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La verdad

lunes, 03 de octubre de 2011
Verdad no es una palabra cualquiera. Cuando la expresamos, ponemos en ella nuestra confianza, fe, y hasta, si me apuráis a nosotros mismos.

Ya hace tiempo que pienso que hay tantas verdades como personas somos, e inclusive iría más lejos. Podemos tener diferentes verdades ante un mismo hecho o situación a lo largo del tiempo; y eso, no significa que, antes no tuviéramos razón al creer en esa verdad; sino que a medida que vivimos, aprendemos y avanzamos, puede cambiar nuestro enfoque sobre lo que nos rodea y lo que pensamos o sentimos ante ella.

La evolución personal, abre la consciencia y de algún modo, la apertura de visión que tenemos ante la vida y sus circunstancias.

Pondré un ejemplo. Si contemplamos el mar, hay quienes sólo verán agua, y tendrán razón. Otros verán que además de agua, hay olas y espuma, y tendrán razón. Otro grupo, disfrutará de los matices de color del agua, del reflejo de la luz sobre ella, del ritmo que tienen las olas y tendrán razón. Otros, mirando la superficie del agua, su color y textura, nos dirán dónde están las corrientes y cómo navegar entre ellas, y seguirán teniendo razón y así sucesivamente.

Todos ellos tienen razón, y defienden su verdad apoyada en su conocimiento. Del mismo modo, en la vida, vamos aprendiendo, evolucionando y creciendo y sin darnos cuenta, nuestra visión se amplía; siendo también, mayor nuestro conocimiento y entendimiento. Lógicamente, las verdades también evolucionan.
Otras veces, la verdad es como un quesito en porciones, parece que está repartida. Cada uno de nosotros, tienen una porción y unidas a otras, completan una verdad. Puntos de vista opuestos, puede que sean complementarios. Para ello es bueno tomar cierta distancia, alejarse y poder contemplar otras posibilidades, de un modo objetivo. Cuanto más amplia sea nuestra visión, más verdades veremos, que nos harán pensar y reflexionar dándonos la oportunidad de integrarlas y hacerlas nuestras.

Nos encontramos con personas que se toman muy a pecho su verdad, es inamovible, fija y estable. Se aferran a ella como si se tratara de una roca. Y al hablar de tu verdad o de otras verdades, no escuchan, se cierran. Normalmente estas actitudes llevadas al extremo, darían lugar a situaciones dramáticas, desde intolerancia, discusiones, luchas, guerras, etc. ¿Merece la pena llegar a tales extremos por la verdad? Creo que no. En esto sigo siendo camaleónica, voy adaptándome a lo que voy integrando y aprendiendo.

Resumiendo, diré que esta es ahora mi verdad, mañana no se cuál será.
Aurensanz, María Eugenia
Aurensanz, María Eugenia


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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