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No le concedo

lunes, 07 de noviembre de 2011
ATALAYA

NO LE CONCEDO a nadie una dosis mayor de alegría que la que yo siento con el anuncio de ETA de abandonar definitivamente -¿es eso lo que han dicho, verdad?- el uso de las armas. Dicho esto, y para que no quede ninguna duda de que cualesquiera que fueran otras opiniones mías al respecto, eso, lo del abandono del uso de las armas, ya que no el abandono de ellas, en eso, en la alegría que me produce tal hecho, no le concedo a nadie, ni superior alegría, ni superioridad moral para sentirla.

Que quede bien claro. Sin embargo, voy a centrar la atalaya de hoy en ETA, cuando ya no tenía la intención de hacerlo, pero sucede que, cuando decían por activa y por pasiva que este asunto no iba a formar parte de la campaña electoral (ya me dirán ustedes cuándo ETA no ha formado parte de alguna de las campañas electorales; este amigo de ustedes no recuerda ni una, porque entrar en las campañas electorales forma parte de la propia esencia de los medios que la organización terrorista ha venido utilizando, de una manera u otra, para lograr sus fines), hay un partido político que a falta de mejores propuestas, alguno de sus protagonistas principales lo introducen casi, casi, como producto estrella; y al hilo de ello leo tales repugnantes expresiones que no me resisto a entrar yo mismo en campaña.

¿Cómo es posible tamaña desvergüenza? La desvergüenza de atribuir a la oposición, no ya obstruccionismo en la lucha antiterrorista (lucha sí, + negociación, aunque lo nieguen), que ya es el colmo visto lo visto, sino también supuestos intentos de que tal declaración no se produjese ahora. Lo que se deduce con toda facilidad de esas imputaciones es exactamente lo contrario de lo que tratan de hacer creer: una intencionada prisa porque se produjese precisamente ahora, junto con la teatralización de aquel Congreso para la Paz, del que ha salido, letra por letra, el texto del comunicado de la banda terrorista. Esta vez, mi otro yo está plenamente de acuerdo conmigo en que han seguido la universal fórmula de ocultar las vergüenzas propias para desviar la atención sobre ellas y atribuírselas a terceros.

En tan vano intento como el de hacer creer a la ciudadanía que nada han tenido que ver en la crítica situación que atraviesa España, y le voy a hacer a usted, amigo lector, gracia de no enumerar ninguno de los problemas que tan bien conocemos, y a falta de propuestas que no hicieran preguntarse a los votantes ¿pero no eran éstos los que estaban gobernando? Si tenían soluciones ¿cómo es que no las aplicaban? A falta de esa credibilidad, su única esperanza, y a ella se han aplicado con toda sus fuerzas y a toda velocidad, era este comunicado de los terroristas-asesinos, para cuya consecución no han escatimado recursos, entre ellos el más valioso de todos: la dignidad de las víctimas y del estado de derecho, a los que han dejado literalmente a los pies de los caballos. Confío en que no les sirva de nada. Pero ya verá usted, amigo mío, lo que va a costar arreglar este desaguisado. Mucho más, muchísimo más, se lo aseguro, que arreglar la economía con lo duro y sacrificado que resultará. Y de economía hablaré con usted en breve; hoy no toca, para no mezclar asuntos que, al menos en apariencia, nada tienen que ver, pero sólo en apariencia como en su momento veremos. Con mis liberales saludos.
Balseiro, Manuel
Balseiro, Manuel


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