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Afinidades y …

martes, 13 de marzo de 2012
ATALAYA.

Cuando uno tiene el atrevimiento de compartir sus opiniones en un espectro tan amplio de difusión como el que ofrecen las actuales tecnologías de la comunicación, que ya nos conducen a casi todos a estar en las “nubes”, a estar observados y controlados desde esas mismas nubes, ese atrevimiento, repito, le lleva a disfrutar de las aportaciones que recibe tanto de quien discrepa como de quien matiza, y ahí está precisamente la riqueza del debate en una sociedad abierta cuyos componentes buscamos encontrarnos a nosotros mismos cada día, y que es por medio del debate intelectual con los que en un momento dado fueran discrepantes, y que al momento siguiente fueran matizantes, y que posteriormente fueran lo contrario, como se va construyendo el edificio de nuestra convivencia con honestidad y con rigor.

Se preguntará usted el por qué del título de esta atalaya de hoy, y el por qué de su preámbulo. Se lo voy a decir, que es lo que supongo que usted espera. Me lo suscita una información leída hace unos días sobre la opinión de un profesor de una de las más prestigiosas escuelas de negocios, en la que retrotrayéndose a la situación presupuestaria del estado de años atrás (discúlpeme por no recordar ahora el año), en la cual se había producido un equilibrio entre los gastos y los ingresos –que realmente representaba la plataforma desde la cual se originaba el crecimiento-, y sugería al actual gobierno que para su proyecto de presupuestos del año 2012 analizase partida por partida su contenido, y vería el enorme margen de eliminación de todo aquello que nada tiene que ver con el crecimiento ni con el mantenimiento de los servicios esenciales de nuestro bienestar.

¿Recuerda usted una atalaya en la que me refería a un no tan antiguo método llamado Presupuesto Base Cero? Pues eso, amigo mío, ahí es donde radica mi afinidad con el profesor, y refuerza mi ánimo para seguir insistiendo en la obligatoriedad de eliminar todo lo superfluo, redundante e ineficaz.

¿Cree usted que debo repetirme? Pues, mire, lo haré aunque no lo crea; repetiré hasta la saciedad que hay que reconsiderar el asunto de las subvenciones desde una base cero; eso significa que de entrada hay que suprimirlas todas; y después veremos; suprimir incluso hasta aquellas que más les pudieran doler a algunos: sindicatos (hay que ver qué obsesión ¿no?), organizaciones empresariales y partidos políticos.

Y debo repetirme también en la imprescindible eliminación progresiva de organismos y sociedades que, demostrándose está, solo han servido para eludir el también obligatorio control de la administración oficial del estado, permitiendo que cada quien hiciese lo que le venía en gana pervirtiendo el uso de los recursos públicos. Y debo repetirme también en la corrección de las disfunciones entre la administración central del estado y las autonomías. Que no le tiemble el pulso, Sr. Rajoy, a la hora de abordar este tema; explique usted con meridiana claridad qué es lo que piensa sobre ello, busque los consensos necesarios, pero, con consenso o sin él ¡hágalo! Haga las reformas que sean necesarias para eliminar redundancias, ya sean bi-dundancias, o tri-dundancias (mis lectores académicos echarán un poco más de leña a la hoguera en la que algunos gustarían de verme abrasar, pero no me resisto a la tentación de jugar un poco con su sentido del humor, y también con el mío. Percibo que también en esto he de encontrar numerosas afinidades.

Yo mismo voy a echar un poco más de leña en mi hoguera, ahora mismo, en la certeza de que también aquí se van a producir afinidades, o no ¡quién sabe! Lo que sí se sabe es que la jerarquía de los sindicatos, estos extraordinarios librepensadores que nos perdonan la vida todos los días –Dios mío ¡asombra su nivel cuando se les oye argumentar!-, han organizado movilizaciones haciéndolas coincidir con la fecha en que se produjo el mayor atentado terrorista del continente europeo. Bien por ellos. Con esto se justificaría sobradamente la retirada completa de las prebendas de las que disfrutan. No es esto, no es esto … retomando la angustiada expresión orteguiana.

No es para esto para lo que se necesita la presencia de los sindicatos en la sociedad. No es para esto. Y si lo consideran así, que lo hagan a su propia costa, y no con el dinero de todos los que pagamos impuestos.

Más leña al fuego. No crea usted que hoy me he levantado incendiario, amigo mío. Ni que, aunque lo parezca pretendo inmolarme en aras de la contumacia en mis opiniones (he leído recientemente algo que ya sabía desde hace muchísimo tiempo: que no hay procedimiento más eficaz para generar opinión que la repetición sistemática y frecuente de ideas muy simples y concretas. Pues eso) ¿Sabe en qué me voy a repetir ahora? Pues en comentarios anteriores sobre lo que sucede en el País Vasco ¡Pobre jefe de gobierno López! Sabe perfectamente que en las próximas elecciones, 2013 si no se adelantan (no es una premonición, eh), va a cosechar tan estrepitosa derrota que lo mejor que se le ocurre es dejar detrás de sí tierra quemada.

Los electores vascos muy fácilmente van a pensar que para seguir al Sr. López es mejor hacerlo ya con los nacionalistas y con los acólitos de los terroristas, porque siempre serán más coherentes con sus principios, que no con los de un converso socialista. Pero se ve que a estos dirigentes socialistas que nos ha tocado soportar les da igual.

Cierro hoy manifestando afinidad, expectante desde luego, pero afinidad al fin y al cabo, con los jueces Grande-Marlaska, Ruz y otros, que parecen dispuestos a poner orden en las instrucciones, y a ordenar investigaciones dónde deben ser ordenadas especialmente en todo lo que se relaciona con la corrupción y el inacabado 11M, el problema jurídico más grave al que se hubiera enfrentado la justicia española. Los autores de estas contumaces atalayas quieren, necesitan, saber quién ordenó la masacre, quienes incumplieron sus obligaciones para con el estado, y por qué. Alguien teme que esto llegue a saberse. Nosotros no. ETA, sí, y otros también.

Su eterno amigo, discrepante o matizante, pendiente de la hoguera.
Salve.
Balseiro, Manuel
Balseiro, Manuel


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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