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Cuando salí de Cuba

jueves, 29 de marzo de 2012
Cuando salí de Cuba

"... Cuando salí de Cuba, dejé mi vida dejé mi amor. Cuando salí de Cuba, dejé enterrado mi corazón..."

Esto que a tantos ocurrió como al autor de esta canción, el cantante y compositor Luis Aguilé, y que tantas veces cantó Celia Cruz, le ha podido pasar al Papa Benedicto XVI, el pasado miércoles, cuando abandonaba Cuba tras su primera visita de tres días a la isla.

Yo también dejé dos hermosos años de mi vida allá pero, cuando salí de Cuba, regresé a mi tierra con todo mi equipaje, mi cuerpo, mi alma, mi amor y hasta mi corazón. Y un sinfín de recuerdos fabulosos si no cuento con la corrupción moral y el libertinaje sexual que vi allá como lugar de peregrinación del turismo sexual para los extranjeros, que a tantas familias de implicados daña.

Tema que se le escapó de las manos al gobierno cubano y que Fidel Castro trató de parar con el "Operativo Lacra" en 1998, pero siguen haciendo la vista gorda y la mayoría de implicados no sólo dejan "el amor de su vida" allá sino que venden su alma al diablo, arrasando con todo lo demás.

Alguna vez he contado parte de mi experiencia en este archipiélago caribeño del mar de las Antillas.

Hoy toca hablar de la religión, de cómo se puede vivir en Cuba siendo católico, creyente y practicante.

Recuerdos ya lejanos pero, aún puedo adentrarme en aquella acogedora y enorme iglesia que solía visitar cuando viví junto al mar en la zona residencial de Miramar Playa, en la ribera del río Almendares.

Entre la fastuosa 5ta Avenida con la transversal 80 se encuentra situada la Iglesia Jesús de Miramar, de estilo románico-bizantino, construida entre 1948-1953, y dedicada a Cristo Rey en el momento de su Pasión. Dentro se puede adorar una réplica del Jesús de Medinaceli tan venerado en mi ciudad natal, Madrid, que me sobrecogía al verlo ante mí tan lejos de mi tierra. Al fondo de la enorme iglesia, la segunda más grande de Cuba, había también una reprodución de 1,80 metros de la gruta de Lourdes en mármol de Carrara.

Durante mi estancia, 2001/2002, conocí a varios hijos de españoles residentes como yo, desplazados por trabajo, que llegaron a prepararse y hacer la Comunión en La Habana. También recorrí distintas zonas de La Habana y de la isla cubana,
impresionándome por el espíritu navideño y las luces de los árboles, adornos y belenes que destacaban entre la oscuridad de la noche, después que se restaurara La Navidad ante la llegada de la primera visita papal en 1998 de Juan Pablo II, tras décadas de anticlericalismo desde el triunfo de la Revolución en 1959.

No hay cubano que no se recomiende a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba desde que en 1916 el papa Benedicto XV la proclamara. Impacta ver el respeto que sienten hacia su "Cachita" mientras eres consciente que estás en Cuba, país que aguanta más de un lustro ya de comunismo y donde la religión es sinónimo de santería afrocubana.

Impacta y embelesa escuchar en directo música clásica, de orquesta de cámara, en los altares de antiguas iglesias católicas, hoy templos de música y teatro.

Cuba no es Polonia, donde la inmensa mayoría es católica y la opinión del Pontífice arrasó allá en su visita, facilitando la apertura del Este. Pero nunca están de más las visitas Papales que tal vez, en esta ocasión, sirva para recuperar el Viernes Santo como la Navidad fue restaurada ante la visita del Santo Padre Juan Pablo II.

Recuerdos ya lejanos donde ... dejé pedacitos de mi vida y enterré parte de mi corazón ...
Antolín, Celia
Antolín, Celia


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