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Triple fecha capicúa

martes, 15 de noviembre de 2011
Reciente nos queda una fecha emblemática y capicúa, tenemos un triple 11. Además de un premio de la ONCE, una propuesta a nivel mundial de que el teléfono móvil suene a la misma hora, esta fecha tiene otros significados.

Hace casi treinta años se comenzaron a abrir unas puertas energéticas que tienen como fin el ayudar a nuestra evolución como seres espirituales y al avance igualmente del planeta tierra.

Algunos, pronostican que traen el fin del mundo; otros, que accederemos a la quinta dimensión, y cambiará de adn, etc.
Voy a dar una vez más, mi punto de vista sobre este tema. Creo que existen puertas que ayudan a mover la energía, y esto se traduce en una ayuda para que abramos nuestra consciencia, permitiéndonos conocernos más y mejor. Por poner un ejemplo, si antes nuestro ángulo de visión era de 130º, con este cambio energético, ahora podremos ver 150º, es decir, veremos lo mismo pero mejor y más ampliado.

Todos somos iguales pero no tenemos el mismo nivel vibratorio o evolutivo. Es lógico. Vendría a ser como cuando vamos al colegio, y después de un examen, las notas son distintas para cada alumno, pues dependerá de cómo han integrado y aplicado el conocimiento que han tenido. La vida, sigue un patrón similar. No todos aprendemos lo mismo ante una situación idéntica, ni avanzamos de manera similar. Este hecho es muy importante, porque de esta manera unos aprendemos de otros, y evolucionamos conjuntamente, cada uno a su nivel. Este hecho es contagioso, es como una onda en el mar. Se expande aunque no hagamos nada.

El mundo, la sociedad está cambiando, es evidente. Los esquemas que hasta ahora considerábamos estables y válidos, han demostrado que no lo son. Hace falta cambiar las bases. Éstas deben hacerlo desde nosotros. Toda transformación comienza desde dentro, desde lo más profundo, desde el ser de cada persona. Y después se muestra al exterior, se contagia, se aúna, formando nuevos conceptos, nuevas estructuras.

Esta nueva energía puede aportar la luz que hace falta para vernos tal y como somos realmente, va a enfrentarnos frente al espejo con nuestro yo y dándonos la oportunidad de recordar quiénes somos y cuál es nuestra misión en esta vida. Cada uno lo hará de manera adecuada a su grado vibratorio. Habrá quienes lo recuerden; otros en cambio no lo harán, ni lo sentirán. Nadie es superior ni inferior por ello. La energía ya está actuando y dependerá de nosotros el trabajarla o no hacerlo. Somos libres y tenemos libre albedrío. Podemos elegir qué camino tomar.

Si esta nueva puerta que se abre nos da la posibilidad de crecer y evolucionar, me parece estupendo. Es una gran oportunidad que está a nuestro alcance. Soy consciente de que el trabajo debe ser interior, de mi misma, de reflexionar, meditar quién soy, cómo quiero vivir mi vida y hacer con ella. Esta energía nueva, puede ser como una especie de faro en la oscuridad, que aporte la luz suficiente como para ver con más claridad las cosas, pero intentaré que no me deslumbre, porque entonces no veré nada.

Me ha llegado información de grupos de personas que se reunieron para meditar. En mi caso, no me reuní con nadie, lo hice sola y por la hora de que se trataba, me tocó estar trabajando.

Me planteé dos posibilidades... una, hacerlo a la noche y dos, conectarme con la energía desde la intención, aunque estuviese trabajando, y cuando pueda ya meditaré. Si está para ayudarnos, su importancia no va a disminuir por el hecho de no estar ahí meditando. El que pueda y le apetezca, me parece estupendo que lo haga.

Resumiendo, el 11.11.11, para mi, ha sido la llegada de un aporte de energía de amor y luz que viene para ayudarnos a avanzar, crecer y evolucionar como seres. Digamos que se trata de un aporte extra y de mayor fuerza, pero uno más de los que recibimos con mucha frecuencia. El que queramos trabajar con él, está en nuestras manos y somos libres de hacerlo o no. Nadie va a castigarnos por no hacerlo, ni va a llegar el fin del mundo, ni la muerte si no creemos en ello. Faltaría más. La energía es amor y nos acompaña aunque no queramos, ni deseemos verla.
Aurensanz, María Eugenia
Aurensanz, María Eugenia


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