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Pasen y vean

miércoles, 02 de noviembre de 2011
Ya está a punto de levantarse el telón electoral y durante los próximos 15 días los españoles asistiremos, más escépticos e incrédulos que ilusionados, a un espectáculo trepidante de promesas imposibles y esperanzas con fecha de caducidad, de payasos y saltimbanquis aupados a hombres de Estado, con sesudas opiniones sobre economía, política exterior o desarrollo interterritorial, de magos e ilusionistas generando esperanza desde la nada intelectual y material, de “listillos” ejerciendo de intrépidos trapecistas saltando los escollos de la política nacional, de monstruos de tres cabezas hipnotizando al respetable con cantos de sirena electoral. Todos ellos miembros y “miembras” de la soez clase política que nos ha tocado sufrir, que nos sojuzga y nos exprime.

En el centro, y como estrellas principales, los dos candidatos con posibilidades de alcanzar La Moncloa; el uno con fisonomía de enterrador de cinta mala de spaghetti western, (que difícil resulta olvidar su talante democrático, mostrado durante la jornada de reflexión que siguió a los atentados del 11M), y el otro, cual figurante pasota, rodeado de insustanciales maniquíes, más proclive a la desidia y la indolencia que al trabajo sin descanso que se supone le espera tras el trámite electoral.

Un espectáculo escasamente estimulante para movilizar al voto a una ciudadanía que vive decepcionada por la experiencia del pasado y desilusionada ante el doloroso presente y el incierto futuro que se adivina.

Ante tan lamentable espectáculo, con fecha de caducidad en el día de la jornada electoral, me viene a la memoria un texto de Antonio Machado, escrito ya hace más de un siglo, que cuelga de la pared en el pasillo que conduce al aula desde la cual el insigne poeta impartía su magisterio en el instituto que en Soria todavía lleva su nombre, advirtiendo a transeúntes y curiosos desnortados, acerca de los valores verdaderos, y que reza: “Aprended a distinguir los valores falsos de los verdaderos y el mérito real de las personas bajo toda suerte de disfraces”.

En este periodo electoral por el que transitamos, de reflexión y responsabilidad ciudadana, en el que las luces y la música que dan lustre al espectáculo tienden a deslumbrarnos y confundirnos, cobran más vigencia que nunca las palabras de Machado y, si no queremos lamentarnos en el futuro, más nos vale prestar la máxima atención a distinguir los valores falsos de los verdaderos y el mérito real que ostentan los distintos candidatos por encima de los elegantes y lujosos disfraces con los que lucen ante nuestros ojos. Las decisiones que tomemos hoy tendrán su traducción y sus consecuencias en el futuro inmediato. En todo caso y ante la duda, el 20 de Noviembre, mejor quedarse en casa.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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