¿Cuántas veces hemos escuchado conversaciones ajenas diciendo lo cansados que están de sus trabajos? ¿Quién no tiene algún amigo o familiar que desearía tener otro jefe? Es típico del modelo español pasarse casi más tiempo en la oficina que en casa.
La flexibilidad horaria no es habitual, al igual que tampoco lo es cumplir con unos objetivos organizándose uno mismo su trabajo las horas necesarias para obtener el máximo rendimiento.
Muchas veces los empresarios no son conscientes que sería mucho más fructífero que sus trabajadores se sintieran felices en su trabajo, y que a pesar de sus obligaciones se sintieran libres para poder cumplir con los objetivos marcados por sus superiores trabajando desde casa o desde su puesto de trabajo, o compaginando ambas opciones.
Un empleado que se siente feliz e imprescindible en su lugar de trabajo se esfuerza más por hacer las cosas mejor y está orgulloso de trabajar ahí por sus condiciones laborales. Un buen ambiente de trabajo se contagia entre los empleados y es beneficioso para la empresa que sus trabajadores se sientan parte del negocio.
Las estadísticas lo demuestran, pero parece que no queremos ser conscientes o equipararnos con el resto de países europeos y sus modelos empresariales. En España se trabajan más horas, pero no somos igual de competitivos que en otros países. Y ahora es cuando nos hacemos la pregunta, ¿por qué?
Y la respuesta es sencilla. Empezar la jornada laboral muy temprano y regresar a casa a las 19 o 20 horas no puede ser bueno. Compaginar la vida laboral y personal resulta complicado. Y este modo de vida acaba amargando. Y si no estamos felices con nuestra vida personal porque casi no se tiene vida para el ocio, éste estado de ánimo lo arrastramos al trabajo.
Sin embargo, si existiera un horario flexible y que cada empleado se organizara su trabajo cumpliendo con los objetivos marcados, y no por las horas que pasa en la oficina seguro que España se convertiría en un país mucho más competitivo.
