Pataleta sindical

El gobierno balear, presidido por el popular José Ramón Bauzá, acaba de decretar la supresión de todos los liberados sindicales institucionales de la comunidad, lo que supone un total de 89 sindicalistas; una medida justificada en virtud de la necesidad perentoria de ahorrar costes en la factura de dicha comunidad.

De todas las reacciones desencadenadas entre los representantes de las distintas organizaciones sindicales, todas ellas en desacuerdo con la citada medida y con distintos argumentos en su contra, llaman especialmente la atención las manifestaciones efectuadas por José María Molinero, secretario general de CC OO en Navarra que, después de tachar las medidas como innecesarias e inútiles, las cataloga como “medidas regresivas que retrotraen los derechos de los trabajadores a momentos predemocráticos”.

Desconocía que en la Grecia de Pericles, el vivir de la sopa boba fuera considerado como un sólido valor democrático, pero he de reconocer que me asaltan perturbadoras dudas acerca de que el señor Molinero sepa quien era Pericles o tan siquiera de lo que estamos hablando. En cualquier caso, siempre he estimado como más digno de elogio el ganarse el pan con el sudor de la frente que hacerlo con el sudor del de enfrente pero, a la vista de las distintas manifestaciones efectuadas por nuestros representantes sindicales y por su dilatada trayectoria exhibida a lo largo de estos años de postfranquismo, tengo serias dudas de que nuestros esforzados liberados compartan esta misma filosofía, por lo que no sería extraño una presencia sindical conflictiva en las calles españolas durante las próximas semanas, para defender los privilegios de los que han disfrutado hasta ahora.

Al margen de la previsible pataleta sindicalista debido a la medida adoptada por el gobierno balear, no nos queda más que aplaudir las decisiones de las distintas administraciones públicas que van encaminadas a disminuir el gasto corriente de las mismas y, siguiendo en esa misma tónica, supongo que no se harán de esperar por parte del gobierno balear, otras medidas en la misma dirección encaminadas a optimizar todavía más el gasto, tales como la supresión de las subvenciones a los propios partidos políticos o el despido de toda la legión de amigos, parientes y enchufados colocados a dedo por ellos mismos y por sus predecesores, sin necesidad y sin justificación alguna, en todas las administraciones públicas.