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Buenos Aires: una mirada al futuro

jueves, 24 de mayo de 2012
CE N T R O GA L L E G O DE BU E N O S AIR E S
( Una mirada al futuro)

Este cronista es parte de los miles de gallegos que arribaran a Buenos Aires en barco, junto con sus padres, como pasajeros de tercera clase. Podrá deducirse de este dato que conoce al Centro Gallego desde hace bastantes años.

Tiempos en que la emigración gallega era en buena parte joven. Colmaba con sus presencia las fiestas de sus sociedades parroquiales o comarcales, y elegía para curar sus males del cuerpo y no pocas veces del alma un Centro Gallego, con tantos o más socios que habitantes tenían ciudades importantes de Galicia.

Pero esto es historia, una parte de la historia que tenía como contrapartida lo amargo del desarraigo.

Nos hemos referidos en el primer trabajo de este mes de mayo, a una de las alternativas que deberían afrontar como tarea sus actuales dirigentes: la de refundar el C.G. de BA. Obviamente, no sería en el marco del tiempo espacio al que aludiéramos anteriormente. Muchas cosas han cambiado desde entonces.

Nuestra emigración ha envejecido, y la vida se ha encargado de dejar en el camino a figuras de enorme valía. Diferentes en sus ideologías, pero con un comportamiento militante en el que solo contaban las posturas políticas o sus diferencias en las formas de interpretar la realidad de Galicia.

Nunca pudo endilgársele interés alguno por la búsqueda de actividades “rentables” o la posibilidad de lucrar desde los cargos a los que arribaban, en la mayoría de los casos luego de ásperas confrontaciones con sus paisanos.

Simbolizan, sin saberlo, la política en su estado de pureza con aciertos y errores. La otra vendría luego, con los “funcionarios” de algunos partidos políticos tradicionales. Por lo general, muy bien retribuidos y en su mayoría incapaces de trnasmitir con propiedad los programas o iniciativas de las fuerzas a las cuales pertenecíasn.

Era lamentable observarlos en sus tareas de captación, procurando “convencer” mediante el incentivo de la prebenda, o el compromiso que con los años suele facilitar el amiguismo, en la más pedestre de sus acepciones.

Podrá intuirse, por lo que hasta aquí fuera publicado en estas columnas, cual es nuestra valoración sobre los esfuerzos de quienes hoy gobiernan el CG de BA, para arrancar a la entidad del estado en que la dejara un gerenciamiento de “amigo”, “compadres”, o “correligionarios”. Todos ellos funcionales a un poder de turno, al que no le tiembla el pulso cuando debe acudir al varapalo a lo que nos obliga a emplear términos que hasta hoy no emplearíamos.

¡Basta, señores!. Si como es notorio vuestro representante viajero no llega con el propósito de reparar el daño causado, al menos que no trate de impedir que otros lo hagan.

Es obra de gentes con discernimiento precario imputar mala disposición o “incompresiones” a un conjunto de voluntades que, con la prudencia que es obligado señalar, procurar, en todos los niveles apropiados ayudas que permitan cumplir con sus compromisos financieros.

Digamos que, por informaciones recogidas en torno a estas operaciones, que algunas pueden concretarse. Pero como nuestra labor de cronista excluye las “aprobaciones a libro cerrado”, no podemos silenciar que en el mayor de los casos serán soluciones provisorias para el corto plazo.

El CG de BA ha levantado en su momento una obra formidable que excede lo que pueda estimarse como necesidad para la atención de la colectividad, y esta situación no tiene posibilidades de revertirse, ni aun incluyendo la presencia de descendientes o familiares.

Hay además una masa societaria de avanzada edad, disminuida por las dificultades que ha debido soportar en los últimos meses. Panorama nada halagüeño por tratarse de socios en el ciclo vital en que se requiere una mayor y más costosa atención. Y en el que ni siquiera atravesando las mayores dificultades pueden quedar libres a su suerte.

A esta descripción habría que añadir la estructura laborar de la Institución estimada entre 1.300 y 1.400 integrantes de una plantilla que incluye el personal que cubre diferentes funciones junto al cuerpo médico .

Como puede percibirse, una especie de “bomba de tiempo” en la medida que no se halle la fórmula aque permita en lo inmediato regularizar el pago de sus haberes.

En la nota que desde esta columna diéramos a conocer en la primera quincena del mes de mayo, nos referiamos a la posibilidades del CG de BA para actuar mancomunadamente con organismos oficiles de la Sanidad argentina.

Actuación que no puede concebirse como un acuerdo coyuntural sino como una decidida incorporación al sistema.
Y esta decisión, impostergable, para una Mutual que ya no cuenta en su interior, ni en sus aledaños, con el respaldo masivo de gallegos jóvenes.

Se tendría que tomar formar concretas en el corto plazo.

Cuidado: por momentos, las imágenes de un pasado dinámico y eficaz, en otro marco social, pueden recrear en los sentimientos de gentes bien intencionadas la posibilidad de volver a épocas de gloria olvidando, quizás, que su deber presente está cumplido si son capaces de revitalizar su orgullo, garantizando que su identidad logre el pleno cumplimiento de la función para la cual fuera creada.

Hay dos formas de avanzar en esta dirección: por acuerdo de los Cuerpos Orgánisos y el núcleo más influyente en la vida de la entidad – hoy en el gobierno- o por el imperativo de las circunstancias.

Si se opta por la primera de las opciones, las posibilidades de negociar de quienes hoy dirigen al CG de BA, podrán alcanzar acuerdos ventajosos tras los que será posible mantener, e incluso mejorar, los actuales niveles de atención sanitaria para sus asociados conservando al mismo tiempo las esencias culturales de la institución.

Pero si las vacilaciones llevan a la segunda de las opciones, los términos de cualquier acuerdo han de variar sustancialmente. En estado de emergencia las pautas de una solución, por lo regular, son facultad de quienes acuden al salvataje. Lo que conlleva, con riesgo adicional, no solo perder los resortes esenciales de lo que ha de ser la futura gestión del hospital, sino también en ver afectada la vertiente que define su identidad.

Sea cual fuere el procedimiento, convendría no olvidar uno de los componentes que con frecuencia se presentan envueltos en la bandera y cantando el himno de Galicia.

No es un truco nuevo, ya fue insinuado en algunas mesas, antes y después de que el alcohol mostrara sus influencias, ofreciendo millones de euros (si aun existen) para salvar al Centro Gallego. Pero, claro está, con la condición de que renuncie su Junta Directiva.

Antes de finalizar esta nota queremos hacer llegar nuestro reconocimiento a decenas de trabajadores del Centro que aun sin tener sus retribuciones al día han decidido mantenerse en sus puestos. Y a los que sustentan una peculiar interpretación de lo que son las formas de la lucha social en una casa sin patrones, pedirles la oportunidad de compartir esta reflexión.

Eb el desarrollo de una guerra civil que perdieran todos los españoles de a pié, grupos de incontrolables en represalia con el nefasto papel del Alto clero dedicaron, en algunas ciudades, al saqueo y al incendio de iglesias. Los universitarios agrupados en la FUE, opuestos al golpe militar y partidarios de la República, dieron a conocer un comunicado cuidadosamente silenciado por la prensa conservadora en el que expresaban que las centenarias imágenes religiosas son parte del patrimonio cultural de nuestro pueblo. ¡No las destruyas!.

El Centro Gallego es parte de la comunidad en que vivimos. Es y será el lugar de trabajo de hombres y mujeres argentinos. No se resuelven los problemas existentes destruyendo sus instalaciones.
Montes, Xoaquín
Montes, Xoaquín


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