Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Argentina versus España

miércoles, 02 de mayo de 2012
Ruptura de hostilidades entre Argentina y España hace unos días. “Casus belli”, la apropiación indebida por el Gobierno de Cristina Fernández de Kichner de la empresa española YPF situada en suelo argentino dejando la indemnización “ad calendas graecas”.

En una represalia menor, Madrid decide por decreto cesar de comprar biodiesel del país austral cuyas exportaciones a España ascienden a 750 millones de euros anuales. Arrecia el conflicto.

Causa verdadera del enfrentamiento: el mal momento por el que pasa la República Argentina que la sitúa en una precaria posición de déficit económico y comercial. Primeras escaramuzas, España impulsa el aislamiento internacional de Buenos Aires y consigue la condena del Parlamento Europeo que preconiza la rebaja de las ventajas arancelarias de que gozaba la nación latinoamericana. Pero lo hecho, hecho está.

Situemos las cosas en su contexto, no olvidemos los antecedentes peculiares de la política argentina influida aun hoy en día por un movimiento histórico anómalo que debería estar arrumbado, el peronismo, que pretendió ser en los años cuarenta una tercera vía entre la democracia y el comunismo (¡que “esperansa!”, como dice la expresión popular bonaerense) pero que en realidad borró todas las pistas provocando una gran desorientación política entre los argentinos que aún dura.

Dice Jorge Luis Borges a propósito del peronismo, que aborrecía: “las dictaduras fomentan la opresión, el servilismo, la crueldad; más abominable es el hecho de que fomenten la idiotez”.

Pues bien, el peronismo aun pervive con la presidenta Cristina Fernández de Kichner. Fue un régimen dictatorial populista que empezó en los lejanos años cuarenta y se convirtió en un mito con Eva Duarte, Evita, esposa del presidente Juan Domingo Perón, ex actriz idolatrada en su día por los “descamisados” que hicieron de ella una leyenda a causa de su defensa de los derechos de los trabajadores y también por haber promovido el sufragio femenino y una importante obra social. Debido a ello se convirtió en el icono del peronismo, llamado por cierto por sus seguidores de forma evidentemente exagerada y enfática “justicialismo”, una doctrina política heteróclita que mezclaba ideas sociales de derecha e izquierda.

Más tarde vino el turno de la segunda mujer de Perón, María Estela Martínez, Isabelita, que subió a la alta magistratura de la nación a la muerte de su marido y al término del segundo mandato de éste.

Y ahora estos últimos años, la presidenta Cristina Fernández, viuda del también presidente Ernesto Kichner, tercera en la saga femenina de dirigentes peronistas, es la nueva inquilina de la Casa Rosada. En todos estos casos se mezcla emocionalmente la política con un culto a la personalidad digno de mejor causa y difícil de comprender por los no argentinos.

Ya llovió desde que Aristófanes en el 392 antes de Cristo defendiera la igualdad de género en la comedia “Las asambleístas” donde las mujeres se revelaban como justas y ponderadas estadistas. Digámoslo con ironía literaria de los clásicos: nada que objetar, pues, al gobierno de las mujeres – no faltaba más- siempre que lleguen al poder por el juego democrático e incluso aunque sea “sui generis”, como en este caso.

Ahora bien, las decisiones que está tomando Cristina Fernández de Kitchner en el ejercicio de su cargo dejan mucho que desear: son nacionalistas a ultranza, populistas, xenófobas y calculadas para hacerse con todo el poder energético del país, los lazos con los antiguos socios o la “madre patria” importan menos.

Me refiero concretamente a la medida de anunciar la expropiación de la compañía petrolera YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), propiedad de la sociedad española Repsol sin parar mientes en sus consecuencias y repercusiones. Fue una iniciativa tomada a la brava, contraria a las reglas del buen comercio internacional, sin previo aviso ni, naturalmente, previa OPA (Operación de adquisición de acciones) preconizada en estos casos: un hecho consumado sin apelación. Es como si Cristina Fernández hubiera dicho: señores antiguos colonizadores de hace dos siglos, ahora vayan ustedes a reclamar al maestro armero, como reza la conocida frase española.

Sucedió así: tras un año de vacilaciones, la presidenta Fernández de Kichner se lió la manta a la cabeza, nacionalizó el pasado 16 de abril el 51% del hegemónico grupo petrolero, expulsó casi “manu militari” a los directivos españoles de la sede de Buenos Aires para tener las manos libres y anunció el todo, en un alarde de populismo y demagogia, con un retrato de Eva Perón de fondo, como poniéndose bajo el manto protector de la desaparecida líder carismática, mítica aún hoy en día en el país latinoamericano. No negoció ni pactó nada, cogió a todo mundo desprevenido.

Dirigiéndose a una audiencia enardecida que aplaudía dijera lo que dijera ya antes de que hablara, la dirigente justificó sus medidas de nacionalización subrayando que su país se había visto obligado a importar combustible por cerca de 10 mil millones de dólares en 2010 teniendo como tiene en su subsuelo suficientes recursos naturales de crudo.

De resultas, las relaciones hispano-argentinas - tradicionalmente excelentes con vínculos comerciales y sobre todo familiares, con sendas e importantes colonias respectivas de residentes en ambos países, con convenios mutuos de doble nacionalidad- sufrieron un rudo golpe y cayeron al nivel más bajo de su historia, situándose al borde de la ruptura. La petrolera española Repsol calificó de expolio la decisión de nacionalizar su filial YPF tomada por el actual Ejecutivo argentino y cifró en 8.000 millones de euros la indemnización que debe recibir pero Buenos Aires rechazó tal cantidad de plano. El pleito que España presentará sin demora ante el arbitraje del Banco Mundial durará al menos tres años según las informaciones publicadas, largo me lo fiais…. Mientras tanto, saltan chispas entre los dos países.

Hay más. En realidad, el objetivo apenas velado de la iniciativa del Gobierno argentino no es otro que poner bajo su entero control también los yacimientos descubiertos por Repsol en la zona de Vaca Muerta, un área del tamaño de Galicia, valorados en 13.700 millones de dólares. Para más inri, la multinacional española queda expulsada totalmente del país austral porque el Gobierno de Cristina Fernández nacionalizó asimismo sus yacimientos de gas. Las acciones de Repsol se desplomaron en los mercados.

Argentina tiene una historia de altos y bajos que, por la torpeza de sus gobernantes, pasó a veces de la abundancia a la escasez, de la democracia a las dictaduras más tenebrosas como la del general Jorge Rafael Videla (1976-1981), triste campeón de crímenes de lesa humanidad que aún está en la cárcel condenado a cadena perpetua.

La paradoja es que el peronismo sucedió en la nación más culta e instruida de Iberoamérica, la de más alto nivel de vida, la que dio prueba siempre de modernidad. Capaz de lo mejor aunque también de lo peor, la historia de Argentina si por algo se caracteriza es por ser excesiva.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES