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No es esto, no es esto…

martes, 10 de enero de 2012
ATALAYA

Reclamo la ayuda de la disconformidad orteguiana “no es esto, no es esto… “, para referirme a que no es esto lo que este servidor esperaba de las primeras medidas adoptadas por el nuevo gobierno de España. Y no por esperadas, sino por inconvenientes en algún caso y por insuficientes en otros, tal y como me explicaré tan pronto como termine con una encarnizada batalla dialéctica que tengo iniciada con quien usted ya sabe: esa especie de alma gemela incorpórea que no deja de expresarse como si de un desdoblamiento de personalidad se tratase. La batalla comienza cuando comienzo a ordenar las ideas que surgen de la orteguiana disconformidad anunciada.

Pero ¿cómo te atreves? me dice, si sólo han tenido una reunión de consejo de ministros ¿qué te sucede, es que no eres capaz de conceder un margen de confianza y esperar a que perfilen la acción de gobierno? Sí, sí, el margen de confianza está de antemano concedido y expresado, e incluso hasta con notables coincidencias en el plano de las intenciones, pero ya se ha pasado de las intenciones a las acciones, y ahí es en donde insisto en el no es esto, no es esto… Y mira, siento una total disconformidad con la elevación de los impuestos; y no porque al final no hubiera que acudir a tal medida, pero ahora es inconveniente; y lo es porque demostrado está –al menos lo está en la corriente de pensamiento de mi adscripción- que una mayor carga impositiva representa un freno al desarrollo de la economía.

Y es lógico, a un mayor esfuerzo fiscal le corresponde una menor disponibilidad de recursos tanto para invertir como para gastar.

Por eso es inconveniente, e inoportuna, y lejos de representar una reactivación del consumo y de la inversión supondrá un empobrecimiento de las empresas y de las familias; es decir, de crecimiento del empleo, nada.

Mejor, mucho mejor, hubiera sido ya acometer medidas de estímulo a la actividad empresarial, porque ¿no es, o era, ese el principal objetivo del Sr. Rajoy, en tanto que candidato? Ya sé, ya sé, me dicen, que todavía falta por describir e implementar más paquetes de medidas, y bueno será que las aprueben.

También sé, o cuando menos supongo que esta elevación de impuestos está orientada a dos objetivos (cuando menos); uno, hacer caja rápida (que no se va a conseguir), bajo el argumento de que el déficit es superior al que afirmaba dejar el gobierno saliente, pero, oiga, lector amigo, eso no debiera constituir una sorpresa porque no lo era ni para este articulista cuya inteligencia llega sólo hasta el nivel que usted ya conoce; y el otro a tranquilizar a los socios que con lupa nos observan, y que tampoco se va a conseguir, porque lo que de nosotros se espera aunque se aplauda lo que se ha decidido ahora, es que crezca el valor de nuestra economía y que cumplamos con las obligaciones financieras ya contraídas.

Y de las que consideras insuficientes ¿qué? Pues que al recorte anunciado del 20% a las organizaciones empresariales y sindicatos, le es aplicable el no es esto, no es esto, porque no sólo se queda corto; lo que se debiera haber acordado es su total desaparición. Si hasta los propios empresarios así lo han dicho.

Lo que realmente merecería la confianza de que comenzamos a andar por el buen camino es la comprobación de que se acaba con el alimento de estructuras que, o son capaces de sobrevivir por si mismas, o tienen necesariamente que reconvertirse o desaparecer. Así es como son las cosas.

Enormes serían los beneficios dedicando el esfuerzo subvencionador a políticas de fomento y de apoyo directo a la actividad empresarial, comenzando por una reforma en profundidad del mercado de trabajo, flexibilizándolo de modo que las empresas pudieran adaptarse con facilidad, rapidez y costes asumibles a las exigencias de la competitividad (naturalmente que persiguiendo la arbitrariedad y el fraude), y estimulando la creación de empresas y favoreciendo el acceso al crédito a las empresas y a las familias.

Todavía se está a tiempo, pero es ahora, en estos primeros compases de la legislatura, cuando hay que dar verdaderas pruebas de la voluntad de regeneración democrática y de eficiencia económica. Y hay medidas que, además de convenientes, son moralizantes, o moralmente ejemplares, si usted quiere, como por ejemplo: eliminación del Senado, a no ser que se le atribuyan funciones que la ciudadanía perciba como necesarias (¿); eliminación de toda suerte de privilegios a quienes ejercen la función política, igualándolos con los demás integrantes de la comunidad laboral, tanto en retribuciones como en prestaciones sociales ¿cómo es posible que se hubieran establecido, y todavía se sostengan determinadas situaciones agraviantes para el resto de los conciudadanos?; frenazo completo a cualquier inversión que no contemple retornos productivos, sociales o económicos; y, no ya reducción, sino eliminación sistemática de todo gasto innecesario (pero qué reiterativo eres, escucho. Me da igual). Medidas de esta naturaleza sí que generan confianza, dentro y fuera del país. Y además, ahorro y eficiencia.

Sí, sí, todavía se está a tiempo. Y mi controvertida consciencia y yo estamos de acuerdo ¡vaya! en mantener la confianza en que los nuevos gobernantes saben y conocen –preparación y experiencia no les faltan- pero ¿querrán, se atreverán?

A ser conscientemente valientes les instamos, a emprender acciones valientes les apoyamos, pero también, les vigilamos, con confiada responsabilidad, pero les vigilamos. A ver con qué paquete de medidas nos sorprenden mañana. A lo mejor sonreímos un poco. A lo mejor.

Salve, lector amigo.
Balseiro, Manuel
Balseiro, Manuel


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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