Resurrección sindical

Han transcurrido tan solo 2 meses desde su toma de posesión y el gobierno del Partido Popular ha comenzado a dar sus primeros frutos y no precisamente en lo que más preocupa a los españoles; la lucha contra el paro, el principal problema que padece nuestra economía, o en la gestión de la ruina económica que nos ha dejado el gobierno del “bien pagado” Zapatero, sino en la reactivación sindical.

Los sindicatos mayoritarios, cómplices necesarios, ciegos y mudos, para que los socialistas llevaran a cabo el saqueo sistemático del patrimonio en todas y cada una de las administraciones que han gestionado durante estos años, (Andalucía sigue siendo un buen ejemplo de esta práctica), han encontrado en la victoria popular el estímulo necesario para movilizarse y han despertado de su dilatado y generosamente subvencionado letargo zapateril para, presos de un arrebato de ideología revolucionaria y camuflados bajo una supuesta defensa de los derechos de los trabajadores, tomar de nuevo la calle y lo han hecho, como siempre, con su hueco y sempiterno discurso alusivo a la lucha de clases y a la opresión patronal. ¡Los creíamos muertos y han resucitado!

Al frente de tan airadas protestas, dos líderes sindicales, Méndez y Toxo, cabezas visibles de unas organizaciones que no representan más allá de un 10% de los trabajadores españoles, lo que no impide que impongan sus decisiones al 90% restante y que, si por algo se han caracterizado durante su ya dilatada trayectoria sindical, es por haber sabido vivir como verdaderos marqueses, y no precisamente gracias a su esfuerzo personal, aplicando la máxima filosófica que guía a todo buen dirigente sindical español: “Ganarás el pan con el sudor del de enfrente”.

¡Todo un ejemplo de autoridad moral para ponerse al frente de la pancarta reivindicativa!

Detrás, una gran masa de trabajadores, seriamente preocupados y, en muchos casos, al borde de la desesperación ante la carencia de un puesto de trabajo que les permita llevar una vida humilde pero digna que, manipulados por sus cabezas dirigentes, no pasan de ser meros títeres en manos de aquellos, al servicio de intereses espúreos a los que aparentan defender.

En la sombra, Rubalcaba y el aparato del Partido Socialista que, convencidos de sus escasas posibilidades en las urnas, no dudan en ocupar y agitar las calles españolas para plantear una oposición a un gobierno que goza, en lo político, de una mayoría absoluta en el Parlamento y, entre la ciudadanía, de la plena convicción de que ha llegado la hora de tomar decisiones trascendentes. Las ya medio olvidadas experiencias del Prestige y del 11 M, muestran a las huestes rubalcabescas el camino a seguir, tratando de recuperar en la calle lo que han perdido en las urnas.

En medio, como testigos y rehenes de las maniobras sindicales y políticas, los millones de sufridos españoles que, a fin de cuentas, simplemente somos llamados a pagar la factura de las escandalosas subvenciones con las que se mantiene la trasnochada organización sindical española, así como la privilegiada manutención de sus “aburguesados” líderes.