Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Carta Pastoral en la Campaña de “Manos Unidas”

sábado, 11 de febrero de 2012
“La salud, derecho de todos: ¡Actúa!”

Queridos diocesanos:
Este año la Campaña de Manos Unidas nos consciencia sobre la necesidad de erradicar las causas y las enfermedades como el Sida, el paludismo y otras de un catálogo tal olvidado por nosotros. Son retos a los que tenemos que responder hoy con generosidad y acciones sencillas que son mañana semilla de compromisos mayores, contribuyendo a construir una sociedad sin excluidos. Por eso es urgente actuar, conscientes de la gravedad del problema, trabajando por un nuevo humanismo, sustentado en los valores del amor y de la auténtica solidaridad, y defendiendo los derechos humanos que “no son otra cosa que la lógica manifestación de las necesidades que la persona debe satisfacer para lograr su plenitud, y se extienden por tanto a todos los aspectos de la vida humana”1. Estos derechos deben ser salvaguardados ante “la grave situación de extensas regiones del planeta, marcadas por la indigencia y el hambre que llevan a la muerte. Se trata de problemas que no son sólo económicos, sino también y ante todo éticos.
Pero en el horizonte de nuestra época se vislumbran signos de muerte aún más sombríos; se ha difundido el uso -que en algunos lugares corre el riesgo de convertirse en institución- de quitar la vida a los seres humanos aún antes de su nacimiento, o también antes de que lleguen a la meta natural de la muerte. Y más aún, a pesar de tan nobles esfuerzos en favor de la paz, se han desencadenado y se dan todavía nuevas guerras que privan de la vida o de la salud a centenares de miles de hombres”2.

Derecho a un nivel de vida adecuado
“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure,
así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial, la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios”3.
Los derechoshumanos son universales, indivisibles y están relacionados entre sí. La salud es considerada como un bien que debe ser protegido en si mismo. El objetivo es conseguir “un estado de completo bienestar físico, psíquico y social”, previniendo las enfermedades epidémicas, endémicas, profesionales y de otra índole, y luchando contra ellas de manera que se aseguren a todos, asistencia médica y servicios médicos en la enfermedad. El tener accesibilidad a estos servicios con la calidad requerida será criterio para evaluar el respeto del derecho a la salud que se ha de garantizar sin discriminaciones, realizando todo aquello que contribuya a respetarlo, protegerlo y cumplirlo. Es algo que de una u otra forma, nos incumbe a todos, haciendo lo poco que esté a nuestro alcance sin esperar a poder resolverlo todo.

Derecho a la nutrición
No podemos ser meros espectadores ante tantas personas golpeadas por la pobreza y el hambre, causas de no pocas enfermedades. La nutrición, derecho fundamental, no solamente es parte integrante del derecho a la vida propia de cada ser humano, sino que es una condición esencial que no puede ser limitada por consideraciones demográficas según las cuales el aumento de la población provocaría la falta de alimentos. Es falaz afirmar que “ser numerosos significa ser pobres”. Urge en cambio hacer los esfuerzos precisos para garantizar una adecuada distribución de los bienes que han de estar al servicio del bien común en orden a mejorar las condiciones de vida de tantas personas marginadas en el camino de esta sociedad llena de desequilibrios. “La religión como poderosa fuerza espiritual para sanar las heridas de conflictos y divisiones, debe dar su contribución característica a este respecto, especialmente a través de la obra de formación de las mentes y de los corazones, de acuerdo con la idea de persona humana”4.

Pasos para un nuevo modelo de vida
En este sentido hay que dar pasos a un nuevo modelo de vida que exige una educación, una cultura y una religiosidad para erradicar el proceso de despersonalización que padecemos. La solución no es fácil pero es posible
en esta situación por la que pasa la sociedad mundial en la que algunos tienen demasiado y muchos no cuentan con lo poco necesario. La presente crisis aviva nuestra sensibilidad para ayudar a los más vulnerables y nos ofrece la oportunidad de asumir las propias responsabilidades ante los demás. El siglo veinte ha sufrido de forma trágica los efectos de la mirada exclusiva dentro de las propias fronteras por parte de pueblos y gobernantes, ignorando la cooperación multilateral. Para superar esta realidad, en el siglo XXI necesitamos vivir la conversión a Dios que siempre nos llama desde los demás, sobre todo de los más necesitados espiritual y materialmente. La cuestión de la salud física ha de ir unida a la preocupación por la salvación, recordando aquellas palabras de Jesús: “¿De que le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?” (Mt 16,26). ¿De qué nos sirve recuperar la salud de nuestro cuerpo si nuestra alma muere? Nuestros esfuerzos por llevar la salud física a las personas han de ir acompañados por la preocupación de anunciar la salvación que Jesús nos ha dado con su muerte y resurrección. En el Evangelio vemos cómo Jesús a la vez que ayuda a recuperar la salud física en cualquier dolencia, ofrece el don de la salvación: “Recobra tu vista, tu fe te ha salvado” (Lc 18,42). “Hoy ha sido la salvación de esta casa” (Lc 19,9) le dice a Zaqueo. Tratemos de globalizar la salud física, pero no olvidemos la salvación que Cristo nos ha traído.

Os saluda con afecto y bendice en el Señor.


+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela



1 JUAN PABLO II, Discurso a Obispos portugueses, (16.5.1988).
2 JUAN PABLO II, Dominum et vivificantem, 57.
3 Párrafo 1. Artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

-----------------------------------------------------------------------------------
Carta Pastoral na Campaña de “Mans Unidas”
Febreiro 2012

“A saúde, dereito de todos: ¡Actúa!”

