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Leandro Pita Romero, magnifico orador y excelente escritor

jueves, 09 de febrero de 2012
 Leandro Pita Romero, magnifico orador y excelente escritor Orteganos en el mundo

Leandro Pita Romero, magnifico orador y excelente escritor

Leandro Pita Romero nació en Ortigueira el 22 de noviembre de 1898. Sus padres fueron el abogado agrarista Luciano Pita Sánchez-Boado, fundador de la Federación Agraria, y María Romero Souto, perteneciente a una familia acomodada de la comarca del Ortegal.

Realizó sus estudios primarios en la entonces recién inaugurada escuela graduada de Ortigueira de la mano de José María Lage, y en donde compartió con sus compañeros de redacción las noticias de la época en el periódico infantil El Escolar que se editaba en la Imprenta Fojo, y que fue la cantera de la que saldrían algunas plumas del periodismo adulto, entre las que se encontrará el propio Leandro

La enseñanza secundaria la estudió en el Colegio Católico de A Coruña, que finalizó a los 14 años. A esa edad se matriculó en la Escuela de Magisterio de la capital provincial, para dos años más tarde obtener su título de maestro. Sus aspiraciones formativas no acabarían ahí. Decide entonces inscribirse en la carrera de Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela, donde lograría, en 1917, el diploma de abogado. Sus años de aprendizaje universitario los comparte con una amplia vida social e intelectual en la que se relaciona con algunos de los jóvenes que se convertirán posteriormente en primeras figuras de panorama político e ideológico del nacionalismo gallego como Alfredo Brañas, Florentino Villamil o Antón Villar Ponte, entre otros.

Leandro era un joven que atesoraba unas magníficas cualidades personales, entre las que destacaban su gran capacidad para establecer y mantener unas relaciones sociales cordiales y una excelente oratoria, a las que hay que añadir su extensa formación cultural conquistada a través de sus múltiples lecturas y de las muchas conversaciones sostenidas con personas relevantes. Todas estas facultades las va saber aprovechar siempre para despuntar en cualquiera de los grupos en los que se va a ir incorporando a lo largo de su vida. En relación a su actividad social de este periodo de juventud, el historiador cedeirés Xosé Manuel Suárez recuerda que “El 18 de mayo de 1917 se celebra en Santiago, en el colegio San Clemente, un mitin de recuerdo del primero aniversario de la constitución de las Irmandades da Fala. El acto es presidido por Salvador Cabeza de León; los oradores son Alfonso Rodríguez Castelao, Leandro Pita Romero, Lugrís Freire, Luis Peña Novo, Victoriano Taibo”.

Tras finalizar sus estudios universitarios, se marcha a Madrid donde comienza a ejercer el Periodismo de redactor de El Liberal, a la vez que escribe artículos para otros prestigiosos periódicos de la capital como El Sol o de las provincias como Nuevo Heraldo, El Norte de Castilla o Noticiero Sevillano, entre otras publicaciones.
Al producirse el golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera en 1923, Pita Romero regresó a A Coruña donde comenzó a escribir para el Noroeste y, posteriormente, para El Orzán, del que se acabará convirtiendo en su director.

Su precocidad en muchos y diferentes ámbitos, así como su buen talante sorprenden a todos los que le conocen, lo que les impulsa a patrocinarlo para ocupar los más diversos puestos de responsabilidad social. Durante esta época entra a formar parte de las Irmandades da Fala de A Coruña, gracias a la relación que mantiene su padre con el político agrarista de centro Manuel Portela Valladares. Con él trabajará de secretario político de esta organización galleguista moderada, que está constituida fundamentalmente por intelectuales y profesionales.

En 1926, publica en la editorial Lar de Anxel Casal su novela O anarquista, tras ser traducida ésta del original que había escrito dos años antes en castellano al gallego por su amigo el escritor Leandro Carré. Ese mismo año Leandro se casa con la hija del cónsul de Argentina en A Coruña, la pintora Elena Olmos. Y su padre le delega la presidencia de la Federación Agraria de Ortigueira, por la que tanto había trabajado y a la que tantos años y esfuerzos le había dedicado hasta su constitución. En esos momentos la federación la constituyen 33 asociaciones locales que reúnen a más de 1.800 socios.

Su ascenso dentro del asociacionismo también va a ser meteórico debido en buena medida a su gran oratoria y a sus otras extraordinarios aptitudes para las relaciones públicas. Al año le seguirán lloviendo los cargos por doquier. Será elegido secretario general de la Cámara de Comercio de A Coruña, presidente de la Asociación Provincial de Ganaderos y vocal de la Asociación General de Ganaderos de España. Su inmejorable relación con la gente del campo lo convertirá en un hombre muy popular en toda la comarca del Ortegal, lo que lo lanzará, esta vez, al terreno de la política con mayúsculas de representante del Partido Agrario Republicano.

