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Indignados y ¡sin fútbol!

viernes, 18 de mayo de 2012
Coincidiendo con el primer aniversario del movimiento 15 M y con miles de ciudadanos que se congregan en las principales capitales españolas para manifestar su rechazo a la jerarquía política, nos enfrentamos al primer fin de semana sin fútbol, al menos en lo que se refiere a la primera división; ¡enhorabuena al Real Madrid y a toda la parroquia madridista por su flamante e histórico campeonato!; ¿y ahora, qué?

A lo largo de toda la temporada y en torno al fútbol, los españoles hemos experimentado fuertes emociones, alegrías y decepciones, nos hemos reunido y hemos discutido con amigos o con “rivales deportivos” en torno a la competición liguera, pero ahora, una vez se ha echado el telón en los estadios, a los aficionados no nos queda otra que centrarnos en los problemas cotidianos; los goles o los penaltis injustos que formaban nuestros temas de debate dejarán paso a temas mucho más agrios y aburridos como la crisis, el paro o la prima de riesgo.

Mesi y Ronaldo ceden su protagonismo a Urdangarín, Torres, las preferentes, los “campeones”, los ERES andaluces o el interminable esperpento de la corrupción hispana. Sólo de pensarlo me entran ganas de vomitar.

En aquellos ya lejanos tiempos del “tío Paco”, cuando se televisaba un único partido los domingos por la tarde, decían los progres de entonces que el fútbol era el opio que usaba el régimen para mantener embobado al pueblo, en su mayor parte analfabeto. Hoy, que tenemos fútbol a diario y por duplicado, nadie se atreve a argumentar tal despropósito pero, para los que somos futboleros de verdad, con el parón liguero se percibe en el horizonte un elevado riesgo de caer en un peligroso síndrome de abstinencia o, lo que sería peor, de padecer un ataque de depresión al hacernos conscientes de la penosa realidad por la que transitamos: de Bankia a la quiebra económica que se cierne sobre nuestro país, de la corrupción generalizada, que no respeta ni a la Casa Real, a la decadencia ética de nuestra sociedad.

Hemos disipado nuestra atención en vanas discusiones sobre lo anecdótico, para acabar olvidándonos de lo trascendente, pero ahora, ya sin fútbol, no nos queda otra que aterrizar en la dura realidad que se cierne sobre nuestra sociedad, la realidad de la corrupción de banqueros, aristócratas, políticos y demás bestiario ibérico, para acabar integrándonos en la gran familia de los indignados del mundo.

Espero al menos que, desaparecido el balón, las televisiones, esas grandes “educadoras de masas”, se apiaden de nosotros y mantengan el “gran hermano”, los cotilleos y la telebasura; quizás así podamos sobrevivir hasta la eurocopa.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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