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Evolución del alma

lunes, 14 de mayo de 2012
El alma es energía de amor y al encarnar, al estar en la tierra necesita ser materia, concretarse. De este modo, somos cuerpo y espíritu. El alma necesita el cuerpo, de lo físico, para llevar a cabo su misión, aprendizajes y evolución.

Aunque como almas, hayamos elegido vivir unas determinadas situaciones para poder aprender y evolucionar, podemos decidir no realizarlas, pues somos los responsables de nuestros actos y decisiones. Esto no conlleva ningún tipo de castigo o penalización.

Simplemente somos libres y decidimos lo que pensamos que es lo mejor en cada momento, aunque no seamos consciente de ello.

El alma es eterna, infinita, y a través del tiempo va adquiriendo las experiencias que necesita para avanzar. Cuando una vida ha sido dura, complicada y muy difícil, el alma puede optar por pasar más tiempo sin encarnar hasta recuperarse o puede decidir vivir una vida tranquila, descansada y relajada, es decir, una vida sin apenas problemas. Podríamos hablar de esas personas que han tenido una vida sencilla, sin problemas y han sido felices. En estas vidas, la evolución como alma, sería mínima y si de recuperación; salvando las distancias, sería algo parecido a pasar unas vacaciones es un spa.

La evolución del alma es diferente en cada ser. Unas necesitan aprender o vivir unas experiencias que otras ya han integrado; el ritmo de aprendizaje lo decide cada ser. Nada es bueno, nada es malo. Todo es válido.

El aprendizaje se puede producir en un instante o a lo largo de toda una vida. Por eso, no existe una edad en la que se aprenda, lo son todas. A veces sólo es necesario entender una situación para que se produzca el cambio.

Son muchas y diversas las oportunidades que tenemos para aprender. Ante vivir un mismo hecho, las personas no reaccionamos, ni aprendemos y ni evolucionamos de la misma manera.

A modo de ejemplo, sin entrar en personalizar, y de manera muy general. Una persona tiene un accidente de coche que le deja unas secuelas físicas importantes. Tras pasar momentos de frustración, rabia, ira, depresión, etc. se abre un abanico de posibilidades y oportunidades de aprendizaje. Veremos algunas de ellas.

1. Unas personas, decidirán que este hecho ha sido lo peor de sus vidas, las secuelas les impiden hacer una vida normal, no pueden trabajar del mismo modo que antes, su vida amorosa se ha ido al traste. Se sienten víctimas de la situación. Y entran en esta espiral de la que no salen nunca. Son una especie de adictos a la victimización.

2. Otras personas, ven en estas secuelas la posibilidad de hacer un cambio en su vida. Está claro que no pueden trabajar de la misma manera que antes pero pueden adaptarse a lo nuevo. Lo aceptan como un reto. No será fácil pero pueden con la situación. Su vida amorosa o emocional, también ha cambiado, pues les ha permitido ver, observar a su pareja, familia, amistades desde otra perspectiva, ampliándose su conocimiento sobre ellas. Esta dificultad de la vida, la aprovechan para amoldarse y adaptarse a lo nuevo. No es fácil, sin embargo deciden apostar por el reto de la superación.

3. Otro grupo de personas, reaccionan interiorizando lo que ha pasado, lo integran y deciden que en realidad el accidente, no es lo que esperaban, no les gustaba pero se han encontrado que les posibilita hacer un gran cambio en su vida. Deciden que ha llegado el momento de cambiar de trabajo, de buscar lo que les gusta y sentirse realizados; ven en sus familias, parejas, amistades, un gran abanico de comportamientos, desde la angustia, la sobreprotección, el abandono, el amor incondicional. Son capaces de ser objetivos y apostar por lo que desean. Son agradecidos con las circunstancias, que no eran las que esperaban vivir pero en vez de verlas como limitantes, las ven como trampolines para seguir avanzando en su camino.

Los tres grupos han vivido un mismo hecho con las mismas consecuencias pero la vivencia es muy distinta. Para unos ha significado vivir un fracaso y no querer salir de ahí, mientras que para otros, ha sido un paso difícil pero que ha traído una transformación profunda como persona. La evolución como alma será distinta en cada caso, ni mejor, ni peor; solamente diferente.
Al aprender y avanzar evolutivamente, se aceptan e integran las situaciones que vivimos, ya sean buenas o malas. Lo que conlleva el centrarnos en el presente y no en el pasado, ni futuro, pues se es consciente de lo que pasa ahora, es todo lo que se tiene.

El evolucionar no implica que no se sufra, que no duelan lo que sucede, si no que la mirada es distinta. Es más fácil entender los comportamientos negativos de otras personas hacia nosotros, de poner límites a situaciones complicadas. Las emociones son menos dolorosas que antes.

Evolucionar está en nosotros, como almas, y es un camino que todos recorremos, a veces de manera lenta, otras más rápido, e inclusive decidimos estancarnos y no aprender nada. Todo es válido. Y lo que no aprendemos ahora, lo haremos en otro momento. No hay prisa, siempre habrá oportunidades para aprender. Está en nuestra mano, saber verlas, integrarlas, disfrutarlas y vivirlas.
Aurensanz, María Eugenia
Aurensanz, María Eugenia


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