese que presumir de predicciones acertadas, el Premio Nobel Balseiro lo hizo ya en 2007; y estoy completamente seguro de que usted también, pero a usted no se lo concedieron ¡vaya a saber por qué!, como tampoco le concedieron, ni se lo concederán créame, por estar sufriendo desde entonces las consecuencias de políticas totalmente desacertadas llevadas a cabo por los socialdemócratas, y de éstos hacia la izquierda, cuando tuvieron las riendas del gobierno.

En tercer lugar, y caballo de batalla, oponer austeridad y crecimiento, supone ignorar el verdadero significado de los términos, cuando no utilizarlos en defensa maliciosa de determinados intereses políticos y económicos. Afirman que el crecimiento se fomenta con un incremento del gasto público, y para ello se apoyan en las políticas sugeridas por J. M. Keynes, y aplicadas en el New Deal de Roosevelt para sacar a los EE.UU. de la depresión de 1929. No tienen en cuenta, o no les interesa tener en cuenta, en su inventado neo-keynesianismo, que en el moderno concepto de “subsidiaridad del estado”, además de necesarias inversiones, naturalmente que se incluyen políticas de gasto y consecuentemente son aceptables determinados niveles de déficit público; no les interesa tener en cuenta que en la determinación de dicho déficit, y por consiguiente de la deuda, el propio Keynes ponía los límites en la capacidad de generar subsiguientes superávits fiscales suficientes para cumplir con los compromisos de pago. Por otra parte, si algo ha diferenciado a los EE.UU. de la mayoría de las naciones a lo largo de su historia, es la búsqueda permanente de eficiencias en la utilización de sus recursos, y la persecución del despilfarro ha estado siempre presente, aunque con variadas experiencias de éxito.

Así puestas las cosas, el “post-keynesianismo” del Premio Nobel Balseiro (tan falto de verdad lo uno como lo otro), implica lo que también reiteradamente éste viene sosteniendo: aplicar medidas de austeridad, entendidas como la eliminación de todo gasto inútil e ineficiente, es decir, despilfarro (no entiendo por qué tengo que insistir tanto en ello), y los recursos así liberados utilizarlos en la mejora de las estructuras productivas, en el fomento a la creación, en la mejora de las condiciones de trabajo (tecnológicas, salariales y de regulación) … en suma, en todo cuanto represente generación de riqueza y un aumento de la competitividad ¿Podría alguien responderme si las subvenciones incontroladas a los sindicatos, a los partidos políticos y a las organizaciones empresariales, junto a una cantidad ingente de organizaciones que suplantan a la ya de por sí pesada estructura del Estado, se sitúan en la línea de los dos aspectos apuntados? ¿A qué obedece que España tenga un número exorbitado de de cargos políticos?

Sr. Rajoy, siga usted repensando el Estado, pero no tarde en actuar con profundidad en estos campos. Si lo hace, verá usted como gana en credibilidad, dentro y fuera. Como también la ganará si premia usted a quien hace bien los deberes, y no transige con quienes hacen recortes en áreas sensibles e imprescindibles, y no eliminan “embajadas, televisiones, aeropuertos fantasma … usted ya me entiende ¿o no?

Por insistir … que no quede. Salve, como siempre.
Balseiro, Manuel
Balseiro, Manuel


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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