Psicosas: Ideas de Psicología Positiva

El último asiento contable
La llamada del timbre le hizo dar un respingo. Se levantó con dificultad y en su renquear artrítico hacia la puerta comprobó que ya, sin duda, no era más que un jubilado. El día del retiro había llegado sin alardes. El director lo había llamado a su despacho y, sin otra cosa, le había entregado la liquidación. Eso fue todo; ni comida de homenaje, ni -menos aún- el reloj chapado en oro con el nombre grabado que, en sus años mozos, se entregaba como recuerdo a quienes se jubilaban.
Sin duda, los tiempos habían cambiado; no sólo los ordenadores habían venido a sustituir a los nobles libros de contabilidad sino que, además, el trato impersonal había echado fuera la afabilidad familiar que caracterizaba a la oficina.
Cuando, al fin, abrió la puerta se encontró con que en el suelo le habían dejado un paquete con sus señas. Seguramente, un regalo de despedida; no iban a deshacerse de él, así, olvidándolo como un trasto inservible.
Por el tamaño, un reloj no podía ser, ¿sería tal vez un libro? Un libro, en efecto. Sentado en su sillón de mimbre lo desempaquetó con mimo. No era muy amante de la lectura; sus únicos libros habían sido los de contabilidad, pero aquel tenía algo que lo intrigaba. Volvió a leer el título: Historia de mi vida y, luego, pasó a la primera página. La historia le sonaba vagamente. Pronto comprobó cómo, uno a uno, los capítulos iban narrando la historia de su propio fracaso: los estudios inacabados el noviazgo interrumpido, el empleo gris, las oportunidades perdidas... página a página, fue recorriendo su periplo vital, consciente de su soledad, cada vez más sobrecogido por la inminencia del final. En la última hoja, convencido de que se iba a morir en aquel mismo instante, se encontró con la sorpresa de la página en blanco.
Se quedó un rato pensativo, mirando por la ventana y, finalmente, tomó una decisión.
Preparó su maleta con lo más imprescindible y se echó a la calle. No sabía cuánto tiempo podría caber aún en aquella última página pero, fuera el que fuera, él sabía que aquel era el mejor momento para poner el broche de oro a su propia historia.

Tiempo de balance
Final de año; momento de cuadrar balances. Tal vez nos sea útil echar mano de algún programa de contabilidad vital. Aquí va nuestra propuesta por si los apartados pudieran tener algún interés:
Salud: ¿Cómo me he estado ocupando de mi saluda lo largo del año? / ¿Qué mejoras -dieta, ejercicio, hábitos- puedo iniciar el próximo?
Trabajo: ¿Qué logros, fallos y renuncias configuran mi balance laboral?/ ¿Qué decisiones podría tomar para el futuro?
Aprendizajes: ¿Qué he aprendido de nuevo este año?/ ¿Qué podrìa proponerme aprender para el próximo?
Viajes: ¿A dónde he ido este año?/ ¿Qué lugares me gustaría conocer?
Finanzas: ¿He ahorrado o derrochado?/ ¿Qué planes haré para el nuevo año?
Hobbies: ¿He desarrollado mis aficiones?/ ¿Cómo podría mejorar este aspecto?
Espiritualidad: ¿Cuál es el balance en este aspecto?/ ¿Qué cosas podría hacer en este sentido?
Valores: ¿Qué valores he puesto en acción a lo largo del año?/ ¿Cuáles quiero mantener o desarrollar en el futuro?

Niños: Fomentar la creatividad
Una vez más, la época navideña se nos ofrece como tiempo de atención a los más jóvenes pero nuestros regalos, muchas veces, vienen mediatizados por intereses comerciales más que por criterios de idoneidad. Algo podemos hacer, sin embargo, quienes nos resistimos a sucumbir a los reclamos publicitarios. De este modo, pensando en los más pequeños, podríamos tener en cuenta algunas pautas:
Favoreceremos el desarrollo sensorial y la motricidad fina con juguetes de encaje de piezas, puzzles, cuadernos de colorear, pinturas de dedo, ceras, acuarelas, juguetes de construcción y montaje...
Para desarrollar la imaginación y el interés: cuentos (amplia gama), novelas, lecturas sobre temas que interesen al joven (o para iniciarlo en temas nuevos).
Para estimular la cooperación y sociabilidad: juegos de mesa participativos.
En cada caso, siempre contando con la edad de referencia adecuada... Regalos “poco convencionales” pueden sorprender y abrir nuevas vías a la curiosidad y responsabilización: una planta, una mascota (pez, hámster, cachorro...) pueden favorecer el sentido de la responsabilidad, el interés por informarse sobre la materia, etc...

Sugerencia práctica
Cuántas veces nuestros propósitos de año nuevo se han quedado en nada: dejar el tabaco, empezar a hacer ejercicio, comer de un modo más sano... a los pocos días, quedan anegados por la fuerza de las viejas rutinas y, con cada renuncia, nos queda el regusto amargo de no haber sido capaces y la duda de si, en verdad, seremos capaces de dar un paso en nuestro mejoramiento personal.

Curiosamente, algunas mejoras ‘técnicas’ en el modo de articular nuestros propósitos podrían suponer un avance notable en nuestros logros. Por ello, aquí van algunas indicaciones para tratar de mejorar la formulación de nuestros propósitos de Año Nuevo:
Propiedad: El objetivo debe ser nuestro, depender sólo de nosotros y no de los demás (No: ‘conseguir que mis hijos se comuniquen más conmigo’, sino: ‘interesarme yo por los problemas de mis hijos’). La propiedad exige acciones concretas por parte nuestra.
Claridad: Nuestro objetivo debe estar, claramente definido (No: ‘incrementar el ejercicio físico’ sino: ‘acudir 3 días por semana al gimnasio’). La claridad puede requerir cuantificación y plazos.
Realismo: Debemos ser conscientes de nuestras fuerzas y limitaciones.
Construcción sobre derribo: Los objetivos, en lo posible, deben estar formulados en términos positivos, constructivos (No simplemente: ‘dejar de’ fumar sino mejor: ‘mejorar’ mi salud adquiriendo hábitos adecuados: ejercicio, autocontrol...)
Perseverancia: aceptar los fracasos y las recaídas; recordar la frase: ‘me caigo 7 veces, me levanto 8’.

Frase de Oro: "El tiempo no es el límite, sino el escenario de nuestra realización personal". R.J.A.