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El recambio del cambio

viernes, 11 de noviembre de 2011
En las elecciones generales de 1982, el slogan que llevó a Felipe González y al PSOE al gobierno rezaba, “por el cambio”, y se adornaba con dos promesas estrella: “NO a la OTAN” y la “creación de 800.000 empleos”. La cosa acabó con un ejército de reclutas de reemplazo en la primera guerra de Irak, formando parte de la operación “tormenta del desierto” llevada a cabo por la OTAN y con la tasa de paro por encima del 21%, con don Pedro Solbes, ¡vaya curriculo!, como el Ministro de Economía que obró el milagro.

En la presente campaña, que concluirá el 20 de Noviembre, el Partido Popular echa mano nuevamente del término: “comienza el cambio” o “apúntate al cambio”. Han pasado más de 3 décadas y seguimos igual, en espera de un cambio, pero ¿qué cambio?, ¿el que representan las tres figurines que sirven de escuderas a Rajoy?, más preocupadas por su propia imagen, reflejada en el espejo de las vanidades, que por el océano de problemas que ahogan a los ciudadanos, o tal vez el que representa la señora Villalobos, encarnación suma de la incompetencia, en lo profesional y de la vulgaridad en lo personal, incorporados a la vida pública.

Por su parte Rajoy; personaje más estigmatizado por su indefinición y su oportunismo que por el sentido común y la capacidad de gestión de los que tanto le gusta presumir; no representa ninguna victoria de las ideas conservadoras o liberales sobre el socialismo, que en el ruedo ibérico es sinónimo simplemente de mediocridad y ruina económica y moral, sino más bien un premio de consolación, cuyo único mérito, es el de liderar a una oposición, inerte y apática, contemporánea del gobierno más anodino y mediocre que ha visto la democracia española.

Cambio, recambio, para volver a cambiar. Cambiarlo todo para que, en definitiva, todo siga igual. Pero sí, si, es verdad, hace falta un cambio, un único cambio necesario, diría que hasta imprescindible, irrenunciable para nuestra sociedad y es cambiar el propio sistema electoral, para poder barrer de la actividad política a toda esta morralla que ha ocupado nuestras instituciones y las mantiene secuestradas, con el único fin de expoliarlas en su propio beneficio. Sólo cabe un cambio, que permita establecer un sistema de listas electorales abiertas, con elección directa, para reanimar y dar vida a esta democracia que yace moribunda y de espaldas a la ciudadanía.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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