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Don Quijote en Auschwitz

martes, 22 de mayo de 2012

SINOPSIS DE GUIÓN PARA CINE
DON QUIJOTE EN AUSCHWITZ

No cabe duda que cuando hablo de Don Quijote de la Mancha siento un enorme cariño. El tema no es precisamente delgado porque este personaje universal se parece a mí, se parece a todos nosotros.

Aunque ya se han rodado muchas películas sobre el caballero de la triste figura, o en las que se habla de él a veces con risas, en esta película también hay lágrimas y como dice Roberto Benigni en el prólogo de”La vida es bella” que, “como dicen las sagradas escrituras, cuando la risa brota de las lágrimas el cielo se abre”.

Esta historia de destinos inciertos está ambientada en un país comunista de la órbita soviética y en un campo de concentración alemán que se parecía al infierno. La idea de mezclar en una película algo tan trágico como lo ocurrido en Auschwitz con algo de pura fantasía como Don Quijote de la Mancha es porque así en la película se pueden mezclar imágenes que por momentos remplacen el horror por la esperanza y en primer plano la vida ante la muerte.

La libertad con la que Petrauskas estaba obsesionado hasta el punto de arriesgarse a iniciar la fuga de Auschwitz Birkenau apoyándose en esa ley por la cual todo va a parar a su molino, una valentía siguiendo la claridad de la luz propia sin caer en desalientos o depresiones cuyas tinieblas alejan el maravilloso mundo de la fantasía.

Don Quijote estuvo en Auschwitz, prueba de ello es que le ayudó a Petrauskas a sobrevivir como partisano luchando en los montes de Naliboki contra los stukas y el ejército alemán después de haberse fugado de la escuela de albañilería de Auschwitz Birkenau. Sin Don Quijote nunca lo hubiese conseguido.

El milagro es que había logrado sortear a sus perseguidores, esquivarlos dentro de un perímetro de unos 40 kilómetros cuadrados, salir de un campo cercado por alambres de púas electrificados y patrullados por soldados SS acompañados de perros. Tal vez para Petrauskas, como para Don Quijote, los guardias SS, los perros y las alambradas eran personajes de ficción, pero Petrauskas era un personaje real, él existía, y como los caballeros andantes que también han existido, Petrauskas combatió, y después de la lucha que empezó el día que Hitler llegó al poder y se le metió en la cabeza exterminar a los judíos, herido en la batalla por sobrevivir tuvo que ponerse en cura, primero con los partisanos que lo habían encontrado y en la Nueva Jerusalén del clan de los Bielski (Don Quijote había ido a curarse a la casa del Nuncio de Toledo.)

Los horrores de Auschwitz Birkenau se ven a pinceladas porque más que una película de horrores quise escribir una película fantástica. Evidentemente después del guión, el resto ya no depende de mí, pero lo que si aclaro es que la película no es de ciencia ficción en donde no hay nada real porque los horrores se ven.

En esta película hay un marco histórico pintado en el argumento. Don Quijote en Auschwitz se desarrolla en tres partes; en la primera, Elí privado de sus seres queridos y amigos siendo casi un niño y después de haber sido liberado de Auschwitz Birkenau por el ejército soviético, regresa a Kaunas (Kovno) de donde salió en el año 1943 con destino a Auschwitz, y veinte años después intenta escribir una novela sobre algo que no se le va de la cabeza y que tiene que ver con uno de los alumnos de la escuela de albañilería de Birkenau que había dibujado en los tablones que tenía delante de sus ojos en la litera que estaba por encima de la que él dormía la figura de Don Quijote de la Man-cha y su escudero Sancho Panza.

Aquella imagen estaba ahí, siempre viva en su cabeza y siempre le volvía a florecer cuando ponía la mirada en el pasado.

El Quijote fue traducido al lituano en 1942, así que aquel muchacho judío de la escuela de albañilería pudo haberlo leído en la casa de algún profesor que ponía escuela en el gueto o en casa de este cuando los libros fueron retirados después de la Gran Acción. Al escribir la novela (que más tarde vio penosamente interrumpida por el interés mostrado por la policía secreta o gente del KGB), cuenta la historia de amor entre él y su mujer, Marganit, de la que se enamoró perdidamente desde el día que la conoció en un autobús en Vilna, ciudad a la que Elí tuvo que desplazarse desde Kaunas por razones laborales. Ella está soltera, vive con su madre adoptiva y no tiene compromiso, Él tampoco lo tiene.

Elí ha realizado estudios de pedagogía en una de las escuelas del gueto de Kovno, ahora trabaja de carpintero, oficio que también aprendió en el gueto cuando se prohibieron los libros. Durante veinte años vivió como un hombrecillo amargado por los recuerdos, dedicado en sus horas libres a hacer figuras del Quijote, representaciones del casco histórico barroco de Vilna y trabajando en una maqueta del campo de exterminio. Como Marganit es inteligente, licenciada en Bellas Artes, le ayuda a cambiar y empieza a vivir la vida de una manera diferente, más activa, deja volar su imaginación, quiere escribir una novela, está enamorado y es un poco más libre. Poco a poco sale de su secuestro, el peso que lleva a cuestas desde hace veinte años empieza a ser más ligero, el embarazo de Marganit le llena de alegría y de vigor.

