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Malos Tiempos

miércoles, 07 de diciembre de 2011
Este invierno parece que los vientos del norte soplan más fuertes y se sienten más gélidos, tal vez sea una percepción nuestra , sumidos como estamos en ese triste baile de cifras negativas y apocalípticos augurios que cada mañana nos hacen más difícil digerir el desayuno. Anuncios de recortes y suspensión de servicios o prestaciones que nos llevan a preguntarnos ¿cuál será el siguiente? y parapetarnos en la vana ilusión de que nos libraremos de la hoguera. Pero al final directa o indirectamente esos recortes nos acaban afectando y alguno nos va a dar de lleno y en la frente.

Hay cerca de cuatro millones de personas que tienen algún tipo de discapacidad en España, la mitad de los cuales presentan algún grado de dependencia. Si pensamos que este segmento de población generalmente tiene rentas bajas y si nos fijamos en un reciente estudio que afirma que los hogares en los que alguno de sus miembros tiene una discapacidad “moderada” ven su renta mermada en un 40%, y los que tienen un discapacitado “severo” pueden llegar a verla reducida hasta en un 70%, nos estamos dando cuenta de que somos un colectivo que está más que nunca haciendo equilibrios sobre la cuerda floja, con muchos candidatos a franquear el umbral de la pobreza

Por otro lado hay asociaciones y entidades que trabajan día a día con discapacitados que actualmente ven sus fuentes de financiación reducidas de manera tal, que más de una, no es que no pueda ampliar sus prestaciones a nuevos usuarios que los necesiten, sino que se las ven y se las desean para cubrir las necesidades de los ya existentes.

Supongo que el tan cacareado proyecto de accesibilidad de la muralla romana también sufre estas dolencias. Este mes parece que empiezan a trabajar en una rampa en la tineria. No puedo pronunciarme hasta que no la vea pues no tenemos información del proyecto. Pero mi opinión siempre fue clara al respecto, no se debe proyectar una rampa o un ascensor como quien planta un pino, sin valorar las condiciones topográficas de llegada y retorno del “acceso”, pues puede convertirse en una obra baldía que nadie utilizará, con el consecuente dinero público malgastado.

Toda esta película y las decisiones a tomar dependen de políticos y técnicos que me da la impresión de que a veces actúan como si la Muralla fuese una prolongación del jardín de su casa en vez de Patrimonio de la Humanidad. Hace ya algún tiempo que pasé de una ilusionada esperanza a una profunda decepción sobre este asunto, por lo tanto no soy nada optimista respecto el futuro de la accesibilidad real del monumento. Hablo de proyectar con lógica, con amplitud de miras (consensuándolo con otras administraciones si es necesario) hablo de un acceso universal, bien ubicado, valido para nosotros y para el resto de lucenses, desterrando de una vez por todas la coletilla “para discapacitados”. Que no me digan que no es posible porque todas las partes que conocemos el tema sabemos donde y como se puede hacer, bien distinto es tener sincera voluntad de querer hacerlo.

Corren malos tiempos para todos, pero para las personas discapacitadas y dependientes todavía pueden ser peores. O sea que sólo nos queda aguantar el chaparrón en la medida que podamos. ¿Cuándo saldremos del pozo?, nadie lo sabe, quizá, como decía Bob Dylan “la respuesta esta flotando en el viento”.
González Alvarez, Aquilino
González Alvarez, Aquilino


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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