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Jacinto, Guillermo y ramón

miércoles, 04 de abril de 2012
Así se llamaban los tres agentes municipales que, en los ya lejanos años de la transición española, nunca acabada, velaban por la seguridad ciudadana en el pueblo de mi juventud que, por aquel entonces rondaba los 11.000 habitantes. Los recuerdo por sus nombres de pila y ese mismo recuerdo forma parte de aquella imagen decadente pero entrañable, que alegró mi juventud.

Pasaron los años, se instauró la modernidad, la opulencia, el dinero fácil procedente de Europa y, en definitiva, el despilfarro y la corrupción. Por el camino, ya no llegan ni a 10.000 los que habitan el lugar, pero aquellos tres mosqueteros, guardianes del orden y la disciplina, ya desaparecidos profesional y corporalmente, han sido sustituidos por una docena de sucesores que desconocen sus atribuciones.

Simultánea y coordinadamente, la media docena de administrativos que hacían funcionar aquella sencilla organización municipal, han sido reemplazados por un sin número de “colocados” a dedo, de uno y otro partido, hasta el punto de que ya no encontraban acomodo en el recinto de la sencilla casa consistorial, lo que obligó a las autoridades a comprar y acondicionar el edificio colindante para poder ubicarlos a todos.

Mientras nuestros gobernantes, con Rajoy a la cabeza, no acaban de encontrar una explicación adecuada al déficit en las cuentas públicas que arrastra el país, sugiero que se aplique al análisis de la evolución que ha sufrido mi pueblo, y vaya por delante que pasa por ser uno de los más saneados de Galicia, que, a menor población ha ido aumentando el plantel de funcionarios municipales de una forma exponencial, a los 8.116 municipios españoles, a las cerca de 50 diputaciones, los 17 gobiernos autonómicos, etc, etc. y tal vez, en un arrebato de lucidez impropia de un político, alcancen a explicarse el por qué de los aproximadamente 750.000 funcionarios que tenía la administración tardofranquista en el año 1975, hemos pasado a los más de 3.300.000 que tenemos a día de hoy y que, una vez contratados a dedo, hay que pagarlos todos los meses. La reflexión nos ayudaría a entender multitud de los problemas que padecemos.

Me quedo con el recuerdo entrañable de Jacinto, Guillermo y Ramón.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


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