Con la caída da monarquía y la instauración de la Segunda República, el 14 de abril de 1931, Pita Romero actuó de portavoz y negociador del movimiento agrario comarcal, que ya era conocido como pitista, ante las instancias políticas superiores, una vez que agrupación político-social hubo ganado las elecciones municipales en los ayuntamientos de Ortigueira (en donde, su amigo y estrecho colaborador, Jesús Fojo Díaz, director de La Voz de Ortigueira, se hizo con la alcaldía), Cedeira, As Pontes, Cerdido, Mañón, Moeche y Somozas. A continuación, conseguiría una amplia representación en las elecciones provinciales, lo que le permitiría unirse al amplio frente electoral creado en Galicia por el coruñés Santiago Casares Quiroga bajo las siglas de ORGA (Organización Republicana Galega Autónoma). Esta asociación se situaba, dentro del espectro político, como republicana autonomista de tendencia izquierdista. Y Pita Romero era presentado, por la prensa local, como republicano agrario y defensor del galleguismo. Con ella, Pita se presentó a las elecciones a Cortes Constituyentes del 28 de junio de 1931, logrando su primera acta de diputado, al conseguir 43.181 votos, de los cuales más de 13.000 procedían del Distrito de Ortigueira.

En su misma lista por la provincia de A Coruña también se habían presentado y merecido su correspondiente acta: Roberto Nóvoa Santos, Alejandro Rodríguez Cadarso, Antón Vilar Ponte, Emilio González López, Ramón Suárez Picallo y Salvador de Madariaga.

Nuevamente, en 1933, Leandro Pita vuelve a ganar las elecciones, esta vez con 82.916 votos y bajo las siglas del PRG (Partido Republicano Gallego), lo que le llevará no sólo a conservar su acta en el Parlamento español sino a iniciarse en las labores ejecutivas en los nuevos gobiernos, aunque los distintos cargos ministeriales que le van a asignar los deberá más a sus buenas relaciones con los respectivos primeros ministros que a su afiliación partidaria.

Durante el llamado bienio negro (1933-1935), Leandro Pita se va a ir distanciando de Casares, su padrino político, y de la línea ideológica que representaba su partido. Empiezan entonces a contar más sus ambiciones personales que la delegación social que ostentaba, lo que queda de manifiesto con su incorporación al gobierno de centro derecha del Partido Republicano Radical que encabeza Diego Martínez Barrio.

Como ya había hecho anteriormente en otros ámbitos, vuelve a marcar ahora un nuevo hito en la política española, al ocupar la cartera de Marina el 8 de octubre de 1933, al ser el ministro más joven de la II República. En ella permanecerá menos de un par de meses. La victoria electoral de la derecha, en noviembre de 1933, llevó a Lerroux a formar un nuevo gobierno el 16 de diciembre de ese mismo año, para el que nombra a Pita Romero su ministro de Estado, un cargo que equivaldría, dentro de las actuales nomenclaturas, al de Relaciones Exteriores.

En 1934 deja el cargo para ser ministro sin cartera, representando a España en Europa como ministro plenipotenciario y, posteriormente, primer embajador de la Republica ante el Vaticano. En el transcurso de esta última etapa, la República española firmó, gracias a su intervención, el concordato con la Santa Sede, un tratado largamente deseado por la derecha gobernante y, que se debió, en gran medida, a las buenas relaciones que Leandro Pita estableció con el que sería el futuro papa Pío XII, el entonces cardenal Pacelli, y que, en lo personal, se iba a traducir, a la postre, en una muy valiosa y eficaz protección para él y su familia.

En las elecciones de 1936, Leandro se presentará como independiente dentro de la candidatura republicana de centro que representaba Portela Valladares bajo la denominación de Partido de Centro Nacional Republicano, pero ya no consigue ser elegido diputado, pues su popularidad había bajado drásticamente por su alineamiento con la derecha.

