La "Cosa nostra" asturiana

Han pasado sólo unos meses desde que se celebraron las elecciones al parlamento asturiano y su presidente, el señor Alvarez Cascos, acaba de disolver dicho parlamento para convocar elecciones anticipadas. En el trasfondo del asunto está el bloqueo a la aprobación de los Presupuestos Generales del Principado protagonizado por los dos partidos, PP y PSOE, que pese a haber sido derrotados en las urnas se creen con derecho a gobernar, en secreta coalición perpetrada en la sombra, el destino de los asturianos.

Frente a estas dos familias políticas, que se han venido repartiendo el pastel de la administración asturiana desde los albores de la autonomía, se encuentra el advenedizo partido del citado Alvarez Cascos, hijo díscolo del propio Partido Popular que, inesperadamente y en un período record, ha conseguido hacerse con una mayoría electoral, minoritaria pero muy significativa, que le ha llevado a presidir el gobierno del Principado junto a significados ayuntamientos de la Comunidad, durante estos meses transcurridos desde las elecciones autonómicas.

La presencia de espontáneos en la política española siempre ha sido muy mal tolerada por los dos partidos mayoritarios, que nunca han estado dispuestos a compartir el “cortijo patrio” con advenedizos, hasta el punto de que la necesaria colaboración entre ambos partidos nacionales, que tan difícil ha resultado hasta el momento pese a los graves problemas, económicos y sociales, que estamos atravesando, surge de forma espontánea y sin fisuras cuando se trata de apartar a terceros de las instituciones nacionales y autonómicas.

Como si de dos clanes mafiosos se tratara, las familias de “peperos” y “sociatas”, para cuyos representantes parece no existir más política que el disfrute del poder, han pactado en la sombra, con premeditación, nocturnidad y seguramente cuadrilla, la aniquilación política de Foro Asturias y el reparto del territorio asturiano entre ambos clanes y, dado que carecen de la gallardía necesaria para plantear la batalla en campo abierto, se han dedicado a bloquear todo tipo de iniciativas gubernamentales promovidas por el gobierno de Foro Asturias.

El planteamiento no deja de ser, en lo maquiavélico, bastante inteligente, pero no ha tenido en cuenta dos factores imprevisibles: la presencia de un presidente con las agallas suficientes para plantarles cara sin vacilaciones y el hartazgo de una ciudadanía que cada vez está más hastiada de todos estos vividores sin escrúpulos y que, si es informada adecuadamente, puede acabar dando al traste con todo el plan de acoso y derribo a Foro Asturias y, de paso, sentar un precedente alentador para la política nacional.