Queridos diocesanos:
Este ano a Campaña de Mans Unidas conciéncianos sobre a
necesidade de erradicar as causas e as enfermidades como a Sida, o paludismo e
outras dun catálogo tal esquecido por nós. Son retos aos que temos que
responder hoxe con xenerosidade e accións sinxelas que son mañá semente de
compromisos maiores, contribuíndo a construír unha sociedade sen excluídos.
Por iso é urxente actuar, conscientes da gravidade do problema, traballando por
un novo humanismo, sustentado nos valores do amor e da auténtica
solidariedade, e defendendo os dereitos humanos que “non son outra cousa que
a lóxica manifestación das necesidades que a persoa debe satisfacer para lograr
a súa plenitude, e se estenden polo tanto a todos os aspectos da vida humana”1.
Estes dereitos deben ser salvagardados ante “a grave situación de extensas
rexións do planeta, marcadas pola indixencia e a fame que levan á morte.
Trátase de problemas que non son só económicos, senón tamén e ante todo
éticos. Pero no horizonte da nosa época enxérganse signos de morte aínda máis
sombríos; difundiuse o uso -que nalgúns lugares corre o risco de converterse en
institución- de quitar a vida aos seres humanos aínda antes do seu nacemento,
ou tamén antes de que cheguen á meta natural da morte. E aínda máis, a pesar
de tan nobres esforzos en favor da paz, desencadeáronse e danse aínda novas
guerras que privan da vida ou da saúde centenares de milleiros de homes”2.
Dereito a un nivel de vida axeitado
“Toda persoa ten dereito a un nivel de vida axeitado que lle asegure, así
como á súa familia, a saúde e o benestar, e en especial, a alimentación, o vestido, a
vivenda, a asistencia médica e os servizos sociais necesarios”3. Os dereitos humanos
son universais, indivisibles e están relacionados entre si. A saúde é considerada
.

como un ben que debe ser protexido en se mesmo. O obxectivo é conseguir “un
estado de completo benestar físico, psíquico e social”, previndo as
enfermidades epidémicas, endémicas, profesionais e doutra índole, e loitando
contra elas de maneira que se aseguren a todos, asistencia médica e servizos
médicos na enfermidade. Ter accesibilidade a estes servizos coa calidade
requirida será criterio para avaliar o respecto do dereito á saúde que se ha de
garantir sen discriminacións, realizando todo aquilo que contribúa a respectalo,
protexelo e cumprilo. É algo que dunha ou outra forma, nos incumbe a todos,
facendo o pouco que estea ao noso alcance sen esperar a poder resolvelo todo.

Dereito á nutrición
Non podemos ser meros espectadores ante tantas persoas
golpeadas pola pobreza e a fame, causas de non poucas enfermidades. A
nutrición, dereito fundamental, non soamente é parte integrante do dereito á
vida propia de cada ser humano, senón que é unha condición esencial que non
pode ser limitada por consideracións demográficas segundo as cales o aumento
da poboación provocaría a falta de alimentos. É falaz afirmar que “ser
numerosos significa ser pobres”. Urxe en cambio facer os esforzos precisos para
garantir unha axeitada distribución dos bens que han de estar ao servizo do ben
común en orde a mellorar as condicións de vida de tantas persoas marxinadas
no camiño desta sociedade chea de desequilibrios. “A relixión como poderosa
forza espiritual para sandar as feridas de conflitos e divisións, debe dar a súa
contribución característica a este respecto, especialmente a través da obra de
formación das mentes e dos corazóns, de acordo coa idea de persoa humana”4

Pasos para un novo modelo de vida
Neste sentido hai que dar pasos a un novo modelo de vida que
esixe unha educación, unha cultura e unha relixiosidade para erradicar o
proceso de despersonalización que padecemos. A solución non é doada pero é
posible nesta situación pola que pasa a sociedade mundial na que algúns teñen
demasiado e moitos non contan co pouco necesario. A presente crise aviva a
nosa sensibilidade para axudar aos máis vulnerables e ofrécenos a
oportunidade de asumir as propias responsabilidades ante os demais. O século
vinte sufriu de forma tráxica os efectos da mirada exclusiva dentro das propias
fronteiras por parte de pobos e gobernantes, ignorando a cooperación
multilateral. Para superar esta realidade, no século XXI necesitamos vivir a
conversión a Deus que sempre nos chama dende os demais, sobre todo dos
máis necesitados espiritualmente e materialmente. A cuestión da saúde física ha
de ir unida á preocupación pola salvación, recordando aquelas palabras de
4 XXXIV Conferencia da FAO, 22 de nov. 2007.

Xesús: “De que lle serve ao home gañar o mundo enteiro, se perde a súa vida?”
(Mt 16,26). De que nos serve recuperar a saúde do noso corpo se a nosa alma
morre? Os nosos esforzos por levar a saúde física ás persoas han de ir
acompañados pola preocupación de anunciar a salvación que Xesús nos deu
coa súa morte e resurrección. No Evanxeo vemos como Xesús á vez que axuda a
recuperar a saúde física en calquera doenza, ofrece o don da salvación:
“Recobra a túa vista, salvoute a túa fe” (Lc 18,42). “Hoxe chegou a salvación a
esta casa" (Lc 19,9) dille a Zaqueo. Tratemos de globalizar a saúde física, pero
non esquezamos a salvación que Cristo nos trouxo.
Saúdavos con afecto e bendice no Señor,

+ Julián Barrio Barrio,
Arcebispo de Santiago de Compostela


1 XOÁN PAULO II, Discurso a Bispos portugueses, (16.5.1988).
2 XOÁN PAULO II, Dominum et vivificantem, 57.
3 Párrafo 1. Artigo 25 da Declaración Universal dos Dereitos Humanos
Barrio Barrio, Julián
Barrio Barrio, Julián


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES