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Palabras positivas

lunes, 31 de octubre de 2011
Existen palabras, expresiones y personas que pueden cambiar el mundo. El mío lo cambiaron tres, lo vivido en mi vida y sus circunstancias, un hola bonita y la persona que lo decía. Este es el saludo que siempre ha utilizado un amigo de mis padres al verme.
Me gusta encontrarme con él, ver su cara sonreír y saludarme con hola bonita, qué tal estás. Este saludo y el cariño con que está dicho, ha sido mi refugio en los momentos malos, especialmente en mi niñez y adolescencia, en los que te sientes poco querida y valorada. Él era mi oasis, tan sólo dos palabras, hacían que creyera en mí, me demostraban cariño y afecto, y sentía que era importante para alguien.
Estas palabras han sido mi trampolín, mi ancla y la base sobre la que comenzar a avanzar, creyendo y confiando en mi. Hacían que lo que pensara cobrara fuerza, tuviera validez. Nunca hemos mantenido una conversación profunda, ni íntima. No ha hecho falta. Me ha dicho las palabras mágicas que he necesitado para llegar a mi misma, concediéndome la oportunidad de creer en mi, cuando parecía que nadie lo hacía.
Un buen día recapacité y me di cuenta del poder que habían tenido sobre mi estas palabras. Ellas, junto al resto de las experiencias que había vivido a lo largo de toda mi vida, entonces niñez y adolescencia, me hicieron crear la liga de las cosas positivas. Decidí que diría a la gente aquello que hacían bien; ya que otras personas se encargarían de repertirle a menudo, todo lo malo que hacían o eran. Pensé que era necesaria una pequeña compensación. Sí, tenemos defectos y fallos; y también virtudes y aciertos.
Así que cada vez que iba o hablaba con alguien y veía que había una acción positiva, se lo agradecía. Si me habían atendido con corrección en una tienda, se lo decía; lo mismo a una amiga, a mis padres, en el colegio, etc. Me solían mirar con cara rara, como si fuera una extraterrestre, ajajajaa. Pero soy cabezota por naturaleza, y seguí mi campaña allí donde iba. Y por supuesto, lo sigo haciendo. Quizá no sea una actitud muy correcta, puesto que no hablo de lo negativo o de lo que no me gusta, sino que potencio lo que me agrada, lo que se que es bueno.
Como veis dos palabras dichas con cariño y todo lo vivido hasta esa fecha, me ayudaron a ser cómo soy. No cambiaría nada de lo vivido. De hecho, sigo practicando la ley de dí lo bueno y positivo que veas. Y me gusta.
La vida está llena de personas maravillosas y estupendas que nos brindan su apoyo y cariño de manera desinteresada, sin ser conscientes de todo lo que nos aportan. Esta entrada quiere ser un pequeño homenaje a todas las personas que se han cruzado y siguen haciéndolo, en mi camino, brindándome amistad, refugio, amor, sinceridad, verdad, alegría y sinsabores, que de todo se aprende. Mil gracias a todos ello.
Aurensanz, María Eugenia
Aurensanz, María Eugenia


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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