Los dos son judíos, ella, huérfana, adoptada por una familia lituana también tiene su historia. No hay otra manera de salir del paso. Soportan el primer invierno juntos, él escribe, ella está embarazada. Las condiciones ahora son un poco más satisfactorias. Llega la segunda parte de la película que coincide con la primera par-te de la novela que Elí está escribiendo.

La escuela de albañilería, Don Quijote en Auschwitz, se pone manos a la obra, pero también hace otras cosas, trabaja, escribe y ayuda a Marganit. Elí escribe la historia de Petrauskas, alumno de la escuela de albañilería que se fuga del campo de exterminio, la cuenta como se la imagina, como le dicen que ocurrió algunos de los inquilinos más veteranos de Auschwitz Birkenau. Escribe cada pasaje, cada página procurando salir del paso, mezclando realidad y fantasía quijotesca, piensa en el campo de exterminio, lo describe, lo repasa en su cabeza, le llegan imágenes y recuerdos, otras veces fantasea viendo las escenas quijotescas en su imagi-nación que se empeña en contar y describir, hace su trabajo.

Describe la construcción de los hornos crematorios que construían los alumnos de la escuela de albañilería, las relaciones entre ellos, el trabajo diario, el hambre, la sed, los golpes, las colas para entrar en las duchas y en la cámara de gas provisional, las historias de familias rotas, las comidas y los barracones, los kapos, la cobardía y el intento de buscar quién le ayude en la fuga, la manera de ver la vida de algunos de los prisioneros que ven el campo abarrotado de uniformes y símbolos como un infierno del que es imposible salir; la violencia como la habida en todos los campos de concentración, la maldad, el miedo que se nos transmite a todos, que todos identificamos y el contraste entre las monstruosidades y el amor a la vida de Petrauskas que lo ve con la imaginación de Don Quijote de la Mancha, que también estuvo prisionero así como su creador Cervantes que se inventó la historia preso en una cárcel.

En la película a veces quedan al margen las escenas más crueles que aunque no se ven en la pantalla se verán en la imaginación del espectador porque esas imágenes no se pueden negar, las imágenes son de hombres y mujeres que lo dicen todo. Es una película en la que la mayor parte de las imágenes salen de la mente de un niño secuestrado, rodeado de maldad, sin familia y amigos, teniendo como úni-co amigo a aquel caballero de la triste figura que lleva en su imaginación porque el libro le fue requisado al llegar a Auschwitz.

De lo que se trata es de que aquellas miradas toquen la fibra sentimental del espectador, ya que, después de tantos años de historia, la muerte de millones de judíos en los campos de exterminio, que no pueden ser contados, renombrados y consumidos es necesario este juego de irrealidad y de fantasía en la mente maravillosa de un niño que sueña que aquel caballero que porta una lanza viene a lu-char con los molinos de viento representados en las torres de vigilancia que tienen una aspa con la forma de una esvástica.

Como ya he dicho, Elí dejo de escribir su novela después de publicar el primer capítulo en un diario y recibir la visita del KGB porque según ellos debía citar a los que habían liberado a los judíos de morir gaseados.

La tercera parte la remata cuarenta años después la hija de Elí y Marganit, que investiga y conoce al verdadero protagonista de la historia, Petrauskas, que como ya digo al principio después de la fuga estuvo alistado en la resistencia con los hermanos Bielski luchando contra los nazis por los montes de Naliboki.

En definitiva, dice ella casi al final de la película, el tiempo pasó, corrió, voló como una pluma sobre una página que va cargada, más que de tinta, de inspiración. Mi padre había aprendido la sabiduría de la vida leyendo nuestra religión, la Biblia Hebraica y El Quijote. Él, como Petrauskas, salió de un sueño a una realidad impía, viviendo otra vez en un régimen de terror político casi tan cruel como los regímenes de terror religioso habidos en la época inquisitorial.

A veces leían la Torá, en donde aprendían las historias buenas y malas que les sucedían a personajes muy humanos. Las enseñanzas que mejor había aprendido tanto de la Torá como del Quijote fueron aquellas obtenidas para dar amor. Él, como el Quijote, sólo quiso hacer el bien, incluso escribir bien su novela, contar bien su historia, pero como al caballero de la triste figura, lo que intentaba hacer bien a veces le resultaba mal. La Torá dice que hay que tener fe y amor para creer y Don Quijote nos dice que sólo se tiene fe si se cree en el amor.

La fe de mi padre estaba en nosotras, en mi madre y en mí, nosotras fui-mos su razón de amor y gracias a ello nunca enflaqueció.
Piñeiro González, Vicente
Piñeiro González, Vicente


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