Boinas y birretes

“Buscamos líder sobradamente preparado, destacado profesional con trabajos de alto nivel universitario y empresarial, gran currículo académico y laboral, que haya viajado por el mundo, que sepa cómo le afecta a España la economía globalizada, y que hable inglés. Se valorarán el alemán y el chino. Razón: PSOE. Ferraz, 70. 28008 Madrid”.
Además de divulgar este anuncio el PSOE debería pedirle a las agencias de cazatalentos que le localicen un líder todo lo contrario de Zapatero, un antizapatero.
Porque tras los cegadores fuegos artificiales que envolvieron durante unos años al actual primer ministro no había nada solvente, aunque tenga birrete universitario.
Debajo lleva boina, y por eso se rodeó de boinas. Hace años el periodista Carlos Luís Rodríguez dividió en dos el origen de la dirigencia del PP gallego: los la boina y los del birrete, descripción que define la situación actual del PSOE, con la boina enroscada, y del PP, con el birrete calado.
La boina representa el populismo atractivo y simpático, pero carente de formación para gestionar una empresa o un país, mientras que el birrete sella una mínima preparación, aunque sea antipático.
Si usted observó durante la noche electoral los actos de vencedores y perdedores habrá descubierto esa enorme diferencia entre los socialistas de la boina y los populares del birrete.
Alrededor de Rubalcaba, uno de los no muchos jefes socialistas con birrete, multitudes de boinas. La principal, su segunda, Elena Valenciano, una apparatchik tatuada sin formación académica, como tantos responsables gubernamentales de los últimos años.
Rajoy aparecía entre birretes de abogados del Estado, fiscales e ingenieros, mayoritariamente mujeres, como Cospedal y Sáenz de Santamaría.
No es cuestión de ideologías, sino de mentalidad: con boina se catetiza hasta arruinar un país; con birrete, ya veremos, porque será dificilísimo salir del abismo.