Con el triunfo del Frente Popular, Pita Romero regresa a A Coruña, donde le sorprende a los pocos meses el estallido de la Guerra Civil Española. Pese a ser un político moderado y un católico practicante, las brigadas de represión de los sectores radicales falangistas le hicieron temer por su vida y la de su familia. Durante un tiempo fueron continuos los hostigamientos a los que se vio sometido a través de visitas a su domicilio en el Cantón pequeño, de amenazas a su persona, y de infundios sobre su pertenencia la masonería. Por ello, se ve obligado a desplazarse a Ortigueira buscando un refugio de tranquilidad. Pero de vuelta a Coruña las amenazas se recrudecieron, elevandolas hasta el punto de pintar calaveras en el portal de su residencia, lo que le lleva a tomar la decisión de salir del país. Realiza diversos contactos con sus amigos e instituciones para solicitarles cualquier tipo de ayuda que lo pueda sacar del laberinto persecutorio en el que se halla metido. Sus estrechas relaciones con jerarquía vaticana serán en este punto decisivas para garantizarle su vida y la de los suyos, así como su salida de España. La situación cobró su momento álgido tras el fusilamiento del lider falangista José Antonio Primo de Rivera en Alicante. Sus seguidores optaron por tomar represalias contra cualquiera que hubiese ocupado puestos de responsabilidad, y entre los primeros de la provincia de A Coruña se encontraban el exministro ortegano, el banquero Ricardo Rodríguez Pastor, el exgobernador civil Manuel Insua y el destacado galleguista Fernando Martínez Morás.

Este acoso le lleva a tomar el camino del destierro cara a Portugal. El 22 de noviembre de 1936, cuatro meses después del inicio de la Guerra, la familia Pita-Olmos cruza la frontera hispanoportuguesa en dirección a Lisboa en el coche personal de su amigo Pedro Barrié de la Maza que había sido escoltado hasta Tui por la Guardia Civil, a petición del gobernador civil de A Coruña. Durante su traslado a la capital portuguesa hicieron varias escalas para pernoctar y visitar a algunos de sus amigos exiliados a fin de ponerlos al tanto de las noticias que se vivían en ambos países. Una vez llegada al final de su trayecto, se alojará en hotel Borges.

Tras unas primeras semanas de asentamiento en la capital lusa, Pita Romero viajará a Viena, donde residía su cuñado el embajador José Pan de Soraluce, que estaba pendiente de un expediente de depuración. En su regreso a su eventual domicilio, hará escala en Roma para entrevistarse con el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pacelli, quien le recomienda que no vaya a Cuba (su primera opción), por la gran inestabilidad política que impera en el país centroamericano. La alternativa que le sugiere es Argentina, donde la Iglesia podría ofrecerle una mayor protección, e incluso ayudarle a encontrar plazas para la escolarización de sus hijos en algún colegio religioso. Esta opción la observa Leandro con cierto interés, puesto que podría recibir algún tipo de auxilio diplomático de su propio suegro, todavía cónsul argentino para España.

Leandro recordará, tiempo después, este peregrinaje: ”sin saber a donde dirigir mis pasos entre las repúblicas hispanoamericanas, con mí titulo de abogado legalizado por diversos consulados, estuve a punto de marchar a La Habana, atraído por las facilidades que me ofrecían mis coterráneos allí establecidos. Viendo lo que es ahora aquella deliciosa ciudad [de Buenos Aires], me felicito de haber cedido a las cariñosas instancias de mis amantes amigos y parientes porteños".

A pesar de todo, su viacrucis no ha terminado. Sus amigos de Coruña siguen siendo incomodados con inconveniencias sobre su pasado. Rodríguez Pastor tiene que desmentir la acusación de haber influido en el nombramiento de Leandro como secretario de la Cámara de Comercio. En una carta dirigida al gobernador civil de la provincia, de 5 de agosto de 1937, le argumenta “El señor Pita era secreatario de la Cámara cuando yo aún no tenía trato personal con él y antes de ser nombrado abogado del Banco Pastor. En cuanto al cargo que desempeño en la Patronal, seguramente las personas que ocupan cargos en dicho organismo aseverarán que nunca les he hecho recordación alguna para el nombramiento de Pita Romero”. Siguiendo sus argumentos exculpatorios decía que “El señor Pita fue nombrado ministro de la República con la más enérgica oposición de Casares Quiroga, quien había ofrecido el puesto a un tal Rodríguez Cadarso, de Santiago.
Con ninguno de los cuales he tenido jamás trato de ninguna clase”.

