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Cordón sanitario

jueves, 24 de noviembre de 2011
Durante la primera legislatura del tristemente célebre gobierno de Zapatero y de sus amigos de Esquerra Republicana de Cataluña se fomentó, entre el resto de las formaciones políticas y entre la población en general, la idea de aislar al Partido Popular y con ello a más de diez millones de ciudadanos que lo respaldaron con su voto pese a las excepcionales circunstancias que rodearon aquellas elecciones que siguieron al 11M madrileño, mediante el establecimiento de un supuesto “cordón sanitario”, lo que sin duda constituyó una brillante idea de lo que, en la cabeza de sus gestores, significa el concepto de unidad nacional y el debido respeto democrático al adversario político.

Han pasado los años, con sus excesos y, con los resultados electorales del 20N en la mano, la ciudadanía se ha expresado con toda claridad y aquellos que querían establecer un “gulag” para exiliar allí a todo aquel que no compartía su ideología sectaria, se han visto atrapados en su propio cordón sanitario y es que sí, en los tiempos que se avecinan, se hace imprescindible establecer un cordón sanitario, rígido, implacable, un cordón sanitario tejido a base de valores profesionales y éticos y reforzado por la amalgama del trabajo y el sacrificio, tanto individual como colectivo, mediante el cuál los ciudadanos libres, dedicados a trabajar en torno a unos gestores serios, mantenga aislados al ejército de golfos que, a la sombra de sus contactos políticos, se dedican a vivir de la subvención, a los demagogos, a los inútiles que ocupan obscenamente la cúpula de los partidos políticos, a los sindicalistas mantenidos, a los pseudointelectuales que venden su dignidad y su vacía retórica a sus amos de la sigla por unas migajas, a los mediocres cejateros de mediopelo que proliferan a la sombra del erario público parasitando del mismo, a los separatistas cuya única pretensión es romper la unidad de España, la misma España que los mantiene a cuerpo de rey, a los empresarios que viven a la sombra del favor del político de turno, desprestigiándose de esta forma, tanto a si mismos como al resto de los miembros de su gremio, y así un largo etcétera. A todos ellos la ciudadanía, tras padecerlos durante los últimos ocho años, los ha desenmascarado y acordonado sanitariamente el pasado domingo, en un ejercicio de libertad y democracia sin precedentes, con unos resultados electorales que no dejan lugar a ninguna duda.

Sólo nos queda esperar que este primer paso, imprescindible pero todavía insuficiente, sirva para sentar los pilares de una nueva convivencia nacional basada en el respeto, la competencia profesional, los principios éticos, la justicia y el trabajo, sin los cuales el futuro que se ya se atisba carecería del más mínimo atractivo.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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