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Mimitos, panfletos y puñales

jueves, 29 de diciembre de 2011
Recuerdo, como tierna anécdota de la pasada campaña electoral, al candidato Pérez Rubalcaba demandando, durante la celebración de un mitin en Barcelona, que “él también quería mimitos”.

Que el político implicado en los entresijos más sórdidos de la democracia española, desde los GAL al Faisán, pasando por la manipulación del 11 M, la negociación con ETA o la utilización de los espías del CNI y de las televisiones públicas para intimidar a sus adversarios políticos, esté necesitado de mimitos no deja de resultar algo ciertamente enternecedor para cualquier observador con un mínimo de sensibilidad.

Aquellos mimitos, que puntualmente le fueron ofrecidos al candidato por Carmen Chacón, su adversaria política en la carrera para dirigir el Partido Socialista, dejaron para el recuerdo la foto entrañable de dos enemigos acérrimos fundidos en un abrazo que tenía bastante más de hipócrita que de ternura.

Ya por aquel entonces y pese a la prudencia y la concordia que imponían las circunstancias electorales, se podía intuir, a poco que uno se detuviera a observar, el silbido de los puñales que se arrojaban entre sí ambos líderes socialistas.

Pasadas las elecciones generales del 20 de Noviembre y todavía sin digerir completamente la estrepitosa derrota cosechada por Rubalcaba, los dos mismos protagonistas han decidido abandonar la tregua forzosa impuesta por el período electoral para reanudar las escaramuzas belicistas, esta vez en forma de guerra de guerrillas y utilizando como principal, si no como único armamento, la publicación de panfletos acusatorios.

El inicial, protagonizado por las huestes de Chacón, “Mucho PSOE por hacer”, en el que se critica abiertamente la deriva tomada por el socialismo español durante la era Zapatero, no ha tardado mucho en ser contestado por el, “Yo sí estuve allí” de las filas rubalcabescas, en el que se intenta reivindicar los “éxitos” del socialismo durante la última década en el que fue dirigido por el presidente saliente. Como trasfondo común a ambos y camuflado bajo unos supuestos, pero a todas luces inexistentes, posicionamientos ideológicos se esconde simplemente una absoluta ambición personal para controlar el poder dentro del partido socialista.

Fuera como fuese, parece evidenciarse que, en la guerra fratricida entre socialistas que se avecina, los generales de ambos bandos, Rubalcaba y Chacón, pese a hacer gala de un “talante” más próximo a un navajero de barrio que a un poeta bohemio, han decidido abandonar la espada para empuñar la pluma, una pluma que en lugar de tinta parece destilar sangre. No son tiempos, compañeros, para dejar las espaldas al descubierto.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


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