El amigo invisible

Cuando en las tan añoradas pero ya lejanas fiestas de nuestra infancia, algún “amigo invisible” se acordaba de nosotros y nos hacía un regalo sorpresa, el agraciado añadía, a la sorpresa del agasajo recibido, la incertidumbre de no conocer quien sería la persona que nos lo había obsequiado. Algo parecido, aunque carente del más mínimo romanticismo y bastante más tétrico, está ocurriendo en la confrontación política española desde hace unos años.

Pese a que todas las encuestas publicadas en los distintos medios de comunicación, desde hace más de un año, dan la victoria por una amplia mayoría absoluta al Partido Popular, su líder, Mariano Rajoy y el pleno de la directiva de su partido no deberían confiarse demasiado de cara a la próxima jornada electoral y conviene que tengan presente en todo momento que, al igual que ocurría en nuestra ya lejana infancia, también en el Partido Socialista (y voy a omitir, por lo que contienen de contradictorios con los idearios que han abrazado en los últimos tiempos sus dirigentes, los términos de “obrero” y “español”), desde que Rodríguez Zapatero llegó a la Secretaría General, siempre ha tenido un amigo invisible que, conscientemente o no, ha colaborado a que saliera triunfante de sus confrontaciones electorales; primero en las Generales de 2004, en las que ese “amigo invisible” puso su granito de arena para la inesperada victoria socialista al perpetrar los atentados del 11M en los trenes de Madrid, lo que consiguió dar un vuelco completo, colaboración prisaica y rubalcabesca aparte, a todas las encuestas electorales publicadas hasta ese momento y que pronosticaban una holgada victoria para el partido de la gaviota. Ya en las elecciones generales de 2008 (como no recordar aquellos entrañables reclamos electorales: “Por el pleno empleo”. “Motivos para creer”), y en vísperas de la jornada electoral, ese mismo “amigo invisible” quiso echarle una mano, posiblemente innecesaria, al candidato de la eterna sonrisa consumando el vil asesinato de Isaías Carrasco Miguel, ex concejal socialista de Mondragón, su pueblo natal.

Como reza el sabio refrán, nunca hay dos sin tres, y por tanto, es de suponer que ese mismo “amigo invisible” no faltará a la cita electoral y no le fallará ahora al candidato Rubalcaba, apéndice y heredero político y ético del propio Zapatero; especialmente en momentos tan duros para él como el actual, en el que algunos incondicionales “de la subvención” como los de la “ceja” o los sindicatos, le han dado la espalda; y en las próximas elecciones del 20 de Noviembre hará, como de costumbre, su indeseable y siniestro acto de presencia.

Damos por hecho que, en vísperas de la fecha electoral, se producirá la liberación de los cooperantes españoles secuestrados en Africa pero, ¿será esto suficiente para poder cambiar la tendencia del voto el próximo domingo? La cuestión es; ¿dados los electorales vientos de paz que soplan últimamente en el ruedo ibérico, sería concebible, y tolerable para nuestra sociedad, afrontar un nuevo acto de terror en período electoral?

Personalmente, siempre he creído que la noticia mediática para la jornada de reflexión de dichas elecciones sería el anuncio en vísperas de las mismas, por parte de los terroristas de ETA, de abandonar las armas pero, dado que dicho anuncio ya se ha adelantado, exactamente un mes, ¡qué casualidad!, es de suponer que la guinda para la jornada electoral quede pendiente y no creo que la posible liberación, en vísperas electorales, de los cooperantes españoles secuestrados en Africa sea estímulo suficiente para mutar la voluntad de los votantes hacia el partido socialista. En cualquier caso, la respuesta a la incógnita la conoceremos en pocos días.