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Un buen programa educativo

viernes, 18 de noviembre de 2011
No siempre, antes de ejercer el derecho (y el deber) democrático de votar, los ciudadanos nos preocupamos de leer los programas de los partidos. Quizás influye en ello el prejuicio extendido de que son sólo papeles que pueden olvidarse a la hora de gobernar. No obstante, los votantes deberíamos leerlos, votar en consecuencia y posteriormente exigir su cumplimiento. Permítanme, según este criterio, unas breves reflexiones sobre el programa de educación del Partido Popular.

La primera virtualidad que, a mi juicio, tiene es que no es “revolucionario”. Lo peor que en este momento le puede ocurrir al sistema educativo español, vapuleado por demasiados cambios y desorientado por tantas leyes es que alguien pretenda hacer un nuevo sistema educativo dando la vuelta al existente.

No es revolucionario, pero contempla reformas importantes hechas desde el sentido común y la prudencia. Algunas de esas reformas vienen reclamándose por profesores y padres de alumnos, que sufren las consecuencias de una educación muy por debajo de la media de los países desarrollados en todos los indicadores de fracaso, de abandono escolar temprano, de dominio de lenguas y en la que, por dar sólo un dato, un exiguo 3% de los jóvenes españoles alcanza el nivel de excelencia, según el último informe PISA.

El Partido Popular apuesta por garantizar una mayor exigencia académica, por el reconocimiento del esfuerzo y el mérito, y por el dominio del inglés al final de la etapa obligatoria. Para conseguirlo sitúa al profesorado como elemento central del sistema educativo y busca reforzarle mediante una ley estatal en su autoridad, en la confianza y el prestigio que da el saber, mejorando el proceso de formación y selección de los profesores.

Todos, padres y profesores, están en contra de la promoción automática, de rebajar sistemáticamente el nivel de exigencia a los alumnos de la permisividad exagerada y la superficialidad con la que se tratan los contenidos fundamentales en el currículo escolar. Pero a pesar de ello, las materias esenciales han visto reducido el horario y se ha introducido el principio de enseñar “un poco de todo” a todos los alumnos.

Siempre me ha llamado la atención el interés que el Ministerio ha puesto en destacar el “mérito” del sistema educativo español en el último informe PISA: la cohesión de los resultados, es decir, que había muy poca distancia entre los mejores y los peores alumnos; pero no explicaba el Ministerio que esa es una coherencia opuesta a la excelencia. Sería muy extraño que después de años intentando “igualar por lo bajo” a todos los alumnos no se consiguiera ese objetivo, todos muy parecidos en malos resultados y sólo un 3% de alumnos que pueden considerarse en el nivel de excelencia.

Concuerdo con el programa del Partido Popular en la necesidad de garantizar las mismas oportunidades educativas con independencia del lugar donde vivan y de la situación socio-económica de sus padres, pero esto exige, en primer lugar el mismo currículo básico de todos los alumnos españoles; exige también que se estudie la misma geografía, la misma historia, la misma literatura…. en todas las Comunidades autónomas; igualmente, exige que las materias instrumentales (inglés incluido) tengan carácter prioritario en la enseñanza obligatoria y que se apueste por un bachillerato de tres años y una formación profesional (que es de justicia reconocer que ha mejorado en los últimos años) más ligada al trabajo y con más relación con las empresas.

Hay que reconocer que en tiempos tan duros como los actuales es imprescindible racionalizar el gasto, también en educación y así lo están haciendo las Comunidades Autónomas, que son, a la postre, las responsables del mantenimiento del sistema educativo. Si prefieren llamar a esto recortes, sea; pero lo cierto es que el principio de reducir en todo lo adicional para mantener lo esencial, es el que están aplicando las familias. Mas, cuando esto ocurre en educación siempre hay un sector empeñado en destapar la falsa guerra entre la enseñanza pública y la privada, especialmente la concertada que siempre han convivido con normalidad. Quienes lo hacen incurren en el olvido voluntario de que la Constitución garantiza la libre elección de las familias. Creo que el Partido Popular define con claridad su postura al respecto al promover una educación pública de calidad y una oferta educativa que responda a las demandas plurales de las familias.

Hay otros aspectos interesantes que no caben en un artículo y que, para un conocimiento detallado y completo me permito recomendar, como hacía al principio, que no es malo, sino al contrario, es bueno leer los programas de los partidos políticos y excelente hacerlo con espíritu crítico.
López Besteiro, Manuela
López Besteiro, Manuela


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