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Capitalismo contra capitalismo

lunes, 30 de enero de 2012
En el i-Pad o tableta digital mundial podemos elegir en una pantalla
múltiple entre distintas opciones simultáneas y cambiantes. Mi amigo Ignacio Ramonet, director de “Le Monde Diplomatique” en español, constata en el libro “La explosión del periodismo que la también llamada pizarra táctil, cuya venta en ascenso se eleva ya a más de 100 millones de unidades, es la gran revolución de la información.

El usuario tiene en la palma de la mano todo el saber del mundo con un simple clip, el primer ordenador que vi casi llenaba una habitación.

Nada será igual después del i-Pad. Hagamos una prueba: Siguiendo la actualidad pulsemos en la casilla agencias norteamericanas de calificación de riesgos, que dictan la
conducta a seguir a los estados y les ponen nota según criterios
estrictamente capitalistas sin consideraciones éticas que a su juicio
no vienen a cuento. Detentan un gran poder. Ejercen una dictadura que nadie contesta en aras de una pretendida libertad de mercado que, a fin de cuentas, favorece más al capitalismo norteamericano que al europeo. Capitalismo contra capitalismo, es decir, “pot de fer contre pot de terre” (olla de hierro contra vasija de barro) como dicen los franceses para describir una lucha desigual. De antemano se sabe que el choque va a ser rudo.

El capitalismo no tiene enfrente a un sistema político, económico y
social que pueda sustituirlo, reina en solitario en todo el mundo
occidental, no responde a valores morales sino de pura rentabilidad - tanto tienes, tanto vales- y está condenado a entrar cada vez más en contradicción con los principios de la democracia.

Veamos lo que acaba de suceder. Francia aguantó el primer embate de los mercados después de que la agencia estadounidense Standard@Poor’s rebajara la nota de su deuda desde la máxima triple “AAA” a dos “AA”. La descalificación no sólo afectaba a Francia sino a ocho países más, la Comisión Europea rechazó secamente el dictamen definiéndolo como “aberrante”.

Además, no tuvo efecto, Francia se financió finalmente en
los mercados de forma más barata superando por el momento este episodio. Un recordatorio necesario: habitualmente la rebaja de la calificación de la deuda encarece la financiación de los países porque los inversores toman esa nota como un indicador de solvencia. Hay que señalar además que esta firma “Standard@Poor’s” también degradó a España, a la que dejó con una sola “A”, graduación considerada aún como aceptable. Se trata de un ataque en toda regla de la influyente compañía de “rating” contra todos los países de la eurozona en su conjunto, sus empresas y sus regiones o comunidades autónomas.

Pues bien, la labor de zapa de estas agencias de calificación de
riesgos para inversores no ha hecho más que empezar. Imponen su ley sin dar cuentas a nadie, tratan de tener más poder que los países y que la Unión Europea. En realidad, estamos ante una embestida más contra el euro, una moneda a abatir a medio plazo que cayó a su mínimo en 16 meses en esta oportunidad pero que se sostiene.

El hiperactivo presidente francés, Nicolas Sarkozy, por razones de
política interior y a tres meses de unas próximas elecciones
presidenciales inciertas, cometió un grave error al presumir en exceso del mantenimiento de la matrícula de honor de las tres AAA para Francia y convirtió así la pérdida de una de estas A en un sonoro fracaso. Sólo Alemania –ejemplo de virtudes económicas-, Holanda, Finlandia y el pequeño Luxemburgo mantienen la nota de excelencia.

Otra de las agencias,”Moody’s”, le conservó la nota a Francia pero el mal ya estaba hecho. Otra más. “Fitch”, siempre a la caza de
beneficios a cualquier coste, anuncia que va a apreciar a la baja la
deuda española. Estamos bajo la férula de estas tres agencias que
lanzan impunemente dictámenes inapelables sustituyéndose a las
instituciones democráticas elegidas por los ciudadanos.

Sigue siendo válida la pregunta: ¿Quién elige a las mencionadas
agencias? ¿Por cuánto tiempo es su mandato? La primera democracia mundial, EEUU, da plenos poderes a tales compañías supervisoras. El capitalismo internacional las inventó y las convirtió en guardianas de sus intereses y tanto le da que sea Francia, la Unión Europea o el “sursum corda” quien pague los platos rotos, lo que buscan a la postre es la desregulación de las economías y de los mercados para pescar en río revuelto.

Fue un revés para el orgullo galo y lo que es más serio, una carga de profundidad contra la economía francesa a causa de sus repercusiones negativas a la larga, pero, finalmente, podríamos decir que más se perdió en la guerra de Argelia, su antigua colonia, parafraseando la famosa sentencia española de 1898 respecto a Cuba.

Un inciso irónico: que se sepa, no se conoce la existencia de ningún francés modesto, dan lecciones a todo mundo, miran por encima del hombro al resto de los mortales, caen por ejemplo de forma ridícula en la ensoñación de compararse con EEUU, cincuenta veces mayor en extensión, población, riqueza, tecnología, armamento… Otro ejemplo: creyeron irrisoriamente
por algún tiempo que el sistema de patente gala Minitel, hoy arrumbado y del que nadie se acuerda ya, podría hacerle competencia a Internet, la mayor revolución informática mundial hasta el momento.

Y en esto, Nicolas Sarkozy nos rindió visita y el Rey le impuso el
lujoso collar de piedras centelleantes y esmalte azul del Toisón de
Oro, máxima condecoración española que premia en esta ocasión al presidente francés que encarnó el cambio de la política de la lucha contra ETA, una banda terrorista que mató a más de 800 personas a mansalva en aras de la utopía perversa de la independencia del País Vasco, la región que goza de más libertades democráticas de toda Europa.

Fue la primera vez que un presidente de República es condecorado con la monárquica Orden del Toisón de Oro, que data de 1429, antes siempre estuvo reservada a la nobleza. Valéry Giscard d’Estaing la pidió en vano y la familia de Sarkozy tendrá que devolverla a su fallecimiento.

Día a día sombrío, porvenir económico con malos augurios, es hora de refugiarse en el libro de ensayo que acaba de publicar el perspicaz Eduardo Punset de título inequívoco: “Viaje al optimismo”.

Contrariamente a la archiconocida copla melancólica de Jorge Manrique (1440-1479), que nos apenó durante siglos, sostiene Punset que no es el tiempo pasado sino el futuro el que será mejor, los niveles de violencia están disminuyendo y los de altruismo, aumentando, hay que abordar con entusiasmo el futuro, la esperanza de vida se incrementa en dos años y medio cada década.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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