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No me siento solo

martes, 13 de diciembre de 2011
ATALAYA.

Algunos de ustedes, queridos lectores, podrán muy fácilmente pensar que vivo bajo una permanente obsesión antinacionalista; y no es verdad, mi obsesión no es una constante antinacionalista, lo es sí en cambio antiterrorista y con todo aquello, o aquellos, sean individuos o instituciones, que simplemente se rinden a su acoso, o convienen con ellos en facilitarles el cumplimiento de sus objetivos, cual ha venido ocurriendo con “su” constante obsesión –esa sí que ha sido, y es, verdaderamente una obsesión- que ha ido tomando cuerpo en el transcurso de los últimos quince años.

No lector, si acaso fuese una obsesión mía (afirmo que no lo es), en ningún caso lo sería a causa de una aversión hacia los nacionalismos, que, aunque estoy muy lejos de compartir sus planteamientos, no puedo por menos que defender el derecho de cada persona a sentir y pensar como le parezca conveniente, en tanto que con sus acciones no atenten contra los derechos fundamentales que, quiero suponer, todos queremos proteger: la vida, la justicia y la libertad. Y son estos derechos, principios morales bajo mi particular consideración, los que se ven constante y obsesivamente afrentados por los terroristas y sus ayudantes; y esto es así aunque unos y los otros gusten de aparecérsenos con el ropaje de demócratas, y estén ocupando lugares en nuestras instituciones democráticas, que ni de lejos les corresponden por muchos votantes que les hubieran dado su apoyo, ya fuera por ceguera, ya lo fuera por miedo.

Y no me siento solo, ya que extraordinarias figuras del periodismo generadoras de opinión, muchos servidores públicos, y algunas personalidades políticas y de otros sectores de la sociedad, vienen incrementando en los últimos tiempos sus esfuerzos por trasladar a la ciudadanía el conocimiento de los hechos que con meridiana claridad transgreden los principios morales citados. No me siento solo en el camino que este servidor de usted emprendió ya inmediatamente después del 11M de 2004, y del que constan testimonios escritos desde aquella fecha, expresando con ellos mi ferviente deseo de alcanzar la verdad de todo lo acontecido en aquella dramática fecha. Nadie que hubiese tomado parte, por activa o por pasiva, por ocultación o por mendacidad, e independientemente de su condición, debe “irse de rositas”, ni a observar las nubes ni a ninguna otra parte.

Me permito tomar, a título de ejemplo, la entrevista otorgada muy recientemente por doña Rosa Díez a uno de los más difundidos medios de comunicación. Me sumo al aplauso que le otorga el maestro de periodistas don Luis María Anson, pero voy a utilizar la decepción que la señora Díez dice haber sentido por haber otorgado su confianza a quien demostró no merecerla, porque ello viene en apoyo de mi tesis sobre la ceguera de muchos votantes. Sólo la ceguera, consciente o inconsciente, intencionada o inducida, casi siempre provocada por una irrazonable inmersión ideológica pudo ocultar la realidad de los hechos; y sigue tratando de hacerlo; tal vez (la duda la introduzco para aportar algo de suavidad), como un mecanismo de autoprotección ante la gravedad de su culpa y de las consecuencias que de ella pudieran derivarse.

Propongo desde aquí, lector, que se intente por todos los medios que el ordenamiento jurídico permita, que se establezcan las culpabilidades y que se apliquen las consecuencias pertinentes a quienes se les pueda demostrar, descubriendo las falsedades y oscuros objetivos en las que los culpables hubiesen incurrido. Algunos jueces y fiscales españoles tienen contraída una deuda con la sociedad a la que deben servir, y que deben reparar ¡menuda parodia el juicio del 11M! Algunos políticos y otros servidores públicos tienen su alícuota en tal deuda, y también deben repararla. Tal reparación forma parte de la confianza que todavía tengo depositada en la justicia. No me siento solo, y no tengo miedo ¿te acuerdas Rafael cuándo me lo preguntaste? No tengo miedo a seguir sustentando la tesis de la coautoría de ETA junto con el terrorismo islámico; por cierto, aún sin identificar qué parte del terrorismo islámico.

Me he tomado la libertad de hacer este paréntesis en las reflexiones sobre la problemática de la Economía. Espero que usted me lo disculpe, amigo lector, porque el problema de la economía lo resolveremos, pero el de la dignidad colectiva, huuumm …

Sr. Rajoy, hace unos días supuse que usted es una persona austera; hoy quiero suponer que también lo es de profundas convicciones morales, y por ello le pido que haga usted lo que tenga que hacer, al igual en la Economía y en la Moral. Y más Europa, por favor (volveremos sobre ello).

Y a modo de coda: la cuenta de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11M es la número 2038-1766-55-6000436375. Es una forma de reparar la injusticia, en este tiempo de Adviento, que también lo es de Esperanza.

Salve, lector amigo.
Balseiro, Manuel
Balseiro, Manuel


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