2012 lema: "Racismo y Conflicto"

Este recién pasado 21 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial 2012, el Secretario General de Naciones Unidas y sucesor de Kofi Annan desde el pasado enero de 2007, Ban Ki-moon, mandaba un mensaje desde Ginebra al mundo: «El racismo sigue causando sufrimientos a millones de personas en todo el mundo... Espero que todas las personas se sumen a las Naciones Unidas en nuestro empeño por eliminar el racismo. Debemos erradicar el racismo, la estigmatización y los prejuicios tanto individual como colectivamente.»

El diplomático surcoreano, mandaba este mensaje y se iniciaba así la celebración de la Semana de solidaridad con los pueblos que luchan contra el racismo y la discriminación racial, proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución A/RES/43/24, para los días del 21 al 27 de este mes de marzo.
El lema de la ONU para este año es, precísamente, "Racismo y Conflicto" como toque de atención para resaltar que el racismo y la discriminación son la base de muchos graves conflictos y el sufrimiento de las víctimas, y que corresponde a todos, como seres humanos, promover y proteger el primer artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: «todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos».

Evidentemente, estos días de conmemoración ya estaban concertados antes que nadie presagiara el horror y el dolor que está viviendo estos mismos días la ciudad francesa de Toulouse por uno de los más graves ataques antisemitas de los últimos años en Francia.

Racismo y xenofobia parece que fueron los móviles de estos violentos crímenes de, precísamente, este xenófobo criminal francés de origen argelino que acabó con la vida de cuatro personas de nacionalidad franco-israelí, tres de ellas niños, pertenecientes a las comunidad judía; lo que evidencia la continua necesidad de concienciación ciudadana e institucional a nivel internacional, año tras año.

El tiroteo tuvo lugar el pasado lunes 19 de marzo en el exterior de una escuela judía en la ciudad francesa y el supuesto autor confeso de 24 años, Mohamed Merah, presunto ejecutor también de tres asesinatos más a soldados de orígen magrebí la anterior semana en la localidad francesa de Montauban, murió al mediodía de ayer después de pasar más de treinta horas atrincherado en el edificio de su casa acorralada por la policía, mostrando su cobardía y mezquindad a todo el mundo por no dar la cara después de protagonizar sus crueles y violentos asesinatos.

En cualquier caso, es increíble, abrumador, grosero, insultante, afrentoso, insolente... cómo una sola persona consigue su propósito de paralizar y acaparar el interés de toda una nación y de la prensa internacional y, al mismo tiempo, es sorprendente la tardanza de su captura, que no de su identificación, ante un individuo que se jacta o queja de no seguir matando en segundos a más víctimas inocentes.

Era de esperar el final suyo. Ha muerto como el cobarde que fue mientras mataba a bocajarro, a sangra fría, sin opción a defensa alguna, usando lo más sucio, vil y seguro para tal fin, las armas.

Nos quedará la duda si actuó en solitario o era miembro de Al Qaeda y, no es de extrañar, que estos terroristas se apuntasen
este tanto como suyo aún no siendolo. Todo cabe esperar.

Según está el mundo no es de extrañar que individuos como estos surjan todos los días y debería de servir para corregir y plantearnos nuevos enfoques éticos empezando por la forma de hacer política, la enseñanza, la justicia, y cualquier otro aspecto que interfiera en el día a día de los individuos y su colectivo.

Tal vez así, empezaríamos a controlar tanta agresividad y violencia, no sólo criminal sino verbal, que incitan y justifican estas barbaries para más inri.

Tal vez así, los que jamás empuñaríamos un arma ni en sueños, no tuviéramos que aliviarnos ante una muerte por muy monstruo que sea el criminal.