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Obama, favorito otra vez, pero...

lunes, 06 de febrero de 2012
Puertas afuera

OBAMA, FAVORITO OTRA VEZ, PERO…

Washington es la capital de los Estados Unidos; Nueva York, en la que he vivido algún tiempo, la capital del mundo. Y el New-York Times, sin duda el mejor periódico que existe, un acontecimiento diario.

Publica por estas fechas un singular suplemento que reúne una buena selección de las fotografías más destacadas en blanco y negro y en color de los últimos doce meses. Hojearlo equivale a pasar revista a personajes y acontecimientos que saltaron a los titulares en los medios de comunicación americanos y que han llamado este año nuestra atención por unas causas o por otras: por ejemplo, en el mundo del arte, retratos de Wooody Allen, Mia Farrow, el pintor deformante Francis Bacon, el actor negro Denzel Washington, la actriz Julia Roberts, el magistral intérprete Jack Nicholson, el fallecido Orson Welles… No se trata de hacer recuento de lo sucedido en el año –para eso están los anales- sino de centrarse en las imágenes dramáticas que plasman la incertidumbre de uno de los años más difíciles que los
norteamericanos han vivido a causa de los problemas financieros y que les han llevado a una tasa de desempleo, desusada para ellos, cercana al 8.5%, contra 5% antes del inicio de la crisis de las “subprimes” , arriesgada modalidad crediticia estadounidense y de la caída de la banca “Lehman Brothers” en 2008, que estuvo a punto de hundir las finanzas mundiales. Menos mal que la expansión va viento en popa con un 2,8 %.

Pues bien, entre las impactantes y cuidadas instantáneas del álbum retrospectivo del “New-York-Times Magazine” que tengo en mi despacho, resalta la fotografía captada por Nadav Kander de la mirada penetrante y energética de Barack Obama, un presidente síntesis que nació en 1961 en Honolulú (Hawai, EEUU), de lejana ascendencia africana, de confesión protestante, perteneciente a la Iglesia Congregacional “Church of chrurch”, un político que intercala orgullosamente el nombre árabe Hussein en sus apellidos (Barack Hussein Obama), que quiere representar a negros y a blancos. Su elección hace cinco años
sigue siendo un suceso muy marcado y notable.

Gran comunicador, sereno siempre, a menudo con una sonrisa, parece estar a gusto en cualquier circunstancia. Un asunto concreto: consiguió establecer por ley la asistencia universal sanitaria en un país de fuerte tradición de seguros privados.

Generó tanta esperanza ya antes de gobernar que le fue otorgado un insólito premio Nobel por adelantado a causa de su postura en pro del desarme nuclear y contra los efectos del cambio climático para animarlo a que perseverara en estos dos empeños. Una anotación importante: durante su mandato Norteamérica acabó en mayo de 2011 con el inasible líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, quien, buscado años y
años, se escondía en una residencia de las afueras de Abottabad, en Pakistán.

Barack Obama se halla ahora mismo en una trascendental encrucijada de su vida política: acaba de lanzar la campaña para su reelección en noviembre de este año y ésta es por encima de todo su mayor prioridad.

Y lo ha hecho de forma solemne en el discurso del Estado de la Unión ante la Cámara de Representantes y el Senado conjuntamente, discurso en el que trazó las líneas centrales de la política que va a poner en práctica. Yo distinguiría así, a bote pronto los siguientes vectores:

Se presentó como el candidato de las clases medias, cabal, de centro, moderado, partidario de una mejor justicia distributiva que choca con el extremismo que representan hoy en día los dirigentes del Partido Republicano, que no han elegido aún un líder para la carrera presidencial en sus primarias. Después de descartar un buen número de aspirantes, queda virtualmente uno, el multimillonario exgobernador de Massachusets Mitt Romney. más moderado que sus rivales aunque también
imbuido por las reaccionarias y radicales ideas del tristemente famoso movimiento “Tea Party”.

Ante este malsano panorama que describen los medios de comunicación, Obama es otra vez el favorito.

Por las noticias difundidas instantáneamente por YouTube y
consultadas en mi tableta i-Pad, la entrada de Barack Obama en la liza electoral fue decidida y combativa. Pero la lucha no ha hecho más que empezar, durará hasta noviembre, su campo de batalla se extiende por todo el ingente país, estado por estado.

En política interior, para enjugar la crisis de una deuda de 14,58
billones de dólares que abruma a EEUU, Obama propone hacer pagar a los millonarios como mínimo un 30% de sus ingresos por medio de impuestos.

Anunció que el déficit será de 84 mil millones de dólares en diciembre tras reducir el tamaño de la Administración con la eliminación de varias agencias o departamentos estatales creados en épocas de bonanza. Para ahorrar más, notificó asimismo la disminución en cien mil soldados las tropas de infantería y recortará la compra de nuevo armamento por primera vez desde los espectaculares atentados terroristas de 2001.

Resulta muy tranquilizador que haya un candidato prudente a
dirigir la superpotencia después del belicoso George W. Bush, que
embarcó al país en una guerra de castigo y venganza contra Irak
–generadora de un baño de sangre de más de 600.000 muertos -la inmensa mayoría, evidentemente iraquíes- en busca de armas de destrucción masiva que jamás aparecieron porque no existían.

Obama, por el contrario, deja de intervenir en Libia, que quedó
exangüe y caótica tras la guerra civil, está abandonando Irak,
Afganistán, no quiere involucrarse en Irán, se abastecerá de petróleo en Arabia Saudí… El primer mandatario norteamericano se repliega ahora a sus pagos, ha realizado una gira por cinco estados en su campaña electoral que considera claves para su reelección, como si retornara al viejo lema “América para los americanos”.

Volvamos al soberbio álbum editado por el “New-York Times Magazine”. Naturalmente, no podía faltar la fotografía del bajo Manhattan con los miembros amputados de las Torres Gemelas tomada después del atentado más famoso de la historia cometido el 11 de septiembre de 2001. La publicó la revista “Time” en portada, es la imagen de la Zona
Cero, de noche, con los rascacielos circundantes iluminados, el cielo sereno pero lóbrego. “Podemos sentirlas aunque ya no estén ahí”, declaró uno de los tres fotógrafos, Julian LaVerdiere.

El atentado causó 2.602 muertos y ya se está construyendo otra altísima torre en el vasto solar, como para exorcizarlo.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


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