Derrota histórica

Una derrota histórica es la que ha sufrido el pasado domingo la “partitocracia” en Andalucía y Asturias y se la han infringido los abstencionistas.

La abstención, que supuso el 38% en Andalucía y superó el 40% en Asturias, fue la opción multitudinaria en ambas convocatorias electorales, de tal forma que, de ser contabilizada como escaños vacíos, sería el “grupo mayoritario” en ambas cámaras autonómicas.

Todos los representantes políticos, por encima de su color, se han apresurado a justificar tamaña abstención, aduciendo distintos motivos: cansancio del electorado, hartazgo por tantas convocatorias, fallo en la transmisión de los distintos programas electorales y hasta por el cambio de hora; pero no recuerdo haber oído a ninguno de los candidatos hacer la más mínima alusión a la posibilidad de que el electorado esté comenzando a hacerse consciente del secuestro y la explotación que han hecho de la democracia los distintos partidos políticos, hasta el punto de haberla convertido en una genuina dictadura de partidos o partitocracia, lo que no pasa desapercibido entre el electorado que, cada vez con más convencimiento, está dando la espalda a semejante farsa con apariencia de democracia.

En contra de lo que intentan hacernos creer nuestros profesionales de la política, los ciudadanos somos cada vez más conscientes del desprecio que aquellos sienten, tanto por la cultura democrática como por los propia ciudadanía, (cuyo bienestar debería ser su modus operandi), con la consiguiente decepción que ello produce, lo que se traduce en que cada vez somos más los que no apreciamos en las urnas ningún instrumento verdaderamente democrático y vamos así engrosando el “partido de la abstención”, como una opción política más, de resistencia pasiva ante tanto abuso, latrocinio, nepotismo y corrupción. Sólo echamos en falta que la misma se acompañe con sus correspondientes escaños vacíos para así, al menos, ahorrarnos los obscenos e inútiles sueldos que les estamos pagando.