En marzo de 1937 Leandro Pita se embarca solo con destino a Buenos Aires, y algunos meses después lo harán su esposa y sus hijos. Con la reagrupación familiar, la situación no mejora demasiado. Su título de abogado no le sirve para ejercer en aquel país. Otra vez más ha de recurrir a sus amistades para que le ayuden a buscar un empleo. La oferta que le llega es para colaborar de articulista en algunos periódicos. Los ingresos por sus relatos le van a permitir salir muy poco a poco de la situación crítica en la que se encontraba. Estos trabajos van a versar, mayormente, sobre temas culurales, en los que es un gran especialista, dejando totalmente de lado los temas políticos tanto en lo referente a España como a Argentina. Progresivamente su pluma va a empezar a ser requerida por los mejores periódicos y revistas de aquellos tiempos no sólo de Buenos Aires sino también del resto del país: La Prensa, El Mundo, Critica, La Capital, la revista Leoplan, La Atlántica, etc. Todos estos medios de comunicación empezarán a tenerlo como firma destacada.

Tras muchas renuncias y muchos esfuerzos, Leandro obtuvo su nuevo diploma en Derecho, esta vez por la Universidad de La Plata, en la que se matriculó por resultarle la más accesible para su precaria economía. Con la licencia oportuna de abogado, inició una nueva etapa en la que va a disponer de más medios económicos gracias a su bufete, al que pronto incorporará la representación de varias empresas de su amigo Pedro Barrié, entre ellas el Banco Pastor. Por su parte, su esposa había reemprendido su carrera de pintora, en la que fue logrando un cierto
reconocimiento y estatus dentro de los pintores de la época, a la par que una ayuda económica complementaria para sostener la economía familiar.

A partir de 1950, Leandro Pita comienza a establecer lazos con el régimen de Francisco Franco, a través de su hermano Nicolás, quien le ofrece, extraoficialmente, un alto cargo en el gobierno de la Dictadura. El ofrecimiento es rechazado de plano por Pita Romero, debido a varios motivos. Entre ellos destacan su lealtad a la Republica y a los compañeros republicanos exiliados, y su ya completa integración en la sociedad argentina.

En 1960, la Dictadura le concede la autorización para regresar a España, algo que no hará definitivamente, pero si para pasar largas temporadas en Ortigueira entre sus amigos y familiares.

Desde entonces y hasta los años 80 fue uno de los más ilustres visitantes de la Villa.

Leandro Pita recibió varios galardones a lo largo de su vida periodística. Los más importantes fueron los que le concedió la Escuela Superior de Periodismo, que le otorgó el Premio Manuel Belgrano, en su primera edición en el año 1979, como reconocimiento a sus méritos, dedicación, honestidad y ética como periodista, y, más adelante, el Premio Alberdi Sarmiento, que le entregó el diario La Prensa.

Su fallecimiento se produjo en Buenos Aires el 25 de junio de 1985. El exdiputado coruñés de Izquierda Republicana, Emilio González López, lo definió con claridad y exactitud: “Leandro Pita Romero, magnifico orador y excelente escritor". Con estas señas de identidad, queda referido que él fue más un hombre de literatura y oratoria que con unas verdaderas aptitudes políticas, pues a pesar de que estuvo un periodo bastante prolongado en ese mundo no ha quedado de él ninguna obra de relieve que se le pueda atribuir ni dentro ni fuera de su pueblo. Tampoco ha sido un protagonista eficaz en el mundo institucional, ya que las empresas que acometió en ese terreno, como fueron la puesta en marcha de una fábrica de quesos y la remesa de ganado que generó la Federación Agraria de Ortigueira, acabaron en verdaderos fiascos.

Además, a lo largo de su trayectoria política se fue apartando, poco a poco, de los movimientos populares y de las personas que en un primer momento le dieron su apoyo hasta que su papel quedó reducido y relegado a un mero representante de sí mismo.

De sus tres hijos, será Leandro el que siga más de cerca los pasos de su padre. Este estudió las carreras de Periodismo y Derecho, y ejerció la docencia como profesor de Ética Periodística en el Instituto Superior de Periodismo durante cuatro décadas. Hasta su muerte en julio de 2011, estuvo comprometido con su profesión de periodista, en la que dejó escritos multitud de artículos tanto en el diario La Prensa, del que fue cronista especializado en política internacional desde 1956 hasta su jubilación en 1996, además de ocupar diversos cargos directivos. También trabajó junto a su padre como representante y abogado especializado en Derecho aeronáutico y asesor jurídico de distintas empresas españolas radicadas en el país austral, como Iberia, Banco Exterior o Banco Pastor.

En 1969 ganó el premio periodístico que concede anualmente la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) por una serie de notas sobre la revolución militar peruana durante la década del 60. Desde 2004 era miembro de la Academia Nacional de Periodismo. Dejó escrita una obra sobre los perfiles de distintas personalidades españolas que aún no ha sido editada.
Suárez Sandomingo, José Manuel
Suárez Sandomingo, José Manuel


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